Recientes investigaciones realizadas por la Universidad de Florencia, la Universidad de Harvard y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig han desafiado antiguas interpretaciones sobre el origen de los habitantes de Pompeya mediante el uso de ADN antiguo. Las pruebas genéticas han revelado una inesperada diversidad en género y relaciones de parentesco, ofreciendo una nueva perspectiva sobre la vida de los habitantes de esta antigua ciudad romana y subrayando el carácter cosmopolita del Imperio Romano. Según estos datos, los pompeyanos descendían en su mayoría de inmigrantes del Mediterráneo oriental.
En el año 79 d.C., el Monte Vesubio desató una de sus erupciones más devastadoras, sepultando Pompeya y a sus habitantes bajo una gruesa capa de lapilli (ceniza y piedras pequeñas). Mientras que algunos habitantes murieron cuando sus hogares colapsaron bajo el peso del material volcánico, otros, tras sobrevivir la primera fase, finalmente sucumbieron a los flujos piroclásticos. La velocidad y temperatura de estos flujos envolvió rápidamente los cuerpos, preservando sus formas en una capa sólida de ceniza que permitió, siglos después, crear moldes a partir de estos vacíos.
Desde el siglo XIX, se han realizado moldes de los cuerpos, vertiendo yeso en los huecos que dejaron tras descomponerse. Sin embargo, fue ahora que el equipo de investigación extrajo ADN de restos óseos fragmentados en 14 de los 86 moldes más famosos, actualmente en restauración. Este análisis permitió identificar relaciones de parentesco, determinar el sexo y rastrear la ascendencia de los individuos, desafiando así muchas de las interpretaciones previas basadas únicamente en la apariencia física y la disposición de los moldes.
Esta investigación demuestra cómo el análisis genético puede enriquecer significativamente las narraciones construidas a partir de datos arqueológicos, explica el profesor David Caramelli, del Departamento de Antropología de la Universidad de Florencia. Los resultados cuestionan suposiciones duraderas, como la asociación de la joyería con la feminidad o la interpretación de la proximidad física como evidencia de vínculos familiares.
En la Casa del Brazalete de Oro, por ejemplo, donde se dispone de información genética de múltiples individuos, se descubrió que las cuatro personas inicialmente consideradas una familia (padres e hijos) en realidad no tienen lazos genéticos entre sí.
Asimismo, David Reich, de la Universidad de Harvard, menciona hallazgos sorprendentes como la identificación de un adulto varón, y no una mujer, sosteniendo a un niño, ambos tradicionalmente interpretados como madre e hijo. De igual manera, una pareja que se creía formada por hermanas o madre e hija incluía al menos a un individuo genéticamente masculino, desafiando las presunciones de género y parentesco.
Los datos genéticos también ofrecieron información sobre la ascendencia de los pompeyanos, quienes provenían de diversos orígenes genómicos, destacando el predominio de ancestros procedentes del Mediterráneo oriental. Este hallazgo refleja la naturaleza cosmopolita de la población pompeyana, caracterizada por una movilidad y un intercambio cultural que eran habituales en el Imperio Romano.
Según Alissa Mittnik, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para la interpretación de los datos arqueológicos y la comprensión de las sociedades antiguas. Mittnik enfatiza la necesidad de integrar datos genéticos con información arqueológica e histórica para evitar interpretaciones erróneas basadas en suposiciones modernas. Este estudio también subraya la diversidad de Pompeya, revelando patrones más amplios de movilidad y mezcla cultural en el Imperio.
El director del Parque de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, añade que el análisis de ADN antiguo ha sido una herramienta central en los estudios realizados en Pompeya durante años, no solo para las víctimas humanas, sino también para los restos de animales. Explica que el Parque gestiona una variedad de proyectos de investigación en su propio laboratorio, abarcando desde análisis isotópicos hasta ingeniería inversa, en un esfuerzo continuo por actualizar y enriquecer la interpretación de los hallazgos arqueológicos.
FUENTES
Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology
Elena Pilli, Stefania Vai, Victoria C. Moses, et al., Ancient DNA challenges prevailing interpretations of the Pompeii plaster casts. Current Biology. doi.org/10.1016/j.cub.2024.10.007
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