Situado a una veintena de kilómetros de Antalya, en el Parque Nacional de Güllük Dağı, hay un lugar llamado Karabunar Kiui en el que se ubica el Sitio Arqueológico de Termessos. Acoge los bien preservados restos de la antigua ciudad de Termeso, una urbe -fortaleza a la que la mitología atribuye su fundación por el héroe homérico Belerofonte y cuya ubicación a más de mil metros de altitud, rodeada de montañas, la hacía casi inexpugnable y le permitía controlar la región de Pisidia.

Esa localización en medio de un entorno tan escarpado no sólo le permitió salvarse del infructuoso asedio a que la sometió Alejandro Magno en el 333 a.C. sino también de la llegada del turismo masivo, protegiendo las ruinas y convirtiéndolas en uno de los rincones de la Antigüedad mejor conservados de Turquía.

Y es que se asienta sobre una ladera del Güllük Dağı (antaño llamada Solimo), un pico de mil seiscientos metros perteneciente a los Montes Tauro donde se situaban las famosas Puertas Cilicias, estratégico puerto de montaña que comunicaba la meseta interior con el litoral.

Las Puertas Cilicias en la actualidad
Las Puertas Cilicias en la actualidad. Crédito: Teogomez / Wikimedia Commons

Las Puertas Cilicias fueron ancestralmente utilizadas para las campañas militares, desde la de los Diez Mil que Jenofonte narra en su Anábasis a la mencionada de Alejandro, así como en la Primera Cruzada; asimismo, por allí pasó Pablo de Tarso durante su viaje a Galacia. En ese sentido, Termeso también estaba en una vía transmontana cuya estrechez favorecía su defensa con muy pocos hombres; algo que se incrementaba con el hecho de que su acrópolis coronase la cima del Solimo, asentada sobre una pequeña meseta, por lo que, como decíamos, era un sitio perfecto para controlar las comunicaciones entre Pisidia, Panfilia y Licia.

De hecho, sus primeros habitantes, los sólimos (gentilicio derivado del dios anatolio Solimo y que hoy se conserva como apellido), eran pisidios, posiblemente descendientes de los luvitas. Un pueblo que practicaba la ganadería y el cultivo de aceitunas con el bandolerismo, lo que le hizo ganarse una pésima reputación.

Homero los menciona en la Ilíada en relación al mito de Belerofonte, aquel héroe corintio que alcanzó la fama por domar a Pegaso (el caballo alado de Zeus) y matar a la Quimera (un monstruo, hijo de Tifón y Equidna, con cuerpo de cabra, cabeza de león y cola de serpiente de cuya union con Ortro nacieron la Esfinge y el León de Nemea).

Restos del gimnasio de Termeso
Restos del gimnasio de Termeso. Crédito: Dosseman / Wikimedia Commons

Originalmente, Belerofonte se llamaba Hipónoo (“conocedor de caballos”) o Leofontes, cambiándose el nombre tras matar accidentalmente a un tirano de Corinto llamado Belero, que en algunas versiones es su hermano. Se le suponía nieto de Sísifo e hijo de la unión ilícita entre la princesa Eurínome y Poseidón, y habría fundado Termeso durante una de sus trepidantes peripecias: aquella en la que fue enviado por el rey licio Yóbates a combatir a los sólimos que asolaban la región; la misión tenía la artera intención de que Belerofonte muriera en ella, ya que el monarca sospechaba que se entendía con su esposa Estenebea.

Por si alguien tiene curiosidad por el final de esa aventura, Belerofonte superó con vida ese y otros peligros (entre ellos luchar contra las amazonas primero y contra los soldados que Yóbates envió para matarlo), por lo que el soberano terminó tirando la toalla y concediéndole la mano de su hija Filónoe, además de nombrarle sucesor; en algunas versiones, su suegra se suicida al enterarse mientras que en otras muere a manos de él, arrojada desde el cielo cuando cabalgaban juntos a lomos de Pegaso, por haberle traicionado.

Obviamente, la Historia de Termeso es más prosaica. La ciudad de los ladrones entró en ella propiamente cuando Alejandro Magno, durante su conquista del Imperio Persa, se propuso apoderarse de la región de Milia. Para ello, cuenta Estrabón, necesitaba que sus tropas dispusieran de paso franco por los desfiladeros montañosos y con ese fin arrasó Termeso.

Restos de edificios y la avenida columnada de Termeso
Restos de edificios y la avenida columnada de Termeso. Crédito: Dosseman / Wikimedia Commons

Sin embargo, parece ser que no hubo tal destrucción sino que dio un rodeo, al considerar que llevaría demasiado tiempo y esfuerzo tomar aquel nido de águila.

Flavio Arriano dice que Alejandro venció a los termiseos, conformándose con obligarlos a atrincherarse mientras él optaba por conquistar Sagalaso. Pero ninguno aclara por qué eligió el paso de Yernice cuando hay otros pasos de montaña que enlazaban Panfilia con el interior de Frigia; quizá se trató de un engaño que sus anfitriones pergeos hicieron al macedonio.

Diodoro de Sicilia añade que en el 319 a.C., ya fallecido Alejandro, el diádoco Antígono I Monóftalmos se proclamó señor de Asia Menor tras derrotar a su rival Alcetas (el hermano de Pérdicas) y forzarlo a refugiarse en Termeso.

Restos del templo de Adriano en Termeso
Restos del templo de Adriano en Termeso. Crédito: Dosseman / Wikimedia Commons

Los termiseos se dividieron en dos bloques: los jóvenes estaban a favor de ayudarle, frente a los mayores, que temían un desastre viendo al ejército de Antígono acampado frente a la ciudad y que finalmente pactaron con él su entrega, aunque sólo pudieron darle el cuerpo porque Alcetas se quitó antes la vida.

El macedonio no sólo no le dio sepultura sino que lo sometió a profanación durante tres días; entonces, los jóvenes de Termeso lo enterraron con honores, construyeron un monumento en su memoria y desataron una guerra de guerrillas contra Antígono.

Pese a ello, el territorio experimentó una profunda helenización y entró en una época de esplendor. Paradójicamente, ello despertó el interés de vecinos y rivales, de modo que entre eso y su indudable interés estratégico, la dinastía Antigónida no pudo retenerlo mucho tiempo y fue conquistado por los Ptolomeos.

Relieve de un jinete en la llamada Tumba de Alcetas en Termeso
Relieve de un jinete en la llamada Tumba de Alcetas en Termeso. Crédito: StefanC / Wikimedia Commons

En el siglo II a.C. incluso se fundó una ciudad con el mismo nombre, Termeso Menor, a la par que se mantenían guerras con Licia, Isinda y Selge, contando con la ayuda de Átalo II, rey de Pérgamo, quien financió la construcción de una estoa en la urbe.

En la contienda con Isidia, los termesios sitiaron la urbe enemiga y ésta solicitó ayuda a la República Romana, que en plena expansión oriental acudió a la llamada obligando al ejército sitiador a retirarse y le impuso un tributo de cincuenta talentos de plata. No obstante, Termeso terminó siendo una conveniente aliada de Roma en la guerra contra Mitrídates VI y en el 71 a.C., mediante la Lex Antonia de Termessibus, consiguió de ella una amplia autonomía que ha quedado reflejada incluso en la numismática -se la autorizó a acuñar moneda- y privilegios.

Salvo un efímero episodio en el último cuarto del siglo I a.C., en el que apoyaron a Amintas, rey de Galacia, los termiseos permanecieron leales a Roma. Al acabar el período republicano cambiaron un poco las cosas desde el punto de vista administrativo y la ciudad pasó a integrarse en la provincia de Licia y Panfilia, prosperando económicamente y siendo sede episcopal.

Tumbas excavadas en la roca
Tumbas excavadas en la roca. Crédito: Zythème / Wikimedia Commons

Pero todo se torció en el siglo V d.C., después de que un terremoto demoliera la arquitectura de la ciudad con daños especialmente graves en el acueducto, privando a sus habitantes del suministro de agua y, por tanto, obligándolos a abandonarla.

Irónicamente, esa marcha tan precipitada sin vuelta atrás tuvo su parte de responsabilidad en la excelente conservación actual de su arquitectura (la otra, como dijimos, se debe al aislamiento del turismo masivo por razón de su difícil acceso).

Se llega allí por un desvío a la izquierda que hay en el kilómetro veinticuatro de la carretera entre Antalya y Korkuteli, que deriva en un empinado sendero desde el que se avistan el citado paso de Yenice y el Camino Real Persa terminando ante las murallas de la ciudad. Éstas están tachonadas con inscripciones de augurios de dados, pues parece ser que los termesios eran muy aficionados a la adivinación.

Vista aérea del entorno del teatro de Termeso
Vista aérea del entorno del teatro de Termeso. Crédito: Capyusuf / Wikimedia Commons

Los edificios principales se estructuran en torno a una plaza: el ágora, que tiene habitaciones abovedadas y está rodeada por estoas -una de ellas la de Átalo II-, cisternas y un gimnasio; el teatro, de tipo romano, con cávea helenística, odeón adjunto y aforo para unos cinco mil espectadores, que probablemente servía también como buleuterio (lugar de reunión de la boulé o consejo); cuatro de los seis templos, cuya ubicación cerca del ágora otorga a esa zona un carácter religioso, dedicada sobre todo a Zeus Solimeo y Artemisa (otros dos templos, corintios, dedicados a deidades desconocidas, se hallan más alejados).

También se conservan una villa romana mal llamada la Casa del Fundador, varias necrópolis con hipogeos (uno de ellos posiblemente sea el de Alcetas, pero el saqueo sufrido impide asegurarlo) que contienen sarcófagos ornamentados, un arco triunfal erigido por el emperador Adriano, aljibes, pórticos, etc.

No se han llevado a cabo campañas de excavación, pero sí han aparecido algunas piezas interesantes que se exhiben en el museo de Antalya, caso del Sarcófago del Perro (que debe su nombre a la dedicatoria que se lee en su exterior, dedicada al can Stefanos por su dueño).


FUENTES

Homero, La Ilíada

Estrabón, Geografía

Flavio Arriano, Anábasis de Alejandro Magno

Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica

Jenofonte, Anábasis

Polibio, Historias

Robert Graves, Los mitos griegos

Nadia Julien, Enciclopedia de los mitos

Ministerio de Cultura y Turismo de Turquía, Termessos Örenyeri

Ministerio de Cultura y Turismo de Turquía, Termessos Archaeological Site

Wikipedia, Termeso


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