Durante las recientes obras de renovación de un parque infantil cercano a la muralla del antiguo campamento romano en Haltern am See (Alemania), un equipo de arqueólogos del LWL (Landschaftsverband Westfalen-Lippe) ha realizado un hallazgo de gran relevancia histórica. Entre los descubrimientos destacan un juego de vidrio de la época romana, dos antiguos hornos de pan, clavos de calzado militar y ocho fosas que contenían los restos de los pilares de la muralla de madera y tierra que rodeaba el asentamiento.
La arqueóloga principal del proyecto, la Dra. Bettina Tremmel, especialista en arqueología provincial romana en LWL, explicó que las obras de renovación en el parque infantil, situado junto a la calle Römerstraße, comenzaron en el verano y tomaron a su equipo por sorpresa.
Sin embargo, debido a la ubicación, consideraron que era muy probable encontrar restos arqueológicos, ya que esta área formaba parte de las fortificaciones originales del campamento romano. Por esta razón, Tremmel ordenó una serie de excavaciones y análisis arqueológicos de emergencia para documentar cualquier descubrimiento antes de que las obras continuaran.
La muralla de madera y tierra, que había sido reconstruida anteriormente en la puerta oeste del campamento (conocido como Aliso en la época romana), era una estructura crucial para la defensa del asentamiento y servía de barrera protectora para los soldados romanos.
Además de las fosas de los pilares que sostenían la muralla, los arqueólogos encontraron también dos antiguos hornos, que probablemente fueron utilizados por los legionarios para la preparación del pan hace más de 2.000 años. Estos hornos, junto con otras fosas que contenían restos de desechos de la época, ofrecen una mirada fascinante a la vida cotidiana dentro del campamento.
Uno de los descubrimientos más interesantes fue una serie de clavos pertenecientes a las caligae, o botas militares romanas. Los arqueólogos detectaron estos clavos mediante un pinpointer, un pequeño detector de metales que les permitió localizar el área precisa donde se encontraban los restos.
Aunque el cuero de las botas estaba completamente desintegrado por el paso del tiempo y las condiciones del suelo arenoso de Haltern, los clavos que originalmente sujetaban las capas de cuero se encontraban en una disposición casi intacta. Los arqueólogos sospechan que estos clavos pertenecieron a una bota pequeña que se había doblado en la zona del talón, posiblemente como resultado de su uso intenso.
Andreas Weisgerber, restaurador del LWL, detalló que la suela de la caliga era bastante robusta, con un grosor estimado de aproximadamente 0,8 centímetros, compuesta por tres capas de cuero unidas mediante estos clavos de hierro forjados a mano.
Las puntas de los clavos se doblaban en la parte superior de la suela para asegurar la estructura. Tremmel explicó que, a pesar de que los soldados romanos no usaban calcetines, caminar sobre estas suelas con múltiples clavos (alrededor de 60 en cada una) probablemente creaba una especie de efecto de masaje en sus pies.
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