El premio a la mascota del año 1983 en Gran Bretaña fue a parar a un perro que entró en el Libro Guinness de los Récords, cuya popularidad hizo que se comercializasen peluches, pósters y juguetes con su imagen, y que protagonizara un relato de la gran aventura que le había hecho acreedor a todos esos honores: ser el primer y único can que pisó los dos polos terrestres, el Norte y el Sur, algo que llevó a cabo entre 1979 y 1982, durante la conocida como Transglobe Expedition. Se llamaba Bothie.

Bothie era un Jack Russell terrier, una raza canina -no reconocida como tal por algunos clubes y federaciones- de considerable fuerza y resistencia a pasar de sus características físicas: pequeño tamaño -no más de treinta centímetros de altura en cruz-, peso entre cinco y siete kilos, orejas caídas, pelo resistente al agua y un color que generalmente es blanco pero que puede presentar manchas marrones (como Bothie) u oscuras en varias partes del cuerpo, además de acreditar considerables fuerza y resistencia.

Estos perros son poseedores de un carácter ágil y vivaz, demostrando una especial aptitud para la caza y el rastreo; en cualquier caso, son muy inteleginetes, activos y valerosos, resultando por ello desaconsejables para personas sedentarias, dueños inexpertos o familias con niños pequeños. Su nombre se debe al reverendo homónimo, un religioso al que se apodaba The sporting Parson porque era aficionado a la actividad cinegética y a la crianza de perros (a él se debe también la raza Parson Russell terrier, variante de la anterior).

Poster promocional de la Transglobe Expedition
Poster promocional de la Transglobe Expedition. Crédito: Transglobe Expedition

Son varios los Jack Russell terrier que han encontrado su hueco en la posteridad. El más famoso es Max, protagonista de la película de animación de 2016 The secret life of pets y su secuela, aunque a los aficionados a los videojuegos también les sonará Totakeke, el perro músico de Animal Crossing (Nintendo). Esa relación con el mundo del espectáculo no debe extrañar, pues los Jack Russell terrier muestran carisma e inteligencia, y por eso suelen ser apreciados para actuar; como veremos, Bothie tenía un dueño que también guardaba cierta relación con el arte escénico.

En la vida cotidiana también destacan los terrier: uno llamado Patron detectó más de doscientas minas antipersona durante el primer trimestre de la invasión rusa de Ucrania, lo que le valió una condecoración entregada por el presidente Zelenski en persona. Así que casi parece lógico que si había algún perro destinado a pisar los dos polos de la Tierra debía ser un Jack Russell terrier. La reseñada Expedición Transglobe proporcionó a Bothie la ocasión de demostrarlo.

Se trataba de una atrevida empresa: realizar por primera vez una circunnavegación longitudinal del globo usando únicamente medios de transporte de superficie. La idea correspondió a la aventurera inglesa lady Twisleton-Wykeham-Fiennes, más conocida como Virginia Ginny Pepper, una buceadora del ejército que en 1969 había sido la primera en remontar el Nilo Blanco en aerodeslizador y pionera también en atravesar la Columbia Británica exclusivamente por vía fluvial.

En el currículum de Ginny también figuraban haber vivido dos meses como tercera esposa de un jeque de Omán para escribir un artículo y organizar cuatro expediciones a la Península Arábiga en busca de Iram (o Ubar), la ciudad perdida de los pilares. En 1972 empezó a diseñar un plan para cruzar la Tierra por su eje polar, que finalmente, tras concienzudos estudios y una ardua búsqueda de fondos (el presupuesto fue de diecisiete millones y medio de dólares), llevaría a cabo con su marido, Ranulph Fiennes, con el compartió varias aventuras. Se casaron en 1970, pero se conocían desde niños, cuando ella sólo tenía nueve años y él doce.

Aristócrata, teniente de los Scott Greys licenciado por tratar de volar el decorado de la película Dr. Doolittle -estaba dañando el medio ambiente, dijo-, a Ranulph no le era desconocido el mundo del cine. De hecho, como algunos habrán adivinado, es primo del padre de los actores Ralph y Joseph Fiennes. Él mismo se presentó a la audición para buscar al que habría de ser sustituto de Sean Connery en el papel de James Bond; la gran pantalla se perdió un dudoso 007 en favor de Roger Moore, pero, a cambio, la historia de la aventura iba a ganar uno de sus mejores representantes, hasta el punto de que el Libro Guinness le declaró «el explorador vivo más grande del mundo».

Para la Expedición Transglobe, se presentaron ciento veinte voluntarios. Fiennes escogió sólo dos, aunque el equipo sumaría muchos más. Uno era Charles R. Burton, otro exmilitar que trabajaba en el sector de la seguridad privada y que fue contratado como mecánico, operador de radio y cocinero, siendo el único miembro del equipo que hizo el trayecto íntegro junto a Fiennes. El otro, Oliver Shepard, que también procedía del ejército, además de colaborar en el mantenimiento de la mecánica se iba a encargar de las tareas médicas y científicas.

Vista aérea de la Estación Amundsen-Scott. En la esquina supoerior derecha se aprecia la cúpula geodésica en cuyo entorno se jugó el partido de cricket
Vista aérea de la Estación Amundsen-Scott. En la esquina supoerior derecha se aprecia la cúpula geodésica en cuyo entorno se jugó el partido de cricket. Crédito: Bill Henriksen / National Science Foundation / Dominio público / Wikimedia Commons

El último en enrolarse fue Bothie. Se lo regalaron a los Fiennes en 1977, cuando ya llevaban un lustro organizando su expedición, y se encariñaron con él, no queriendo dejarlo atrás durante un tiempo tan largo como el que preveían (más de tres años). Por tanto, lo llevaron consigo cuando embarcaron en un avión en Greenwich con rumbo a Londres, desde donde pasaron a Francia primero y España después antes de hacer el salto continental al Sáhara, pasar por Tombuctú, Malí y Costa de Marfil, y alcanzar Abiyán, en el golfo de Guinea.

Desde ese punto se embarcaron en el barco Benjamin Bowring, a bordo del cual navegaron hasta Ciudad de El Cabo (Sudáfrica), donde hicieron los preparativos finales para pasar a la Antártida. En principio, Bothie debía permanecer en Guinea esperando el regreso de sus dueños, ya que éstos temían que el clima antártico resultara excesivo para él. Sin embargo, paradójicamente, ocurrió al revés: el perro soportaba mal el calor y la humedad ecuatoriales, razón por la que fue enviado con ellos en un avión de suministros.

Porque habían zarpado hacia la Antártida el 22 de diciembre de 1979, llegando el 4 de enero de 1980. Levantaron un campamento base al que bautizaron como una montaña cercana, Ryvingen, formado por cuatro cabañas de cartón, e invernaron hasta agosto, mes en el que se dirigieron hacia el Polo Sur en motonieves, mientras Bothie no perdía ocasión de jugar, husmear entre la nieve o pasarse una semana aterrorizado tras escuchar cómo el eco de un glaciar devolvía sus ladridos. Alcanzaron su destino el 15 de diciembre y descansaron en la Estación Amundsen-Scott, junto a cuya cúpula geodésica jugaron el que fue el primer partido de cricket en esas latitudes.

Mapa de la Antártida. En el Polo sur se localiza la Estación Amundsen-Scott. Debajo está la Barrera de Hielo de Ross, con las bases Scott y McMurdo, así como el volcán Erebus
Mapa de la Antártida. En el Polo sur se localiza la Estación Amundsen-Scott. Debajo está la Barrera de Hielo de Ross, con las bases Scott y McMurdo, así como el volcán Erebus. Crédito: Ian Macky / PAT Atlas / Dominio público / Wikimedia Commons

Bothie, que iba con ellos, tomó parte en el partido. En ese viaje estuvo debidamente protegido del frío con un abrigo rojo confeccionado a medida, un pasamontañas especial y una especie de calzas, aunque a menudo prescindía de esos ropajes cuando el tiempo no era demasiado adverso. Una semana más tarde se dirigieron hacia la barrera de hielo de Ross a través de los ciento noventa kilómetros del glaciar Scott, en las Montañas Transantárticas, y el 11 de enero de 1981 arribaron a la base neozelandesa Scott (que está al lado de la estadounidense McMurdo, al pie del monte Erebus, el volcán activo más austral de la Tierra), completando así la travesía de la Antártida.

La presencia del perro había resultado positiva, ya que fue un amigo y una distracción para todos. Por eso siguió en el equipo cuando embarcaron de nuevo en el Benjamin Bowring para cruzar el océano Pacífico rumbo norte. Hicieron escalas en Auckland (Nueva Zelanda), Sidney (Australia), Los Ángeles (EEUU) y Vancouver (Canadá) hasta entrar en la desembocadura del río Yukón, que remontaron en una lancha para a continuación descender por el Mackenzie hasta el mar de Beaufort. La idea era recorrer el Paso del Noroeste, aquella enigmática ruta marítima cuya localización obsesionó a los navegantes hasta que Robert McClure consiguió atravesarla entre 1850 y 1854.

Fiennes y Burton lo hicieron partiendo desde la aldea inuvialuit de Tuktoyaktuk el 26 de julio de 1981, a bordo de una lancha tipo Boston Whaler (bautizada con el nombre de uno de sus dos mil patrocinadores, Morgan Stanley), de sólo cinco metros y medio de eslora. Mientras Bothie hacía amistad con alces y lobos árticos, fueron dejando atrás el estrecho de Dolphin y Union, las islas Victoria y Rey Guillermo, los estrechos de Franklin y Peel Sound, Resolute Bay (en el extremo sur de la isla Cornwallis), la isla de Devon, Norwegian Bay, la base Eureka y Greely Bay, alcanzando el fiordo Tanquary, en la parte occidental de la isla canadiense de Ellesmere, treinta y seis días más tarde.

Mapa del Ártico que incluye la localización del Polo Norte y la isla Ellemere con la ciudad de Alert
Mapa del Ártico que incluye la localización del Polo Norte y la isla Ellemere con la ciudad de Alert. Crédito: CIA World Factbook / Dominio público / Wikimedia Commons

Era el primer tránsito en barco del Paso del Noroeste en dirección opuesta a la habitual, de Oeste a Este, habiendo hecho un total de cuatro mil ochocientos kilómetros, a una media de ciento treinta diarios. Desde Tanquary aún tuvieron que caminar otros doscientos cuarenta kilómetros y atravesar a pie el lago helado Hazen para llegar a Alert, el asentamiento permanente más septentrional del mundo, donde establecieron su campamento base para pasar el invierno. El ataque al polo Norte lo hicieron también a pie, salvo un primer tramo con motonieves.

Culminaron la misión el 10 de abril de 1982 y desde allí mismo avisaron por radio de su éxito al campamento base, que les envió suministros mediante un pequeño avión De Havilland Canada DH3 Twin Otter. Entre las cosas que recibieron había una botella de champán para celebrarlo, pero también un pasajero muy especial: Bothie, que en el momento en que bajó y pisó el helado suelo ártico se convirtió en el primer y único perro en haber estado en ambos polos. El retorno a Inglaterra se hizo vía archipiélago Svalbard, llegando a Greenwich el 29 de agosto de 1982.

El perro tuvo que pasar una cuarentena de seis meses para prevenir la rabia, pero luego pasó a ser uno de los focos de atención mediática; tanto que incluso los Fiennes escribieron un libro contando sus aventuras y encima con buenas ventas, Bothie, the Polar dog, que se sumó al otro éxito literario que publicaron sobre su odisea: To the Ends of the Earth: The Transglobe Expedition, The First Pole-to-Pole Circumnavigation of the GlobeHasta los confines de la Tierra: la expedición Transglobe, la primera circunnavegación del globo de polo a polo«).

Portada de una edición de Bothie, the Polar Dog
Portada de una edición de Bothie, the Polar Dog. Crédito: Internet Archive

Bothie tenía siete años y por tanto se hallaba a mitad de su azarosa existencia, puesto que la esperanza media de vida los Jack Russell terrier se sitúa por debajo de trece años y medio. No se sabe qué fue de él posteriormente, aunque probablemente no acompañó a sus dueños en más viajes. Ellos le sobrevivieron hasta el siglo siguiente. Ginny, que se volvió más sedentaria sacando adelante una granja ovejera, murió en 2004 de un cáncer de estomágo; fue dos años después de que Charles R. Burton falleciera de un infarto.

Ranulph, que volvió a casarse, siguió viajando, escribiendo libros y dando conferencias. En 1992, reanudó la búsqueda de Iram; en 1993 cruzó la Antártida sin soporte con un compañero; en 1994 trató de repetir en solitario, pero fracasó al sufrir un cólico renal; en 2000 sufrió varias amputaciones por congelación tras intentar alcanzar en solitario el Polo Norte; en 2003 corrió siete maratones en otros tantos días; en 2008 fracasó en su intento de ser el británico más viejo en subir al Everest (lo logró al año siguiente); en 2012 tuvo que ser evacuado de la Antártida cuando estaba cruzándola en pleno invierno… Todavía vive y suele participar en recaudaciones de fondos con fines benéficos.

En cuanto al récord de Bothie, el de ser el primer perro en pisar los dos polos, en 1994 se incrementó al pasar a ser también el único y último por irrepetible. Ese año, los países firmantes del Tratado Antártico acordaron un nuevo protocolo medioambiental por el que se prohibía la única excepción admitida hasta la fecha para la presencia de especies no autóctonas en el Polo Sur, los perros husky, hasta entonces esenciales para el transporte de científicos y equipos. ¿La razón? Hoy ya no son tan necesarios y vetándolos se evita el riesgo de que transmitan enfermedades a las focas.



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