En el suroeste de la Península Ibérica, entre el Neolítico Tardío y la Edad del Cobre, emergió una serie de objetos rituales que ha captado la atención de arqueólogos e historiadores desde hace más de un siglo: las placas de pizarra grabadas. Estos artefactos, especialmente el tipo denominado clásico, han sido interpretados como registros genealógicos en las comunidades antiguas de la región.
Un reciente estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Iowa y publicado en la European Journal of Archaeology, se dedica a evaluar esta teoría a través de un análisis estadístico de la mayor base de datos disponible hasta la fecha. Los resultados, además de ofrecer una comprensión más detallada de estos objetos, fortalecen la hipótesis de que estas placas pudieron haber sido símbolos de linajes o clanes, conservando la memoria de los antepasados en un sistema gráfico que podría ser una de las primeras formas de “escritura” en Europa.
Las placas de pizarra grabadas en la Península Ibérica datan de entre el 3200 y el 2200 a.C. y forman parte de una clase de objetos de carácter ritual. Si bien se encuentran principalmente en el sur de Portugal y el suroeste de España, su distribución se extiende por toda el área, revelando una amplia difusión de esta práctica en las sociedades de la región.
Con tamaños que oscilan en torno a los 15 centímetros, suelen ser descubiertas en tumbas colectivas, indicando una función posiblemente asociada a los ritos funerarios. Los patrones en estas placas son geométricos y a veces incluyen representaciones estilizadas de ojos o rostros, elementos que muchos expertos relacionan con la iconografía religiosa de la época. Sin embargo, uno de los enfoques más sólidos es el que propone que estos grabados reflejan un sistema genealógico, una interpretación que esta nueva investigación ha vuelto a poner en el centro del debate arqueológico.
El equipo de investigación dirigido por Katina Lillios, de la Universidad de Iowa, ha realizado un exhaustivo análisis de 1.826 placas de pizarra registradas en la base de datos ESPRIT (Engraved Stone Plaque Registry and Inquiry Tool). La base de datos ESPRIT, una herramienta digital que compila información detallada sobre estas placas, incluye aspectos como el diseño, la ubicación geográfica y el contexto de descubrimiento de cada una de ellas. Los investigadores evaluaron estadísticamente las relaciones entre la cantidad de registros en las placas, su distribución geográfica y el tamaño de las tumbas en las que se encontraron, proponiendo que estas variaciones reflejan el estatus social y la pertenencia a un linaje o clan.
Lillios y su equipo se enfocaron en las placas de tipo Clásico, las más comunes y uniformes, caracterizadas por una separación en dos partes: una “base” y una “parte superior”, separadas por bandas horizontales. La base, generalmente decorada con motivos geométricos en patrones horizontales (triángulos, ajedrezados, zigzags, entre otros), se ha interpretado como un marcador de genealogía. Según esta teoría, el número de registros (o niveles de decoración) indicaría la distancia generacional entre el fallecido y un antepasado significativo.
Una de las cuestiones clave que aborda el estudio es si existe una correlación entre el número de registros en las placas y su distribución geográfica. Si las placas reflejan registros genealógicos, los investigadores esperaban encontrar placas con un número menor de registros concentradas en el Alentejo (en el sur de Portugal), región considerada el “corazón” de esta tradición, mientras que aquellas con un número mayor de registros deberían estar más dispersas geográficamente.
Este patrón sería consistente con la expansión de las generaciones sucesivas de un linaje hacia otras áreas. Los resultados del análisis muestran una correlación significativa, aunque no concluyente, entre el número de registros y la dispersión de las placas, lo cual respalda la hipótesis de que estas pudieran representar linajes que se fueron expandiendo a lo largo del tiempo.
Otro aspecto fundamental que exploraron los investigadores fue la posible relación entre el tamaño de las tumbas donde se encontraron las placas y la cantidad de bandas que separan la base de la parte superior de estas. El tamaño de una tumba es un indicador de la inversión de trabajo y, posiblemente, del estatus de los individuos enterrados en ella. En esta investigación, se halló que las placas encontradas en tumbas más grandes tendían a tener un mayor número de bandas, lo cual podría sugerir una conexión entre la complejidad del diseño y el prestigio social de quienes las acompañaban.
Además, las placas de las tumbas más grandes también presentan un diseño característico en forma de zigzag y con frecuencia incluyen un “collar” en la parte superior, un detalle que solo aparece en un 18% de las placas de tipo Clásico. Este conjunto de características, según el estudio, podría estar asociado con individuos de alta posición social o con clanes específicos. Así, estas placas con diseños más complejos podrían haber sido signos de prestigio, reservados para personas con una posición distinguida en la comunidad.
Las conclusiones de Lillios y su equipo sugieren que las placas de pizarra grabadas no eran simplemente objetos decorativos, sino herramientas activas de transmisión de identidad, legitimación de linajes y preservación de la memoria colectiva. Al representar de manera gráfica los vínculos genealógicos, estos objetos podrían haber ayudado a reforzar la cohesión de los clanes y asegurar la transmisión de derechos y privilegios en una sociedad con tendencias jerárquicas. La estructura de los diseños —basados en patrones de tejido, un arte tradicionalmente asociado a la confección de prendas de vestir— refuerza la idea de que las placas reflejaban también el rol social y simbólico de los textiles en la vida de estas comunidades.
Si bien aún no se dispone de análisis de ADN que permitan verificar si los individuos enterrados junto a estas placas compartían linajes específicos, la evidencia disponible sugiere que estas pudieron funcionar como un sistema de escritura sin palabras, llamado semasiografía. Al grabar la información genealógica en las placas, las comunidades neolíticas y calcolíticas de Iberia habrían creado un sistema único de transmisión de memoria y legitimación de identidades que, de ser confirmado, podría catalogarse como una de las primeras formas de escritura en Europa.
La investigación sugiere también que, a medida que estas sociedades evolucionaron, el uso de las placas se desvaneció con la llegada de la llamada “cultura campaniforme” a finales del tercer milenio a.C. Sin embargo, los motivos geométricos de las placas reaparecen en los vasos campaniformes, lo que indica que los recuerdos de los clanes y linajes sobrevivieron, aunque adaptados a nuevos contextos y materiales.
FUENTES
Lillios KT, Tang Z, Bowen J. The Engraved Slate Plaques of Late Neolithic and Copper Age Iberia: A Statistical Evaluation of the Genealogical Hypothesis. European Journal of Archaeology. Published online 2024:1-18. doi:10.1017/eaa.2024.34
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