Entre los meses de agosto y octubre de este año, el Landesamt für Denkmalpflege (LAD) de Stuttgart (Alemania), llevó a cabo una nueva fase de investigaciones arqueológicas en Altenburg, ubicado en el municipio de Jestetten a pocos kilómetros de las Cataratas del Rin. Este enclave, conocido como el oppidum de Altenburg-Rheinau, fue uno de los mayores y más significativos asentamientos celtas del norte de los Alpes durante el siglo I a.C.
Los hallazgos obtenidos han arrojado luz sobre la vida cotidiana de esta comunidad y han subrayado el papel central de esta ciudad en el comercio con el Mediterráneo y como núcleo de actividades artesanales especializadas.
El oppidum de Altenburg-Rheinau ocupa dos penínsulas: la península Schwaben, situada en el lado alemán, y la península Au, en el lado suizo, ambas delimitadas por murallas defensivas. Investigaciones previas, como las llevadas a cabo en la década de 1970 por la Universidad de Tubinga, ya habían proporcionado información sobre la organización del asentamiento en una superficie total de 320 hectáreas.
Las más recientes excavaciones, realizadas entre 2022 y 2024 por el LAD, han permitido ampliar nuestro conocimiento sobre las estructuras y actividades de este emplazamiento.
Durante la campaña de este año, desarrollada en áreas cercanas al muro defensivo principal conocido como “Schanz”, se identificaron múltiples fosas rellenas. Según el Dr. Günther Wieland, director del proyecto y especialista en la Edad de los Metales, estas fosas, de hasta 2,5 metros de profundidad, presentan capas diferenciadas de relleno y habrían sido utilizadas originalmente para almacenar alimentos. Asimismo, se hallaron restos de estructuras subterráneas con acceso mediante rampas o escaleras de tierra, posiblemente empleadas como bodegas o almacenes.
Sin embargo, los vestigios de edificaciones habitacionales son escasos. Se descubrió únicamente una construcción de postes con planta cuadrada, que se interpreta como un posible almacén, más que una vivienda.
Entre los hallazgos más destacados se encuentran fragmentos de cerámica local y piezas importadas, como ánforas italianas utilizadas para transportar vino, un bien de lujo muy apreciado por la élite celta. También se recuperaron numerosas monedas celtas, evidencia de una economía monetaria que facilitó el comercio de larga distancia.
Según Wieland, estos descubrimientos confirman la existencia de una red comercial bien estructurada que conectaba el oppidum con el Mediterráneo.
Un hallazgo excepcional fue un estilete de hueso, un instrumento de escritura utilizado para grabar en tablillas de cera, hallado durante las excavaciones de 2023.
Este objeto no solo evidencia el uso de la escritura en el asentamiento, sino que también subraya la sofisticación administrativa y económica necesaria para mantener intercambios comerciales de gran alcance.
Los objetos personales encontrados, como fíbulas y hebillas de bronce y hierro decoradas con intrincados diseños, ofrecen una mirada a la vida cotidiana y la moda de los habitantes del oppidum. Asimismo, el análisis de los restos óseos de animales, en su mayoría de ganado, sugiere una economía basada en la ganadería organizada y la producción especializada de carne.
Las excavaciones no habrían sido posibles sin la colaboración de voluntarios y el apoyo logístico de la comunidad local. Durante octubre, numerosas personas tuvieron la oportunidad de visitar el sitio y presenciar las investigaciones en curso. De cara al futuro, se han planificado nuevas excavaciones para 2025, con el objetivo de seguir desentrañando los secretos de este fascinante asentamiento celta.
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