En la década de los 80, un sonido enigmático proveniente de las profundidades del océano captó la atención de la comunidad científica. Este fenómeno, que llegó a conocerse como el sonido “Bio-Duck”, ha sido un misterio desde su primera detección en julio de 1982. Fue en el marco de un experimento llevado a cabo en la Cuenca de Fiji Sur, donde investigadores en Nueva Zelanda registraron un sonido desconocido compuesto por cuatro ráfagas cortas, similar al graznido de un pato, de ahí el nombre “Bio-Duck”.

El investigador Ross Chapman, de la Universidad de Victoria, quien lideró el estudio del fenómeno, narra la sorpresa inicial que generó el sonido. Chapman explica que en un primer momento se pensó que la fuente del ruido no podía ser de origen biológico, dado su carácter repetitivo. Sin embargo, tras analizar la información y comparar datos con otros colegas en Australia, descubrieron que sonidos similares se habían registrado también en otras zonas alrededor de Nueva Zelanda y Australia. Esta observación llevó a un consenso entre los expertos: el “Bio-Duck” era probablemente un fenómeno biológico.

A pesar de décadas de estudio, el origen de este sonido sigue siendo un misterio sin resolver. Aunque existen teorías que atribuyen los ruidos a ballenas minke antárticas, estas no han sido confirmadas mediante observaciones visuales de los animales al emitir el sonido.

Uno de los aspectos más fascinantes del estudio es la posibilidad de que el “Bio-Duck” sea parte de una forma de comunicación entre animales marinos. Los datos fueron registrados mediante una antena acústica, un sistema de hidrófonos que fue remolcado detrás de un barco y que permitió identificar la dirección de procedencia de los sonidos.

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Los cientificos creen que el sonido puede ser una forma de comunicación entre animales, como las ballenas Minke. Crédito: Anne Smrcina / NOAA / Dominio público / Wikimedia Commons

Chapman señala que, en sus registros, se detectaron varios “hablantes” en distintas posiciones del océano que emitían sonidos, y que al parecer, “escuchaban” cuando otro emitía un ruido, guardando silencio antes de responder. Esta dinámica sugiere una forma de interacción o conversación que, si bien no se comprende completamente, parece tener un patrón coordinado.

Chapman comenta que es posible que estos sonidos hayan sido una forma de comunicación social, quizás entre padres e hijos, o incluso comentarios sobre el “extraño” barco que remolcaba el equipo de investigación detrás de él.

La Reunión de la Sociedad de Acústica de América, que se celebra de manera virtual del 18 al 22 de noviembre de 2024, es un evento importante para la comunidad científica en el campo de la acústica. Durante el evento, la ASA no solo presenta estudios como el de Chapman, sino que también ofrece una variedad de documentos y ponencias en un lenguaje accesible para el público general, incluyendo materiales en formato de artículos resumidos y documentos acompañados de imágenes y videos.

Fundada con el propósito de promover la ciencia del sonido, la Sociedad de Acústica de América agrupa a más de 7,000 miembros de diferentes disciplinas de todo el mundo. Sus publicaciones incluyen el Journal of the Acoustical Society of America y la revista Acoustics Today, entre otros materiales especializados que abordan temas relacionados con la acústica.



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