Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Universidad de Murcia (UM) pone en cuestión la idea dominante de que grupos guerreros con ascendencia «esteparia» provenientes del este de Europa reemplazaron de manera violenta a la población masculina en la península ibérica hace unos 4,200 años.
En su lugar, propone un escenario más matizado en el que estos grupos se integraron con las comunidades locales, que ya habían experimentado una significativa disminución poblacional.
Este trabajo, que ha sido publicado en el Journal of Archaeological Science: Reports, se centra en el análisis de la transformación social y demográfica en el sureste de la península ibérica durante la transición de la Edad del Cobre a la Edad del Bronce. En particular, el equipo de investigación se ha enfocado en el notable cambio de los enterramientos comunales, característicos del final de la Edad del Cobre, a las tumbas individuales o dobles que predominaban en la sociedad de El Argar, surgida a principios de la Edad del Bronce, alrededor del 2200 a.C.
Los investigadores analizaron un extenso conjunto de fechas de radiocarbono (C14) obtenidas de restos humanos hallados en una quincena de yacimientos del sureste ibérico. Los resultados mostraron dos patrones destacados: en primer lugar, el cambio de los enterramientos comunales a los individuales parece haber sido bastante rápido; en segundo lugar, se identificó un pico en el número de personas enterradas entre 2550 y 2400 a.C., seguido por un notable descenso entre 2300 y 2250 a.C.
Para los investigadores, el segundo hallazgo es particularmente relevante desde una perspectiva demográfica. Según Rafael Micó, profesor de la UAB y codirector del Grupo de Investigación en Arqueoecología Social y Mediterránea (ASOME-UAB), los datos sugieren que la población local del sureste de Iberia ya era muy reducida hace unos 4.300 años, justo antes de la llegada de grupos con nuevos componentes genéticos “esteparios”. Cuando estos grupos llegaron alrededor del 2200-2000 a.C., se mezclaron con las comunidades locales, que ya eran pequeñas o vivían en áreas menos habitadas.
Este escenario se aleja de la idea de una invasión masiva y violenta. Investigaciones arqueogenéticas previas también apuntan a la falta de un “sesgo masculino” entre los grupos con ascendencia esteparia en la península, lo que sugiere que la narrativa de invasiones guerreras que aniquilaron a los varones locales para establecer una élite masculina puede ser una interpretación simplista y sensacionalista, según Cristina Rihuete Herrada, profesora de la UAB y coautora del estudio.
El estudio sostiene que las transformaciones sociales en Europa occidental y central en ese período podrían haber tenido múltiples causas, como el cambio climático o la propagación de enfermedades, más que una invasión violenta. Así, en lugar de una rápida y brutal sustitución de población, podría haberse dado una integración paulatina en un contexto de comunidades ya debilitadas demográficamente.
Los autores concluyen que aún se necesitan más estudios, con dataciones de radiocarbono más precisas y análisis genéticos adicionales, para comprender mejor los complejos procesos de cambio que moldearon la formación de las sociedades de la Edad del Bronce en el sur de Iberia. Estos datos serán cruciales para profundizar en el conocimiento de esta importante transición histórica.
FUENTES
Universitat Autónoma de Barcelona
Rafael Micó, Eva Celdrán Beltrán, et al., Tracing social disruptions over time using radiocarbon datasets: Copper and Early Bronze Ages in Southeast Iberia. Journal of Archaeological Science: Reports (2024). doi.org/10.1016/j.jasrep.2024.104692
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