En las cristalinas aguas del mar Jónico, a 47 millas náuticas al este del italiano cabo de Santa María di Leuca, se encuentra Ozoní (Οθωνοί, Othonoi, en griego), una isla que combina historia, mitología y una belleza natural inigualable. Reconocida como el punto más occidental de Grecia, Ozoní es la mayor y más poblada de las islas Diapondias.

Para los estudiosos de la mitología, este pequeño paraíso es aún más fascinante, ya que ha sido identificada como la mítica Ogigia, hogar de la ninfa Calipso en La Odisea de Homero. Hoy, la isla ofrece un viaje único a través del tiempo, donde las leyendas antiguas se mezclan con la realidad cotidiana de sus habitantes.

Ozoní ha tenido numerosos nombres a lo largo de los siglos, reflejo de su rica y variada historia. En los textos antiguos, se la conocía como “Othronos” o “Thoronos”. Los venecianos y los italianos la llamaron “Fanò”, debido a su emblemático faro, y también “Fidonisi” (Isla de las Serpientes), por la abundancia de estos reptiles.

Ozoní Othonoi
Localización de Ozoní (Othonoi) al noroeste de Corfú. Crédito: Furian / depositphotos.com

Sin embargo, el nombre más evocador es Ogigia, que según las interpretaciones de cartógrafos y escritores de los siglos XVII y XVIII, era el refugio donde Calipso retuvo a Odiseo durante siete años. El lugar concreto se localiza en una cueva próxima a la playa de Ámmos Áspros.

La geografía de Ozoní parece respaldar esta identificación. Homero describe Ogigia como una isla rica en cipreses y dotada de un aroma embriagador. Hoy, Ozoní está cubierta de olivos centenarios, cipreses y una flora mediterránea exuberante. Además, su ubicación, relativamente cercana a Corfú, coincide con el relato del viaje de Odiseo, quien naufraga en la isla de los feacios tras dejar Ogigia.

La posición estratégica de Ozoní la convirtió en objeto de deseo de múltiples potencias a lo largo de la historia. La isla fue gobernada por francos, venecianos y, durante un breve período, por Carlos III de Nápoles. En el siglo XVI, los turcos otomanos, bajo el mando de Hayreddin Barbarroja, atacaron la isla, masacrando a sus habitantes. Este trágico evento se recuerda hoy con un monumento en el distrito de Stavros.

Ozoní Othonoi
La isla de Ozoní al fondo, tras la pequeña isla de Mathraki. Crédito: Dreizung / Wikimedia Commons

Durante el siglo XIX, Ozoní fue parte del protectorado británico de las Islas Jónicas hasta 1864, cuando estas fueron cedidas a Grecia. En ese tiempo, la isla sirvió como capital administrativa de las Diapondias y experimentó un renacimiento cultural y económico, aunque su población comenzó a disminuir a medida que los residentes emigraban en busca de mejores oportunidades.

Ozoní es un verdadero santuario natural, hogar de una rica biodiversidad tanto en tierra como en mar. Además de estar cubierta casi en su totalidad por olivos, algunos plantados durante la ocupación veneciana, y cypreses, abundan las hierbas aromáticas como el orégano y la salvia, que crecen en abundancia mientras que los cultivos de frutas y verduras prosperan en sus fértiles valles.

En el mar, la vida marina incluye delfines, focas monje mediterráneas, y hasta tiburones. El fondo marino de la isla es un tesoro para los amantes del buceo, con pecios, cuevas submarinas y una geomorfología única. El legado de su apodo “Isla de las Serpientes” persiste, ya que aún se encuentran víboras entre su fauna reptiliana.

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La Cueva de Calipso en Ozoní. Crédito: Katechis303 / Wikimedia Commons

La isla conserva una red de senderos tradicionales que conectan sus asentamientos y puntos de interés. Caminar por Ozoní es una experiencia inmersiva, donde cada paso revela vistas espectaculares del Jónico y del Adriático. El Monte Imerovigli, la cima más alta de la isla, ofrece un panorama que abarca las demás islas Diapondias y, en días claros, las costas italianas.

Los habitantes de Ozoní han mantenido tradiciones que combinan influencias griegas e italianas. Su dialecto, salpicado de palabras italianas, es un testimonio de siglos de interacción cultural. Aunque la emigración ha reducido su población, los residentes actuales se dedican principalmente al turismo, la pesca y la producción de aceite de oliva, continuando la antigua tradición.

Entre los monumentos de Ozoní se encuentran el faro, construido en 1872, y las ruinas de una fortaleza veneciana en el cabo Kastri. Uno de los lugares más evocadores es la cruz en Stavros, que conmemora la masacre de 1537. Además, un monumento en Ammos rinde homenaje a la tripulación del submarino Protefs, hundido en 1940 durante la Segunda Guerra Mundial.

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La isla de Ozoní se identifica como la Ogigia de La Odisea. Crédito: Resalto othoni / Wikimedia Commons

Desde sus colinas cubiertas de olivos hasta sus aguas azules profundas, esta isla encapsula el espíritu de Grecia: una mezcla de belleza, historia y mito. Visitar Ozoní es sumergirse en un lugar donde cada rincón tiene una historia que contar, un eco de tiempos antiguos que resuena hasta hoy.



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