Un equipo de científicos internacionales, liderado por la investigadora Brandi L. MacDonald de la Universidad de Missouri, ha confirmado el hallazgo de la mina de ocre más antigua del mundo, ubicada en Esuatini (antigua Suazilandia), un pequeño país en el sur de África.
El ocre, una arcilla rica en hierro, ha sido utilizado por los humanos durante miles de años como pigmento para pintar en las paredes de cuevas, decorar objetos simbólicos e incluso en la ornamentación personal. Su importancia cultural y espiritual ha perdurado a lo largo del tiempo y su uso puede considerarse un reflejo de la evolución del pensamiento humano.
Para confirmar la antigüedad y el origen del ocre hallado en la Caverna del León de Esuatini y alrededores, el equipo de MacDonald se apoyó en tecnología avanzada disponible en el campus de la Universidad de Missouri, específicamente en el Mizzou Research Reactor (MURR), el Instituto de Ciencia e Ingeniería de Materiales (MSEI) y el Núcleo de Microscopía Electrónica (EMC). Estas instalaciones permitieron que los científicos analizaran muestras de ocre con una precisión sin precedentes, creando una especie de “huella geológica” del pigmento.
En el laboratorio de arqueometría de MURR, MacDonald y su equipo emplearon un método denominado activación de neutrones para analizar la composición química del ocre. Al exponer pequeñas muestras a neutrones en el núcleo del reactor, el material se vuelve temporalmente radiactivo, emitiendo energías en forma de radioisótopos. Este proceso permite a los científicos detectar la firma química única del ocre y compararla con bases de datos existentes para confirmar su procedencia.
Con esta técnica, podemos identificar de dónde proviene el ocre y establecer una conexión geológica con la mina de Esuatini, explicó MacDonald. La tecnología en MURR nos ofrece una precisión excepcional para estudiar estos materiales antiguos y entender cómo se procesaban y utilizaban hace miles de años.
La investigación no se limitó a los análisis en MURR; el equipo también empleó herramientas en MSEI y EMC que ampliaron la comprensión sobre cómo el ocre fue extraído y utilizado. Los científicos aplicaron técnicas avanzadas de espectroscopía Raman, que utilizan láseres para hacer vibrar las moléculas de la muestra. Este método permite identificar minerales específicos dentro del ocre, revelando detalles sobre su composición.
Además, en el EMC, los científicos examinaron las muestras de ocre con un microscopio electrónico de barrido, permitiendo un análisis microscópico que detalla la estructura química del material. Estos estudios detallados revelaron cómo fue procesado el ocre y, a través de estos hallazgos, es posible conectar este material con las prácticas de la sociedad que lo utilizó.
MacDonald planea expandir su investigación en otras regiones, incluyendo el norte de Australia, donde buscará comparaciones entre los sitios de extracción de ocre y las comunidades que lo utilizaron hace entre 2,000 y 40,000 años. El estudio de estas fuentes de ocre y su distribución nos da una idea de cómo las personas antiguas seleccionaban y compartían sus recursos, señala MacDonald. Esto nos permite observar el desarrollo de redes sociales y la evolución del pensamiento simbólico y creativo en estas culturas.
Este trabajo pionero, publicado en Nature Communications, ha contado con la colaboración de investigadores de prestigiosas instituciones internacionales, como la Universidad de Bergen en Noruega, el Instituto Arqueológico Alemán y la Universidad de Tübingen. Juntos, estos científicos están desentrañando la historia de uno de los materiales más antiguos de la humanidad, con hallazgos que nos acercan a comprender mejor las raíces de nuestra propia creatividad y capacidad para la expresión simbólica.
FUENTES
MacDonald, B.L., Velliky, E.C., Forrester, B. et al. Ochre communities of practice in Stone Age Eswatini. Nat Commun 15, 9201 (2024). doi.org/10.1038/s41467-024-53050-6
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