La arqueología, disciplina que descifra los vestigios del pasado humano, suele centrarse en la interpretación de objetos materiales como fragmentos de cerámica, restos de estructuras y huesos. Sin embargo, comprender las complejas dinámicas sociales, las ideas y los sentimientos de las personas antiguas requiere herramientas más abstractas. Aquí es donde entran en juego los conceptos filosóficos, que aunque tradicionalmente han estado relegados a debates teóricos, ahora se proponen como instrumentos prácticos para analizar hallazgos concretos.
En un innovador artículo publicado en la revista Open Archaeology, un equipo interdisciplinario de arqueólogos y un filósofo del Cluster de Excelencia ROOTS de la Universidad de Kiel presentó una metodología basada en el concepto filosófico del “enfoque de las capacidades”. Este enfoque, vinculado al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas, se aplicó a los primeros mega-asentamientos europeos de hace entre 7.000 y 5.000 años, proporcionando una perspectiva única para conectar el pasado distante con el presente.
El enfoque de las capacidades, desarrollado por el filósofo y economista Amartya Sen en las décadas de 1970 y 1980, plantea que el bienestar humano no depende únicamente de las posesiones materiales, sino también de las oportunidades y capacidades que permiten a las personas y grupos llevar una vida activa y significativa. Este concepto, que sustenta el IDH contemporáneo, plantea un desafío cuando se traslada al ámbito arqueológico: ¿cómo reconstruir aspectos dinámicos de las antiguas sociedades a partir de restos materiales estáticos?
Para abordar esta cuestión, los investigadores vincularon los indicadores del IDH a evidencias arqueológicas. Por ejemplo, el nivel de vida, una dimensión clave del IDH, puede reflejarse en la capacidad de innovación de una sociedad. En términos arqueológicos, esto se manifiesta en la aparición de nuevas tecnologías, como el diseño de arados o telares, que dejan rastros tangibles en los registros materiales.
El estudio se centró en las comunidades de Cucuteni-Trypillia, que existieron entre aproximadamente 5050 y 2950 a.C. en lo que hoy son Rumanía, Moldavia y Ucrania. Estas sociedades, conocidas por sus asentamientos circulares de hasta 320 hectáreas y con poblaciones de hasta 17.000 personas, representan un escenario ideal para aplicar el enfoque de las capacidades.
El análisis reveló que, durante su apogeo, estos asentamientos presentaban un notable grado de igualdad social y ofrecían amplias oportunidades para que los individuos participaran activamente en la vida comunitaria. Sin embargo, el estudio también plantea nuevas explicaciones para el desarrollo de estas sociedades.
La cultura Cucuteni evolucionó a partir de la danubiana de Cerámica de Bandas y suele ser definida como el primer caso de asentamiento urbano en Europa (incluso hay quien habla de incipientes ciudades-estado), pese a tratarse generalmente de poblados pequeños, separados entre sí unos tres o cuatro kilómetros. Eso se debe a que en una fase más avanzada crecieron y llegaron a albergar hasta cuatro decenas de miles de habitantes, como ocurrió en Tripilia (en Cucuteni los poblados eran algo menores, de no más de 4.000 personas). Esta cultura es conocida por quemar sus poblados intencionadamente cada cierto tiempo.
Tradicionalmente, se ha atribuido el crecimiento de estos asentamientos a factores como el cambio climático o el aumento de la población, que habrían impulsado innovaciones tecnológicas y políticas. Según los investigadores, podría haber ocurrido lo contrario: las crecientes oportunidades y posibilidades de realización personal atrajeron más población, lo que a su vez fomentó el crecimiento demográfico y la innovación.
Este enfoque no solo ofrece una nueva manera de interpretar sociedades antiguas, sino que también desafía patrones explicativos tradicionales en arqueología. Al aplicar el Índice de Desarrollo Humano a contextos del pasado, los investigadores están impulsando discusiones novedosas sobre cómo entender los hallazgos arqueológicos y las dinámicas sociales subyacentes. En el futuro, esta metodología podría extenderse a otras culturas y periodos históricos, enriqueciendo la forma en que interpretamos la evolución de las sociedades humanas.
FUENTES
Arponen, V. P. J., Ohlrau, René and Kerig, Tim. The Capability Approach and Archaeological Interpretation of Transformations: On the Role of Philosophy for Archaeology. Open Archaeology, vol. 10, no. 1, 2024, pp. 20240013. doi.org/10.1515/opar-2024-0013
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