Las momias siempre han capturado la imaginación popular, como criaturas envueltas en misterio y terror. Sin embargo, la realidad detrás de las momias va mucho más allá de tales representaciones espeluznantes. En efecto, los restos momificados de seres humanos representan una oportunidad única para conocer de manera personal la vida y cultura de quienes vivieron hace más de tres mil años en civilizaciones antiguas. Hoy en día, gracias a tecnologías avanzadas como las tomografías computarizadas (CT), los científicos han podido obtener nuevas y sorprendentes revelaciones sobre los rituales funerarios de Egipto y sobre los individuos preservados en estas momias.
En el Museo Field, las recientes tomografías realizadas a momias han permitido a los investigadores ver más allá de las capas de vendas y cartones funerarios que envuelven estos cuerpos, proporcionando una visión tridimensional detallada de lo que se encuentra en su interior. Durante un estudio que duró cuatro días, un total de 26 momias fueron escaneadas mediante un equipo de CT móvil, generando miles de radiografías que luego fueron ensambladas digitalmente. Este avance tecnológico no solo permite visualizar sus cuerpos momificados, sino también comprender aspectos de sus vidas personales y los objetos con los que fueron enterrados, revelando qué consideraban necesario llevar a la vida eterna.
La Dra. Stacy Drake, encargada de la colección de restos humanos del museo, señaló que, desde una perspectiva arqueológica, pocas veces es posible estudiar la historia desde la visión de un individuo. Esto, afirma Drake, brinda una oportunidad única para analizar no solo las herramientas y artefactos que estas personas fabricaron, sino también a los individuos mismos que vivieron en aquella época. De hecho, los estudios realizados en el museo han permitido desvelar detalles significativos de algunos de los restos más famosos en sus colecciones, como los de la enigmática señora Chenet-aa.
Chenet-aa, una dama que vivió en el Periodo Intermedio de Egipto hace aproximadamente 3,000 años, representa uno de los casos más fascinantes para los investigadores. Su cuerpo momificado se conserva en una condición excepcional y, a través de los nuevos escaneos, los científicos han podido determinar que probablemente falleció en su cuarta década de vida. Sin embargo, lo que más ha intrigado a los expertos es el método particular de su entierro. Su cuerpo fue colocado en un cartón funerario que, a simple vista, no tiene ninguna abertura aparente. ¿Cómo fue posible introducir a Chenet-aa en esta estructura sin que se observe ninguna costura visible?
Gracias a las tomografías, ahora se sabe que el cartón fue colocado mediante un proceso ingenioso: el cuerpo fue colocado verticalmente, y el cartón se ablandó con humedad para poder envolverlo. Después, una abertura en la parte trasera permitió introducir el cuerpo, que luego fue sellado y reforzado con una placa de madera.
Este hallazgo también revela cómo los egipcios antiguos se tomaban de manera literal la preparación para el más allá, asegurándose de que Chenet-aa tuviera, entre otros objetos, ojos artificiales para llevar consigo a la eternidad, mostrando su creencia de que cada detalle físico debía estar completo.
Otro de los personajes destacados en las colecciones del Museo Field es Harwa, un portero del granero del antiguo Reino de Egipto, que también vivió hace aproximadamente 3,000 años. Los escaneos revelaron detalles que sugieren que Harwa tuvo una vida relativamente privilegiada: a pesar de su edad avanzada (al menos 40 años), su columna no presenta signos de esfuerzo físico excesivo, y sus dientes están notablemente bien conservados, lo que indica que tenía acceso a alimentos de alta calidad. Este descubrimiento resalta su estatus social y su estilo de vida más cómodo en comparación con otros individuos de su época.
Pero Harwa también es famoso por su “vida posterior” en el mundo moderno. En 1939, fue la primera momia en viajar en avión desde Chicago a Nueva York, donde incluso se le permitió asistir a un espectáculo de Broadway. Tras su exhibición en la Feria Mundial de Nueva York, un error logístico lo envió accidentalmente a San Francisco, lo que le otorgó una fama insólita como la primera momia en perderse como equipaje.
La historia de Harwa subraya la evolución en la forma en que los museos y los investigadores ven los restos momificados. Aunque en el pasado se los trataba más como curiosidades, hoy se reconoce la importancia de honrar y respetar a estos individuos como personas con vidas, familias y dignidad. Las tomografías modernas brindan una perspectiva íntima de estos seres antiguos, permitiendo a los científicos descubrir detalles personales que humanizan sus historias y contribuyen a la comprensión del pasado.
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