En las remotas tierras altas de Frigia el profesor Mark Munn de la Universidad Estatal de Pensilvania ha descifrado una parte de la inscripción en el monumento Arslan Kaya, conocido también como Roca del León. Este hallazgo confirma la mención de Materan —un nombre antiguo de la diosa Madre, o la Madre de los Dioses— en el monumento, y sugiere una datación precisa del monumento a la primera mitad del siglo VI a.C. La inscripción, aunque fragmentaria y casi borrada por el tiempo y el vandalismo, se ha identificado con la ayuda de una serie de fotografías capturadas en un momento específico del día, cuando la luz favorece su lectura.
El monumento Arslan Kaya es una formación rocosa imponente en las tierras altas de Frigia, en el oeste de Turquía actual, cerca del lago Emre Gölü. La estructura, tallada en un pico de conglomerado volcánico de unos quince metros de altura, destaca por una fachada esculpida que presenta detalles geométricos y una pequeña hornacina con restos de la figura de la diosa Madre. Encima de esta figura, en la base del frontón, se encuentran los restos de la inscripción que ha sido objeto de análisis.
A pesar de su deterioro, los elementos decorativos y arquitectónicos de la fachada de Arslan Kaya presentan un estilo que Munn ha comparado con monumentos de la región de Midas, cuna de la antigua civilización frigia. Los relieves muestran figuras de esfinges, además de la imagen de la diosa acompañada de leones. Estas figuras son símbolos de protección y poder, elementos muy característicos de las representaciones religiosas de Frigia, que, según Munn, fortalecen la conexión con la adoración de la diosa Madre en la región.
El texto en la base del frontón del Arslan Kaya ha sido objeto de atención y frustración entre los arqueólogos desde el siglo XIX. El deterioro de la roca, junto con el saqueo y el vandalismo, ha borrado casi todos los rastros de esta inscripción. La superficie ha sufrido el desgaste natural por siglos de exposición al clima, agravado en las últimas décadas por buscadores de tesoros que han empleado explosivos, dañando la superficie y fragmentando la imagen de la diosa en la hornacina. Aun así, Munn aprovechó la luz de media mañana, momento en el que las sombras resaltan las trazas restantes, para capturar las letras de la inscripción y compararlas con fotografías anteriores, remontándose hasta registros del siglo XIX.
Desde que William Ramsay descubrió el monumento en 1884, la inscripción había sido identificada como una serie de letras que no parecían seguir un patrón claro. A finales del siglo XIX, el arqueólogo Alfred Körte sugirió que el texto contenía las letras μ.τματεραν, aunque admitió que era una lectura insegura debido al desgaste. Esta interpretación fue la base para trabajos posteriores, que incluyeron a Paul Kretschmer y, más recientemente, a Claude Brixhe y Michel Lejeune, quienes publicaron una interpretación en la década de 1980.
Brixhe y Lejeune propusieron que solo cuatro letras eran visibles y las separaron en fragmentos, sugiriendo que el texto era ininteligible en su mayor parte. Sin embargo, Munn cuestionó esta conclusión. A través de una serie de fotografías detalladas, el profesor ha logrado observar marcas que apoyan la interpretación de Körte y Kretschmer, y que señalan la palabra Materan con mayor claridad, junto a otros caracteres que ahora aparecen como puntos divisorios entre palabras, típicos en las inscripciones frigias.
Según Munn, la palabra Materan es clave para entender la naturaleza religiosa de este monumento. En varias inscripciones frigias, este término se refiere a la diosa Madre, la protectora y deidad central en la cosmología frigia, también venerada en la vecina región de Lidia. En este caso, Materan se encontraría en la declinación acusativa, indicando que es el objeto de la frase inscrita, lo que sugiere que el monumento pudo haber sido una dedicación a la diosa, un testimonio de su importancia y culto en esta región. El análisis de Munn también sugiere que el texto podría haber incluido el nombre o título de la persona que dedicó el monumento o, en su defecto, una invocación de protección para evitar daños a la estructura, una práctica común en monumentos antiguos.
El estilo y tamaño de las letras talladas en Arslan Kaya resultan ser otro aspecto importante. Comparadas con inscripciones en otros monumentos frigios como el Midas y Areyastis, las letras de Arslan Kaya se caracterizan por ser especialmente altas y angulosas, características que se encuentran en inscripciones que datan del siglo VI a. C. Las investigaciones de Munn sugieren que el monumento de Arslan Kaya podría haber sido creado en el apogeo del imperio lidio, cuando Lidia, que también reverenciaba a la diosa Madre, dominaba Frigia.
Los elementos arquitectónicos también apuntan a esta época. El frontón de Arslan Kaya conserva vestigios de una decoración de palmeta, una característica ornamental común en la arquitectura lidia y frigia del siglo VI a. C. Esto respalda aún más la conexión entre ambos territorios y la consolidación del culto a la diosa Madre como una de las deidades más veneradas en ambas culturas.
El descubrimiento de Munn es significativo no solo porque recupera un fragmento de la historia religiosa frigia, sino porque confirma la relación entre Frigia y Lidia en términos de creencias y prácticas culturales. La inscripción en Arslan Kaya representa una evidencia física de cómo los frigios y lidios compartían la devoción a una deidad central, la diosa Madre. Este culto común refuerza la imagen de una Lidia dominando políticamente a Frigia, pero también unida a ella por la religión y la veneración a la misma deidad.
FUENTES
Munn, Mark. The Phrygian inscription W-03 on the Arslan Kaya monument Kadmos, vol. 63, no. 1-2, 2024, pp. 79-92. doi.org/10.1515/kadmos-2024-0005
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