En los enfrentamientos de la antigüedad, el coraje y la resistencia eran cualidades esenciales para los guerreros que se aventuraban en el campo de batalla. Sin embargo, un reciente estudio ha sacado a la luz evidencia de que estos atributos no siempre dependían exclusivamente de la fortaleza física o el temple emocional. Investigaciones recientes, publicadas en la revista Praehistorische Zeitschrift, sugieren que los guerreros bárbaros de Europa del norte durante la época romana podrían haber utilizado estimulantes para mejorar su desempeño en combate.
En diversos yacimientos arqueológicos de Escandinavia, Alemania y Polonia, se han encontrado pequeños objetos en forma de cuchara anexados a cinturones, que datan del período romano. Estos objetos, con mangos de entre 40 y 70 mm de largo y cavidades de apenas 10 a 20 mm de diámetro, carecían de un propósito práctico para el cinturón, pero estaban acompañados de otros elementos relacionados con la guerra.
Según el estudio liderado por el arqueólogo Andrzej Kokowski y un equipo de biólogos de la Universidad Maria Curie-Skłodowska en Lublin, Polonia, estas pequeñas cucharas habrían servido para medir dosis precisas de sustancias estimulantes antes de entrar en batalla.
El hallazgo desafía la creencia generalizada de que las poblaciones bárbaras, a diferencia de las civilizaciones grecorromanas, no hacían uso extendido de sustancias narcóticas o psicotrópicas, más allá del consumo de alcohol. Las fuentes antiguas documentan ampliamente el uso de opio y otros compuestos en Grecia y Roma, pero hasta ahora, no había evidencia arqueológica que sugiriera prácticas similares entre los pueblos germanos y escandinavos.
El estudio analiza las plantas y sustancias que podrían haber estado al alcance de las comunidades germánicas de la época. Entre las opciones identificadas figuran el opio, el lúpulo, el cáñamo, la beleño, la belladona y diversos hongos con propiedades alucinógenas o estimulantes. Estas sustancias podían ser administradas disueltas en alcohol o en polvo, lo que habría facilitado su consumo en un contexto bélico.
El uso de estas pequeñas cucharas habría permitido a los guerreros controlar las dosis, minimizando el riesgo de intoxicaciones graves o efectos adversos. Además, el estudio sugiere que la disponibilidad de estas sustancias requería no solo acceso a recursos naturales, sino también conocimientos avanzados sobre su recolección, preparación y administración.
Aunque el enfoque principal del estudio está en el contexto militar, los investigadores plantean que el uso de estimulantes podría haberse extendido a otros ámbitos de la vida bárbara. Estas sustancias podrían haber desempeñado un papel relevante en ceremonias religiosas, prácticas médicas e incluso en rituales de cohesión social.
Este uso multifacético habría reflejado una comprensión sofisticada de las propiedades de los compuestos naturales, así como una intención consciente de aprovecharlos en beneficio de la comunidad.
La investigación de Kokowski y su equipo plantea preguntas más amplias sobre cómo las culturas antiguas manejaban los recursos disponibles para enfrentar los desafíos de su tiempo. Los estimulantes habrían servido no solo para infundir valor en los combatientes, sino también para mitigar el estrés y el miedo inherentes a los conflictos bélicos.
Además, el estudio sugiere un nivel significativo de organización y conocimiento dentro de estas comunidades, necesarios para garantizar el suministro constante de estas sustancias. Esto abre una ventana al entendimiento de la estructura social y económica de los pueblos bárbaros, tradicionalmente percibidos como menos avanzados que las civilizaciones romanas.
FUENTES
Jarosz-Wilkołazka, Anna, Kokowski, Andrzej and Rysiak, Anna. In a narcotic trance, or stimulants in Germanic communities of the Roman period. Praehistorische Zeitschrift, 2024. doi.org/10.1515/pz-2024-2017
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