Arqueólogos en el sur de Francia han desenterrado una tumba del Neolítico Tardío que plantea más preguntas que respuestas. El hallazgo, ubicado en la localidad de Puisserguier, en el departamento de Hérault, corresponde a un entierro singular: el de una mujer cuya cabeza fue cuidadosamente colocada sobre su pecho. La datación de los restos se remonta al periodo Calcolítico (2700-2600 a.C.).
En 2017, un equipo de arqueólogos realizaba evaluaciones rutinarias en el sitio cuando se toparon con una fosa de 2,9 metros de diámetro, probablemente utilizada originalmente como bodega de almacenamiento. En su interior, a una profundidad de 30 centímetros, yacía el esqueleto de una mujer adulta.
Los análisis iniciales determinaron su género a partir de la morfología pélvica, lo cual fue posteriormente confirmado mediante pruebas paleogenéticas. La datación por radiocarbono ubicó los restos en una etapa tardía de la cultura Verazien, una tradición material característica de la región de Languedoc-Rosellón y Cataluña.
Sin embargo, lo que hace única a esta sepultura es el trato recibido por el cuerpo. Aunque la disposición del esqueleto sigue las normas típicas de la época —con el cuerpo supino y los brazos cruzados sobre el pecho—, la cabeza había sido separada del cuello y colocada meticulosamente sobre el torso, sostenida por la mano derecha.
Los investigadores han descartado que el posicionamiento inusual de la cabeza sea resultado de procesos naturales de descomposición. La preservación anatómica de la conexión entre el cráneo, la mandíbula y la mano derecha indica que fueron cubiertos de tierra antes de descomponerse, evitando cualquier desplazamiento accidental de los huesos. Esto refuerza la hipótesis de que la decapitación fue un acto intencionado, realizado posiblemente en el momento de la muerte o poco después.
No obstante, el estado fragmentado de las vértebras cervicales dificulta determinar si hubo cortes visibles en los huesos, lo que podría haber ofrecido una evidencia directa de un corte deliberado. Esta ausencia de marcas y la integración del cráneo con el resto del cuerpo contrasta con otras prácticas documentadas de la región, donde los cráneos eran removidos mucho tiempo después del entierro.
El Neolítico y el Calcolítico son períodos conocidos por una amplia diversidad de costumbres funerarias. En varios sitios europeos, las sepulturas con cuerpos decapitados se asocian frecuentemente con rituales violentos o prácticas simbólicas, como la remoción de cráneos para exhibición o veneración. Sin embargo, hasta ahora no se había documentado en el sur de Francia una sepultura como la de Puisserguier.
En algunos contextos arqueológicos, el acto de decapitación puede interpretarse como un gesto de exclusión social o simbólica, relegando al difunto a una posición marginal en la comunidad. Sin embargo, el cuidado evidente en la disposición del cuerpo sugiere lo contrario. La posición anatómicamente correcta y el esfuerzo por mantener una apariencia de normalidad en la disposición general del esqueleto apuntan a un respeto por la fallecida, aunque con una singularidad que podría indicar un significado ritual o simbólico especial.
Este entierro plantea múltiples interrogantes para los arqueólogos. ¿Por qué fue decapitada esta mujer? ¿Formaba parte de un ritual funerario único, o fue víctima de circunstancias extraordinarias? ¿Representa este caso un ejemplo aislado o indica la existencia de una práctica más extendida, aún no documentada?
La ausencia de paralelos exactos en la región complica su interpretación. Aunque existen registros de decapitaciones en otros yacimientos neolíticos europeos, suelen incluir desmembramientos o disposiciones menos cuidadosas, lo que subraya la singularidad del hallazgo de Puisserguier.
Que sepamos, el enterramiento de Puisserguier no tiene equivalente en ningún otro lugar de Francia. Su singularidad reside en el marcado contraste entre la aparente interrupción intencionada de la continuidad anatómica a la altura del cuello y los meticulosos cuidados post mortem dispensados al cuerpo. La atención que se presta a la posición de la cabeza y de la mano derecha indica probablemente una práctica funeraria deliberada, concluyen los investigadores. Y añaden que además, la colocación del cuerpo de una manera comúnmente observada en los enterramientos neolíticos individuales indica, creemos, la importancia atribuida al mantenimiento de la normalidad en la muerte, a pesar del notable tratamiento y la puesta en escena aplicados al difunto.
FUENTES
Rouquet J, Hernandez J, Marsac R, Pruvost M, Gandelin M. The decapitated woman of Puisserguier (Hérault, France): a case study of mortuary treatment. Antiquity. Published online 2024:1-7. doi:10.15184/aqy.2024.191
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