Hace aproximadamente 200 millones de años, en la transición entre las eras geológicas del Triásico y el Jurásico, los dinosaurios comenzaron a destacar significativamente en los ecosistemas terrestres. Durante este periodo, no solo crecieron en tamaño, sino que lograron superar en competencia a otros reptiles, convirtiéndose en los animales más grandes sobre la superficie terrestre.
Para comprender mejor esta fascinante etapa de su evolución, un grupo de investigadores ha analizado cientos de fragmentos de coprolitos, fósiles de excrementos conocidos científicamente como bromalitas. Este análisis ha proporcionado pistas clave sobre las primeras etapas del desarrollo de los dinosaurios y su interacción con el entorno que los rodeaba.
Joel Vikberg Wernström, biólogo evolutivo y doctorando en el Museo Universitario Ártico de Noruega en UiT, lideró este esfuerzo junto a colegas de universidades en Polonia, Suecia y Hungría. Según explica, las bromalitas ofrecen una ventana excepcional para entender quién comía a quién durante los últimos momentos del Triásico y los primeros del Jurásico.
El equipo de investigación recolectó más de 500 bromalitas durante años de trabajo de campo en Polonia. Posteriormente, utilizaron una avanzada técnica de rayos X, conocida como radiación sincrotrón, para escanear el interior de estos fósiles. Los escaneos permitieron crear modelos tridimensionales virtuales extremadamente detallados, donde los investigadores pudieron observar fragmentos de plantas y restos de animales que los dinosaurios habían ingerido.
Wernström destaca que el nivel de preservación de estos restos es sorprendente y permite obtener una visión mucho más precisa de la posición de los dinosaurios en las cadenas alimentarias de su tiempo. A diferencia del estudio tradicional de huesos y restos esqueléticos, que pueden ofrecer una visión limitada de las dietas y comportamientos, las bromalitas revelan directamente los hábitos alimenticios y las interacciones ecológicas de estos animales prehistóricos.
Uno de los descubrimientos más interesantes es cómo los dinosaurios evolucionaron gradualmente hasta convertirse en los gigantes que dominaban los ecosistemas. En sus inicios, eran criaturas pequeñas que se alimentaban de insectos y peces.
Después, los dinosaurios carnívoros experimentaron una evolución que, entre otras cosas, les permitió convertirse en grandes animales capaces de cazar a los enormes dinosaurios herbívoros de cuello largo y pezuñas de ave que aparecieron al cambiar la vegetación, explica Wernström.
Esta evolución también estuvo marcada por cambios en el entorno. Conforme la vegetación evolucionaba, aparecieron dinosaurios herbívoros de gran tamaño, como los de cuello largo y los ornitisquios. Estos animales, a su vez, impulsaron la evolución de depredadores más grandes y especializados.
El análisis de las bromalitas no solo confirma esta progresión, sino que también aporta nuevas perspectivas sobre cómo estos animales se adaptaron a cambios en su hábitat y dieta, consolidándose como las especies dominantes en tierra firme durante el Jurásico.
Los resultados de esta investigación muestran que la evolución de los dinosaurios no fue un proceso lineal, sino una serie de adaptaciones sucesivas a un entorno en constante transformación. Desde pequeños depredadores hasta los gigantes que todos conocemos, su éxito evolutivo estuvo ligado a su capacidad de diversificar sus dietas y adaptarse a nuevas condiciones ambientales.
FUENTES
UiT Norges arktiske universitet
Qvarnström, M., Vikberg Wernström, J., Wawrzyniak, Z. et al. Digestive contents and food webs record the advent of dinosaur supremacy. Nature (2024). doi.org/10.1038/s41586-024-08265-4
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