La historia del dinero, una de las creaciones más trascendentales de la humanidad, ha sido objeto de discusión durante siglos. ¿Cómo surgió esta herramienta fundamental para la economía? Una reciente investigación publicada en el Journal of Archaeological Method and Theory presenta una novedosa perspectiva que reconfigura el debate. Según Mikael Fauvelle, autor del estudio, el dinero no nació exclusivamente como un mecanismo estatal para recaudar impuestos, ni como una evolución natural del trueque interno en sociedades primitivas, como han sugerido teorías tradicionales. En su lugar, el investigador defiende que el dinero se originó para facilitar el comercio externo entre desconocidos, una idea que denomina la “teoría del comercio del dinero”.

El estudio confronta las dos posturas dominantes en torno a los orígenes del dinero. La primera es la teoría del “dinero como mercancía”, que propone que este surgió como un medio de intercambio para superar las limitaciones del trueque. Según esta visión, el dinero permitió a las comunidades superar el llamado “problema de la doble coincidencia de necesidades”, es decir, la dificultad de encontrar a alguien que quisiera intercambiar un bien específico por otro en el mismo momento. Esta teoría, defendida históricamente por Aristóteles y economistas como Carl Menger, sostiene que materiales valiosos y duraderos, como los metales, evolucionaron naturalmente hacia sistemas monetarios.

La segunda es la teoría “chartalista” o del “dinero como crédito”. Este enfoque, más reciente, sugiere que el dinero surgió como una herramienta impuesta por los estados antiguos para estandarizar los pagos de impuestos y tributos. Esta visión, defendida por autores como Georg Friedrich Knapp y más tarde popularizada por David Graeber, subraya que el dinero tiene su origen en un proceso jerárquico, donde la autoridad central definía su valor y uso.

Sin embargo, ambas perspectivas han enfrentado críticas. Los detractores de la primera argumentan que no existe evidencia histórica ni etnográfica que demuestre la existencia de economías basadas exclusivamente en el trueque, lo que lleva a calificar esta idea como el “mito del trueque”. Por su parte, la teoría chartalista ha sido cuestionada por minimizar el papel del comercio y las dinámicas sociales en el surgimiento del dinero.

Origenes dinero
Mapa de las posibles rutas comerciales que conectaban Escandinavia con el Mediterráneo. Aunque las rutas terrestres son más cortas, probablemente habrían tardado más en recorrerlas que la ruta costera, más larga. La ruta costera muestra una parada en la isla de Thanet, que probablemente fue un importante punto de comercio de metales procedentes de las Islas Británicas. El mapa muestra las fuentes de cobre identificadas químicamente en los objetos de bronce escandinavos en verde oscuro y la fuente de estaño de Cornualles/Devon en amarillo. Crédito: Karl Smith

Fauvelle propone una alternativa que combina elementos de ambas teorías, pero con un giro significativo. Según su análisis, el dinero no surgió dentro de las comunidades para resolver intercambios locales, sino como una solución práctica para facilitar el comercio entre regiones, particularmente en situaciones donde los comerciantes debían interactuar con desconocidos o cruzar fronteras culturales y lingüísticas.

El autor respalda su hipótesis con evidencia arqueológica y etnohistórica de dos regiones clave: América del Norte precolombina y Europa durante la Edad del Bronce. En ambos contextos, materiales específicos, como cuentas de conchas en California y lingotes de bronce en Europa, comenzaron a ser utilizados como dinero para garantizar el éxito de intercambios a larga distancia.

El comercio, explica Fauvelle, introduce una dinámica distinta a la del intercambio interno en sociedades pequeñas. Mientras que dentro de una comunidad las relaciones económicas suelen basarse en la reciprocidad y la confianza, los comerciantes que atravesaban largas distancias enfrentaban un reto mayor: negociar con extraños en contextos desconocidos. Aquí, el uso de un medio de intercambio común, portátil y con valor intrínseco, resultaba esencial.

El primer caso de estudio presentado por Fauvelle se centra en las sociedades indígenas de América del Norte, particularmente en la región de California, donde las cuentas de conchas fueron utilizadas como moneda durante más de mil años antes del contacto europeo. Estas pequeñas cuentas, producidas en las Islas del Canal, eran altamente valoradas y se usaban para comprar alimentos, herramientas y servicios.

La producción de estas cuentas alcanzó niveles industriales, con millones de unidades fabricadas y distribuidas a lo largo de un vasto territorio que abarcaba cientos de kilómetros. Comerciantes de diferentes grupos culturales, como los mojave, transportaban estas cuentas hacia el interior del continente, donde también se aceptaban como medio de pago.

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Spangenbarren (lingotes de costilla) de la Edad de Bronce temprana de Suabia, Alemania. Crédito: Monika Runge / Germanisches Nationalmuseum

El estudio destaca que estas cuentas no solo cumplían una función económica, sino también social. Eran usadas en rituales, para saldar deudas y como símbolo de estatus. Sin embargo, su valor práctico como dinero en intercambios comerciales es innegable. Según Fauvelle, la alta portabilidad y fungibilidad de estas cuentas las convirtió en una herramienta ideal para el comercio en regiones tan diversas cultural y ecológicamente como California y el suroeste de Estados Unidos.

El segundo caso de estudio explora la economía de la Edad del Bronce en Europa, una época marcada por redes comerciales que conectaban regiones desde Escandinavia hasta el Mediterráneo. En este contexto, el bronce, una aleación de cobre y estaño, no solo era utilizado para fabricar herramientas y armas, sino que también se convirtió en un medio de intercambio.

Lingotes, hachas y anillos de bronce, muchos de ellos estandarizados en peso, circularon por todo el continente. Fauvelle argumenta que estas piezas cumplían una función similar a la del dinero moderno, permitiendo a los comerciantes realizar transacciones en mercados lejanos. La estandarización de los pesos facilitó las negociaciones y redujo los conflictos en las transacciones, lo que demuestra un uso práctico del bronce como moneda.

Además, el comercio de bronce no se limitaba a las élites. Aunque los gobernantes de la época pudieron haber jugado un papel en su producción y distribución, Fauvelle subraya que la demanda de bronce era amplia, incluyendo a sectores más modestos de la población. Esto refuerza la idea de que el dinero no fue exclusivamente un instrumento de control estatal, sino una herramienta que surgió para resolver problemas prácticos en el comercio.

El estudio de Fauvelle plantea preguntas importantes sobre cómo entendemos el dinero y su papel en la historia humana. Su teoría del comercio del dinero no busca reemplazar por completo las teorías tradicionales, sino complementarlas al destacar un mecanismo alternativo para el surgimiento de los sistemas monetarios.

El autor concluye que el dinero probablemente emergió de manera independiente en múltiples regiones y por razones diferentes. En algunos contextos, pudo ser un producto de la autoridad estatal, mientras que en otros, como los analizados en este estudio, fue una innovación práctica impulsada por la necesidad de comerciar con desconocidos.


FUENTES

Fauvelle, M. The Trade Theory of Money: External Exchange and the Origins of Money. J Archaeol Method Theory 32, 23 (2025). doi.org/10.1007/s10816-025-09694-9


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