Todas las historias tienen un comienzo, y la de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad también, por supuesto. En su caso todo empezó con Corebo, un panadero de la ciudad de Élide (o Elis), en cuyo territorio se encontraba (y se encuentra todavía) Olimpia.
Según algunas fuentes también se dedicaba a la cocina y a la preparación de alimentos, pero el destino quiso que no pasara a la historia por sus recetas sino por haber sido el primer campeón olímpico registrado por la historia.
Alcanzó la gloria en los Juegos Olímpicos celebrados en el año 776 a. C., cuando se coronó vencedor en la única prueba de aquella edición, el stadion, una carrera de 600 pies, aproximadamente 192,27 metros de longitud (equivalente a un estadio precisamente).
Este evento fue el único deporte de aquellos Juegos, y su victoria marcó el comienzo de una tradición que, con el tiempo, se convertiría en una de las más importantes de la civilización griega, la de registrar los vencedores de las pruebas.
Algunos autores lo consideran el primer vencedor en los primeros Juegos Olímpicos, aunque otros como Eusebio indican que solo fue el primer campeón registrado, y que debieron celebrarse Juegos Olímpicos con anterioridad, en la llamada Edad Heroíca, 27 o 13 olimpiadas antes.
Así Corebo habría ganado en el número 14 de los Juegos Olímpicos celebrados, que habrían sido establecidos 52 años antes por Ifito y Licurgo, algo que ya entra dentro de lo legendario. El caso es que en época de Polibio la victoria de Corebo ya era reconocida como la primera registrada, y estaba establecido que había tenido lugar en los 28º Juegos Olímpicos.
En tiempos de Corebo los atletas aún competían vestidos, ya que la costumbre de correr desnudos no se instauró hasta varias décadas después, aproximadamente en el 720 a. C., cuando Orsipo de Megara rompió con esta convención.
El premio por su victoria fue una simple rama de olivo, y con ella se ganó la admiración de su ciudad natal, Élide, cuyas gentes llegaron a venerarlo como un héroe local.
El viajero y geógrafo Pausanias, que escribió varios siglos después de los hechos, relató que la tumba de Corebo seguía siendo un lugar conocido y respetado en los límites de Élide y la ciudad de Iraia. Este sepulcro se mantuvo como un testimonio físico de la grandeza del atleta, perpetuando su memoria entre las generaciones venideras.
Cuando comenzó la tradición ininterrumpida de las Olimpiadas, primero se celebró la carrera a pie (stadion), y Corebo de Elis fue el vencedor (776 a.C.). No hay estatua de Corebo en Olimpia, pero su tumba se encuentra en los límites de Elis. Más tarde, en el decimocuarto festival, se añadió la doble carrera a pie (724 a.C.)… En la decimoctava, se registran el pentatlón y la lucha. En el vigésimo tercer festival, restauraron los premios para el boxeo… En la vigésimo quinta admitieron la carrera de caballos adultos… En el octavo festival después de éste, reconocieron el pancracio masculino y la carrera de caballos.
Pausanias, Descripcion de Grecia 5.8.6-9
Sin embargo, no todos los detalles de la vida de Corebo son claros. Algunos escritores antiguos, como Ateneo de Naucratis, mencionan que Corebo era simplemente un cocinero, hijo de otro cocinero, lo que reforzaría su origen humilde. Este dato no aparece en otras fuentes, lo que ha llevado a los historiadores a dudar de su autenticidad.
Por otro lado, existen leyendas que lo confunden con otro Corebo mítico, un héroe que derrotó al monstruo Pena, enviado por Apolo a la tierra de los argivos. Este tipo de confusiones eran comunes en la mitología griega, donde la línea entre la historia y la leyenda a menudo se desdibujaba.
FUENTES
David Matz, Famous Firsts in the Ancient Greek and Roman World
Valerie M. Warrior, Greek Religion: A Sourcebook
Eusebius, Chronicon
Pamela-Jane Shaw, Discrepancies in Olympiad Dating and Chronological Problems of Archaic Peloponnesian History
Wikipedia, Corebo de Élide
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