El reciente estudio de una antigua escultura mesopotámica utilizando tecnología de vanguardia ha proporcionado informacion sobre las primeras técnicas de fundición de metales en la historia de la humanidad, revelando los desafíos técnicos que enfrentaron los artesanos de hace más de 4.000 años. La investigación, publicada en la revista Heritage Science, se centró en la «Cabeza de un gobernante«, una impresionante pieza de cobre que forma parte de la colección del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, y que ha sido recientemente atribuida al período acadio de Mesopotamia, que se desarrolló entre los años 2350 y 2150 a.C.
El equipo de investigadores, liderado por J.-F. de Lapérouse del Museo Metropolitano de Arte, empleó una avanzada técnica de tomografía computarizada de rayos X de alta energía para examinar minuciosamente la estructura interna de la escultura. Este método no invasivo, realizado en las instalaciones del Centro de Análisis de Rayos X de los Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de Materiales (Empa), permitió a los científicos obtener una visión tridimensional sin precedentes de la antigua obra de arte, revelando detalles sobre su proceso de creación y las dificultades que enfrentaron sus creadores.
La «Cabeza de un gobernante«, que representa a un hombre barbado con un elaborado peinado trenzado y cintas entrelazadas, probablemente Rimush I de Acad (segundo rey del imperio acadio e hijo de Sargón y su consorte Tashlultum), es considerada una de las primeras esculturas de tamaño natural realizadas mediante la técnica de fundición a la cera perdida con núcleo hueco. Esta innovación tecnológica, que surgió en Mesopotamia durante el tercer milenio antes de Cristo, marcó un hito en la historia de la metalurgia, permitiendo la creación de esculturas más grandes y naturalistas que las que se podían lograr con métodos anteriores.
El análisis tomográfico reveló que la escultura tiene paredes de metal sorprendentemente gruesas en la parte frontal, llegando a medir entre 30 y 37 milímetros, mientras que la parte posterior es considerablemente más delgada, con un grosor de aproximadamente 6 milímetros. Esta distribución desigual del metal planteó sin duda un desafío significativo para los fundidores de la época, que tuvieron que lidiar con los problemas asociados a la solidificación no uniforme del metal y la formación de burbujas de gas atrapadas.
Uno de los hallazgos más intrigantes fue la presencia de seis grandes soportes de núcleo, esencialmente clavijas cónicas con una sección transversal cuadrada, que se insertaron a través de la cera y en el núcleo de arcilla durante el proceso de fundición. Estos soportes, que miden entre 23 y 26 milímetros de largo, jugaron un papel crucial en mantener el núcleo en su lugar durante la fundición, pero también presentaron sus propios desafíos técnicos.
La comparación con otra escultura contemporánea, la llamada «Cabeza de Sargón» del Museo de Irak, reveló diferencias significativas en las técnicas de producción. Mientras que la «Cabeza de Sargón» muestra un grosor de pared más uniforme y utiliza pares de soportes de núcleo más pequeños, la «Cabeza de un gobernante» del Museo Metropolitano presenta una estructura más compleja y arriesgada desde el punto de vista técnico.
El estudio también sacó a la luz varios defectos de fundición en la escultura del Museo Metropolitano, incluyendo una sección faltante en la barba y una alta porosidad general, especialmente concentrada en la parte frontal de la cabeza. Estos hallazgos sugieren que los artesanos mesopotámicos estaban aún en proceso de dominar las complejidades de la fundición a gran escala, enfrentándose a retos como el control de la solidificación del metal y la prevención de la formación de burbujas de gas.
Particularmente interesante fue el descubrimiento de un área en la parte posterior de la cabeza que parece haber sido el resultado de una reparación antigua. Los investigadores especulan que esta zona podría haber sido el sitio de un defecto de fundición significativo que requirió una segunda colada de metal para cerrar la pared de la cabeza.
Los investigadores concluyen que la «Cabeza de un gobernante» parece haber sido producida por un artista acostumbrado a esculpir en un material sólido como la piedra o la arcilla y que, o bien no era plenamente consciente de las necesidades específicas de la fundición en metal, o bien colaboraba con personas con escasos conocimientos de fundición.
A pesar de estos desafíos técnicos, la «Cabeza de un gobernante» sigue siendo una obra maestra de la escultura antigua. La presencia de una línea intencional sobre la oreja izquierda, revelada por el escaneo, ha llevado a los investigadores a sugerir que la escultura podría haber estado originalmente dorada, añadiendo otra capa de complejidad y sofisticación a su creación.
FUENTES
de Lapérouse, JF., Eppihimer, M., Flisch, A. et al. Revealing ancient technology: a high-energy X-ray computed tomography examination of a Mesopotamian copper alloy head. Herit Sci 12, 307 (2024). doi.org/10.1186/s40494-024-01417-9
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