Según la tradición, Damo nació en Crotona, una próspera ciudad de la Magna Grecia, aproximadamente en el año 535 a.C. Era hija del célebre filósofo Pitágoras, fundador de una influyente secta filosófica y religiosa, y de Téano (según algunas fuentes, hija del famoso atleta Milón de Crotona), quien también fue una destacada pensadora.
Aunque se le atribuyen otros hermanos, como Telauges y Arignote, los relatos antiguos no siempre coinciden en los detalles de la estructura familiar. Algunas fuentes destacan que Damo fue única hija, mientras que otras mencionan que compartió su vida con al menos dos hermanas, Myia y Arignote.
La vida de Damo transcurrió en un entorno profundamente marcado por el ascetismo y los ideales éticos promovidos por su padre. Como parte de la comunidad pitagórica, Damo habría participado en las enseñanzas que combinaban matemáticas, filosofía, música y misticismo, disciplinas que los pitagóricos consideraban esenciales para la purificación del alma.
Una de las historias más conocidas sobre Damo aparece en la obra de Jámblico, un filósofo neoplatónico que escribió extensamente sobre los pitagóricos en su tratado Vida de Pitágoras. Jámblico relata que, tras la muerte de Pitágoras, Damo heredó los escritos de su padre, los cuales incluían memorandos (en griego, hypomnemata) de gran importancia para la comunidad pitagórica. Según este relato, Pitágoras confió en que su hija preservaría sus enseñanzas.
Pitágoras dejó sus escritos a su hija Damo, con la instrucción de no divulgarlos a personas ajenas al círculo pitagórico, ni siquiera a cambio de grandes sumas de dinero. Ella, obedeciendo las órdenes de su padre, rechazó toda oferta y consideró más valiosa la fidelidad a su legado que cualquier riqueza material
Jámblico, Vida de Pitágoras, 34
En la tradición pitagórica, Damo es presentada como un modelo de virtud y devoción filosófica. La comunidad pitagórica, aunque jerárquica, era notable por permitir la participación de mujeres en la vida intelectual y religiosa, y para los pitagóricos, la riqueza material era secundaria frente a la búsqueda de la verdad y la vida virtuosa. Damo encarnó estos ideales.
Aunque no se conservan obras directamente atribuidas a ella, es probable que, como miembro activo de la secta pitagórica, participara en la elaboración de ideas que posteriormente se atribuyeron a su padre o a otros miembros de la comunidad, ya que los pitagóricos adoptaron una práctica colectiva de autoría, en la cual las contribuciones individuales se absorbían bajo el nombre de Pitágoras.
Diogenes Laercio, en su obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, menciona brevemente el papel de Damo en la transmisión del conocimiento pitagórico, destacando cómo preservó los textos y las enseñanzas de su padre. Cuando Pitágoras murió, Téano y su hija Damo siguieron adelante investigando y realizando aportaciones a las teorías pitagóricas.
Los escritos de Pitágoras confiados a su hija Damo parecen haber tenido un destino rodeado de misterio, acorde con la tradición secreta y esotérica que caracterizó a la comunidad pitagórica. Según los relatos transmitidos por autores antiguos, Damo los preservó fielmente tras la muerte de su padre, cumpliendo estrictamente su instrucción de no divulgarlos a personas externas al círculo pitagórico, por temor de que fueran malinterpretados o desvirtuados si caían en manos indebidas.
Jámblico, en su Vida de Pitágoras, destaca la lealtad de Damo al mandato paterno. A pesar de las difíciles circunstancias económicas que pudo haber enfrentado, Damo rechazó todas las ofertas de compra por los escritos, prefiriendo honrar el legado de su padre antes que ceder a la tentación de riquezas. La tradición sostiene que Damo pasó estos escritos a su hija Bitale y a su hermano Telauges, asegurando que el conocimiento se transmitiera dentro del círculo familiar y de confianza.
Muchos dicen que tú [scil. Hiparco] practicas la filosofía incluso en público; Pitágoras expresó claramente su desaprobación de esta práctica cuando, habiendo confiado sus Apuntes a su hija Damo, le ordenó que no se los diera a nadie fuera de la casa. Y ella, aunque podría haberlos vendido por mucho dinero, no quiso hacerlo. Pensaba que la pobreza y los deseos de su padre valían más que el oro, y eso a pesar de ser mujer.
Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, 8.42
Sin embargo, con el paso del tiempo, los textos originales atribuidos a Pitágoras —y posiblemente enriquecidos por las aportaciones de Damo y otros miembros de su círculo— se perdieron. Esto no es inusual, ya que en la antigüedad muchas obras filosóficas se transmitían oralmente o a través de copias manuscritas limitadas, susceptibles de desaparecer por guerras, persecuciones o el simple desgaste del tiempo.
Algunos autores sugieren que la pérdida de los escritos originales de Pitágoras está ligada a la persecución que enfrentó la comunidad pitagórica tras la muerte de su fundador. Los conflictos políticos en Crotona y en otras ciudades de la Magna Grecia, donde los pitagóricos habían tenido una gran influencia, llevaron al saqueo de sus lugares de reunión y a la dispersión o destrucción de sus textos.
A pesar de la desaparición física de los textos, las ideas atribuidas a Pitágoras sobrevivieron, probablemente gracias a las tradiciones orales y a las obras de sus discípulos y seguidores posteriores, como Filolao y Arquitas. Estas ideas, transmitidas a través de varias generaciones, se integraron en la filosofía griega clásica y, más tarde, en las corrientes neoplatónicas.
Damo es una figura fascinante que, aunque envuelta en la penumbra de la historia, brilla como un ejemplo de virtud, lealtad y compromiso filosófico, con un papel primordial como depositaria del legado de Pitágoras, y como intermediaria en la transmisión de ideas que formaron la base del pensamiento occidental. Quizá su mayor enseñanza no resida en las palabras que escribió o preservó, sino en el ejemplo de su vida como filósofa y guardiana de los ideales pitagóricos. Damo murió en Atenas, en torno al año 475 a.C.
FUENTES
Iamblichus, The Life of Pythagoras
Dorota M. Dutsch, Pythagorean Women Philosophers: Between Belief and Suspicion
M.E. Waithe, A History of Women Philosophers
Wikipedia, Damo
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