En 2018, durante excavaciones realizadas por la Universidad de Sheffield en Scremby, Lincolnshire, se descubrió un cáliz de aleación de cobre esmaltado en una tumba femenina que data del siglo VI d.C. Este objeto, conocido como el Cáliz de Scremby, destaca como una pieza única debido a su antigüedad, origen romano y su inclusión en un contexto funerario anglosajón.

Un estudio publicado en el European Journal of Archaeology, explora cómo este cáliz sobrevivió tres siglos tras su fabricación, su simbolismo en el entierro y los posibles usos que pudo haber tenido en ambas épocas.

La tumba donde se halló el cáliz formaba parte de un cementerio anglosajón compuesto por 49 entierros. Sin embargo, esta tumba en particular, perteneciente a una mujer joven (denominada Sk18), llamó la atención por la escasez de ajuares funerarios comparada con otras sepulturas del mismo lugar. Los únicos objetos encontrados, además del cáliz, fueron dos broches circulares simples y un par de brazaletes.

Scremby cup
La tumba de la mujer del siglo VI d.C. donde se encontró el cáliz. Crédito: H: Willmott et al.

El cáliz, colocado junto a la cabeza de la fallecida, estaba intacto y era plenamente funcional en el momento de su entierro. Esto lo distingue de otros artefactos romanos hallados en contextos anglosajones, que suelen ser fragmentos o piezas reutilizadas como chatarra. Según los investigadores, esto apunta a una posible función ceremonial o ritual en el entierro.

El cáliz mide 57 mm de altura y tiene una capacidad aproximada de 280 ml. Su cuerpo, ligeramente convexo, está decorado con paneles verticales de motivos incrustados, los cuales fueron rellenados con esmaltes de colores como azul, rojo y aguamarina. Esta disposición vertical es inusual en comparación con otros recipientes romanos esmaltados, que suelen presentar decoraciones horizontales.

La base del cáliz, hecha de una delgada lámina de metal, fue soldada al cuerpo principal con plomo. Los análisis técnicos revelaron que el cáliz fue fabricado utilizando la técnica de cera perdida, una práctica común en la metalurgia romana que permitía crear detalles precisos sin dejar líneas de fundición visibles.

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Sección transversal de la copa y su esquema decorativo. Crédito: H: Willmott et al.

Aunque su origen exacto sigue siendo objeto de debate, los investigadores sugieren que el cáliz podría haberse fabricado en el tercer siglo d.C., posiblemente en la región de Francia, dado que presenta similitudes estilísticas con otros objetos encontrados en ese país. Sin embargo, su composición química y diseño también son compatibles con prácticas metalúrgicas romanas de Gran Bretaña.

Uno de los aspectos más fascinantes del cáliz es el análisis de residuos orgánicos realizado en su interior. Durante la excavación, se encontraron restos de lípidos que fueron sometidos a análisis químicos mediante cromatografía de gases y espectrometría de masas. Los resultados indicaron la presencia de grasas animales, específicamente de origen porcino.

Aunque inicialmente se pensó que el cáliz pudo haber contenido alimentos, los investigadores no encontraron marcadores que indicaran que los lípidos habían sido sometidos a calor, como en el caso de la cocción. Esto sugiere que el contenido pudo haber sido grasa cruda, lo que plantea la posibilidad de un uso medicinal o ritual. En textos médicos bizantinos del siglo VI, se menciona el uso de grasa de cerdo para tratar infecciones y heridas, lo que ofrece un contexto potencial para interpretar este hallazgo.

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Vista escaneada en 3D de la copa. a) Exterior mostrando estrías de pulido. b) Interior, que no ha sido pulido. Crédito: H: Willmott et al.

El descubrimiento del Cáliz de Scremby plantea preguntas sobre cómo los objetos romanos fueron reutilizados y reinterpretados por las comunidades anglosajonas. La inclusión de material romano en entierros anglosajones no es rara, pero suele limitarse a fragmentos o piezas reutilizadas como adornos o talismanes. En este caso, el cáliz conserva su forma y función originales, lo que sugiere un uso especial.

Los investigadores exploran dos hipótesis principales sobre cómo llegó el cáliz a este contexto. La primera sugiere que pudo haber sido recuperado de un entierro romano anterior, un fenómeno documentado en otros hallazgos arqueológicos. La segunda, aunque menos común, plantea que el cáliz pudo haber sido cuidadosamente conservado durante generaciones como una especie de reliquia o herencia familiar.

En ambos casos, el objeto habría adquirido un valor simbólico significativo. Su antigüedad y rareza podrían haberlo dotado de un aura de poder o misticismo en el contexto anglosajón, marcando a la joven enterrada como alguien especial dentro de su comunidad.


FUENTES

Willmott H, Thompson L, Lundy J, Crichton-Turley C-E., From Roman Table to Anglo-Saxon Grave: An Archaeological Biography of the Scremby Cup. European Journal of Archaeology. 2024;27(4):507-525. doi.org/10.1017/eaa.2024.12


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