Un hallazgo realizado en la cueva de La Garma (Cantabria, España), ha arrojado nueva luz sobre las técnicas de caza empleadas por nuestros ancestros hace más de 16.000 años. Un equipo internacional de investigadores, liderado por la Dra. Marián Cueto de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha publicado recientemente un estudio que detalla el descubrimiento de una mandíbula de caballo con un proyectil lítico incrustado, proporcionando evidencia tangible de las prácticas de caza del periodo Magdaleniense.
El estudio ha sido publicado en International Journal of Osteoarchaeology. Este hallazgo excepcional no solo representa el primer caso de su tipo en la Península Ibérica, sino que también subraya la importancia del análisis tafonómico de las superficies óseas para comprender los comportamientos humanos del pasado.
La cueva de La Garma, un complejo arqueológico ubicado en un sistema kárstico a unos 6 kilómetros de la costa actual, ha sido objeto de extensas investigaciones arqueológicas. El espécimen en cuestión fue descubierto en La Garma A, una de las cavidades del complejo situada a 86 metros sobre el nivel del mar. La mandíbula de caballo proviene de la capa L3, correspondiente al Magdaleniense Medio y datada mediante radiocarbono entre 17.300 y 16.200 años cal BP (antes del presente).
El análisis exhaustivo del espécimen reveló que se trataba de la hemimandíbula derecha de un caballo (Equus caballus) de más de 5 años de edad. Lo que hace que este hallazgo sea verdaderamente extraordinario es la presencia de un fragmento lítico incrustado en la superficie lingual (interna) de la mandíbula, aproximadamente 3 mm por debajo del cuarto premolar. Los investigadores han interpretado esta lesión como una posible marca de impacto de proyectil (PIM, por sus siglas en inglés) generada durante actividades de caza.
La Dra. Cueto y sus colegas emplearon una combinación de técnicas de análisis macro y microscópico, incluyendo microscopía estereoscópica y radiología paleoarqueológica, para caracterizar minuciosamente tanto la lesión ósea como el artefacto lítico incrustado. Las marcas asociadas al impacto, incluyendo un arrastre biseccionado y un área astillada, sugieren una trayectoria ventral-dorsal del proyectil.
Este descubrimiento es particularmente significativo dado que los artefactos incrustados en restos osteológicos son extremadamente raros en el registro arqueológico, especialmente en restos de fauna de sitios prehistóricos. La preservación de un proyectil lítico in situ proporciona una ventana única a las estrategias de caza empleadas por los cazadores-recolectores del Paleolítico Superior.
El contexto arqueológico del hallazgo añade capas adicionales de complejidad e interés a la interpretación. La capa L3 de La Garma A ha proporcionado un rico conjunto de restos faunísticos y líticos. Notablemente, los restos de caballo dominan el conjunto faunístico, representando el 47% de los especímenes identificados. Esta predominancia de restos equinos es inusual para el Magdaleniense cantábrico, donde generalmente predominan el ciervo rojo o la cabra montés.
El conjunto lítico asociado está compuesto exclusivamente por herramientas talladas en sílex, con un énfasis en la tecnología de hojas. Las hojitas de dorso, los triángulos y las puntas de microgravette son particularmente abundantes, sugiriendo un enfoque en la producción de proyectiles compuestos. El análisis de huellas de uso vincula este conjunto lítico con actividades relacionadas con el procesamiento de pieles y huesos.
La ubicación inusual del proyectil en la anatomía del caballo ha generado un debate considerable entre los investigadores. Mientras que las lesiones de caza típicamente se concentran en áreas vitales como el hombro, los pulmones y el corazón, este caso presenta un impacto en la región craneal, específicamente en la superficie lingual de la mandíbula. Los autores sugieren que esto podría representar una estrategia de caza no documentada previamente, posiblemente involucrando un disparo desde abajo con la cabeza del animal extremadamente elevada.
Sin embargo, los investigadores son cautelosos en su interpretación, reconociendo las limitaciones inherentes a un caso único. Han considerado explicaciones alternativas, como la posibilidad de que los cazadores paleolíticos practicaran tiro al blanco en presas muertas con fines de entrenamiento. No obstante, basándose en investigaciones previas, los autores asumen que es improbable que los cazadores prehistóricos dispararan sobre animales muertos, y que la presencia de un proyectil incrustado generalmente indica actividades de caza activas.
Las marcas que permiten reconstruir una trayectoria, la localización entre la anatomía del animal y las características del fragmento lítico, todo ello integrado, permiten una interpretación regresiva de la posible estrategia de caza implementada para emboscar al équido: desde una posición más baja y con un arma de alta velocidad. Tales observaciones están en consonancia con casos arqueológicos previos del Paleolítico europeo y con planteamientos experimentales, aunque se trata de una evidencia única de un artefacto lítico incrustado del Paleolítico ibérico, indican los investigadores.
Y añaden que, sin embargo, se identifican claras limitaciones dada la complejidad del análisis y la falta de casos referenciales y comparativos entre el registro arqueológico, además de la equifinalidad en cuanto a la presencia de fragmentos líticos incrustados. No obstante, la identificación de estos casos puede representar una evidencia directa de una estrategia de caza implementada y del uso de un desarrollo tecnológico específico.
FUENTES
Cueto, M., Camarós, E., Chauvin, A., Ontañón, R., & Arias, P. (2024). An Upper Paleolithic horse mandible with an embedded lithic projectile: Insights into 16,500 cal BP hunting strategies through a unique case of bone injury from Cantabrian Spain. International Journal of Osteoarchaeology, e3346. doi.org/10.1002/oa.3346
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