Las investigaciones genéticas más recientes han revolucionado nuestra comprensión de las sociedades neolíticas, revelando un panorama más complejo y diverso que el que tradicionalmente se había concebido. Estudios realizados por un equipo interdisciplinario de las universidades de York, Viena y Harvard han mostrado que estas comunidades no solo estaban marcadas por la movilidad y la interconexión, sino también por un sorprendente grado de igualdad social y libertad individual.

Históricamente, se sabía que los primeros agricultores migraron desde el Cercano Oriente hacia Europa, llevando consigo las innovaciones agrícolas. Sin embargo, este nuevo estudio ha demostrado que la movilidad continuó durante el período neolítico, indicando que las personas viajaban grandes distancias y mantenían redes sociales extensas. A través del análisis genético de más de 300 individuos, se descubrió que muchas personas vivían lejos de sus familias, lo que apunta a sociedades menos restringidas por la proximidad geográfica.

El análisis de más de 250 individuos pertenecientes a la cultura de la cerámica lineal (Linear Pottery Culture) permitió observar que este grupo se expandió por cientos de kilómetros en solo unas pocas generaciones. A pesar de esta dispersión geográfica, los entierros no mostraban diferencias significativas en los bienes funerarios, la alimentación ni los orígenes de los individuos, independientemente de su género. Este hallazgo sugiere que hombres y mujeres disfrutaban de un trato equitativo, al menos en términos de las prácticas funerarias.

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Mapa de la Cultura de la Cerámica Cordada y los lugares estudiados. Crédito: P. Gelabert et al.

Además, en un notable ejemplo de conexión familiar, un entierro triple, que se pensaba correspondía a una madre y sus dos hijos, resultó ser el de una tía paterna y sus sobrinos. Los brazos de la mujer, colocados de manera protectora alrededor de los niños, reflejan un profundo acto de cuidado y enfatizan la importancia de los lazos familiares amplios en estas comunidades.

Los datos arqueológicos y genéticos también revelan un papel más activo de las mujeres en la agricultura de lo que se creía anteriormente. Las herramientas de piedra y la cerámica encontradas en los sitios funerarios sugieren que las mujeres participaban activamente en las labores agrícolas, con algunas viajando más que los hombres, mientras que otras permanecían cerca de sus lugares de origen.

La desaparición de la cultura de la cerámica lineal alrededor del año 5000 a. C. sigue siendo un enigma. Una teoría sugiere que su declive estuvo marcado por períodos de violencia, como lo evidencia la masacre de Asparn-Schletz en Austria, donde más de 100 individuos fueron encontrados en un sistema de fosas con múltiples fracturas en sus esqueletos. No obstante, el nuevo análisis genético mostró que menos de 10 de estas personas estaban relacionadas entre sí, lo que desafía la idea de que se trataba de un ataque contra una comunidad específica.

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Esqueletos de la masacre de Asparn-Schletz. Crédito: State Collections of Lower Austria

La masacre también plantea preguntas sobre la ausencia de mujeres jóvenes entre los restos y el predominio de niños entre las víctimas. Estas incógnitas abren un debate sobre las posibles razones detrás de este acto de violencia y su significado en el contexto del final de esta comunidad.

La profesora Penny Bickle, una de las investigadoras principales, destacó que la noción de género en las sociedades neolíticas era mucho más dinámica de lo que se había asumido. Su investigación actual explora cómo las mujeres fueron valoradas y cómo su papel cambió a medida que la agricultura se expandió por Europa. Los hallazgos desafían concepciones estáticas sobre el género y muestran que, a lo largo de la historia, las sociedades han respondido de manera diversa a las transformaciones culturales y económicas.

Este estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour, representa un avance significativo en nuestra comprensión de las sociedades neolíticas y sus complejas dinámicas sociales. A través de un análisis minucioso de datos genéticos y arqueológicos, los investigadores han pintado un retrato vibrante de estas comunidades, subrayando su movilidad, igualdad y la importancia de las conexiones familiares.


FUENTES

University of York

Gelabert, P., Bickle, P., Hofmann, D. et al. Social and genetic diversity in first farmers of central Europe. Nat Hum Behav (2024). doi.org/10.1038/s41562-024-02034-z


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