Un descubrimiento científico ha desvelado uno de los mayores enigmas de la historia: el origen de las lenguas Italo-Celtas y Greco-Armenias, pilares fundamentales de las civilizaciones mediterráneas. Un equipo internacional de genetistas y arqueólogos ha logrado reconstruir los patrones de migración y mezcla cultural que dieron lugar a estas importantes familias lingüísticas.
La investigación, publicada recientemente en el servidor de preimpresión bioRxiv, secuenció los genomas de 314 individuos antiguos que habitaron la región mediterránea hace entre 5200 y 2100 años. Este análisis revela una divergencia profunda entre las poblaciones del Mediterráneo oriental y occidental, un hecho que también se refleja en las estructuras de las lenguas clásicas de estas áreas.
El estudio identifica dos principales corrientes migratorias responsables de moldear las raíces genéticas y lingüísticas de los pueblos mediterráneos. Por un lado, los habitantes del Mediterráneo occidental, incluidas las actuales Italia, Francia y España, muestran una influencia genética predominante de la cultura del Vaso Campaniforme, asociada con las lenguas itálicas y celtas. Por otro lado, las poblaciones de Grecia y Armenia adquirieron su ascendencia de los Yamnaya, un grupo pastoralista del este de Europa.
La separación genética y cultural entre el este y el oeste del Mediterráneo es consistente con las teorías lingüísticas de Italo-Celta y Greco-Armenio, respaldando la idea de que estos grupos evolucionaron a partir de influencias genéticas y culturales distintas, explican los investigadores.
El análisis sugiere que las migraciones masivas de la Edad del Bronce fueron el motor principal de esta diversificación. Los investigadores documentaron cómo las poblaciones esteparias trajeron consigo no solo su genética, sino también innovaciones culturales, como los carros y la metalurgia, que rápidamente se integraron en las sociedades locales.
En Italia, por ejemplo, las lenguas itálicas, como el latín, parecen haber surgido gracias a la influencia de la cultura del Vaso Campaniforme, cuyos descendientes llegaron a dominar el panorama cultural de la península antes de la romanización. Mientras tanto, en Grecia, los individuos con ascendencia Yamnaya se establecieron en el Peloponeso, donde introdujeron las raíces de lo que más tarde sería el idioma griego clásico.
La investigación no solo confirma las hipótesis lingüísticas de Italo-Celta y Greco-Armenio, sino que también descarta teorías alternativas, como la Italo-Germánica, que proponía una conexión más estrecha entre las lenguas itálicas y las germánicas.
Estos hallazgos destacan cómo los patrones genéticos pueden reflejar trayectorias lingüísticas complejas. La interacción entre la genética y la lingüística nos ofrece una ventana única para comprender cómo los pueblos antiguos se movieron, interactuaron y evolucionaron culturalmente, subrayan los investigadores.
El estudio también resalta cómo el Mediterráneo sirvió como un espacio de intercambio cultural y genético. Chipre, por ejemplo, aparece como un punto de encuentro entre las influencias de Grecia, el Levante y Anatolia, mientras que Italia muestra una mezcla diversa que incluye influencias locales y migratorias de Europa central.
El descubrimiento marca un hito en la comprensión de cómo las lenguas indoeuropeas, que hoy dominan gran parte del mundo, se diversificaron y florecieron en sus primeras etapas.
FUENTES
Fulya Eylem Yediay, Guus Kroonen, et al., Ancient genomics support deep divergence between Eastern and Western Mediterranean Indo-European languages, bioRxiv (2024). DOI:10.1101/2024.12.02.626332
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