El profesor Xaverio Ballester, de la Universidad de Valencia, planteó en 2002 una intrigante hipótesis: que los antiguos ástures, habitantes de lo que hoy son principalmente Asturias y León, podrían haber tenido un origen no indoeuropeo, emparentado con los pueblos ibéricos y aquitanos del área pirenaica. Esta propuesta desafía la visión tradicional que considera a los ástures como un pueblo céltico o al menos indoeuropeo.
Ballester basó su argumentación en una convergencia de evidencias lingüísticas, culturales e históricas que, si bien individualmente podrían tener explicaciones alternativas, en conjunto apuntan hacia la posibilidad de un sustrato pre-indoeuropeo en la región astur.
Entre los indicios que presentó se encuentran testimonios de autores clásicos como Estrabón, Pomponio Mela y Plinio, quienes describían los nombres y el habla de estos pueblos como particularmente bárbaros e incomprensibles, algo inusual para los romanos ya familiarizados con las lenguas célticas.
En el ámbito lingüístico, el autor señalaba la presencia de fenómenos fonéticos como la aspiración, el betacismo (confusión entre b y v), la sonorización de consonantes intervocálicas y la pérdida de la n intervocálica, rasgos que encuentran paralelos en las lenguas ibéricas y vascónicas pero que son atípicos en las lenguas indoeuropeas. También destacaba elementos morfológicos y léxicos que parecen conectar el astur con el complejo lingüístico pirenaico, como ciertos teónimos o el propio nombre de los ástures.
Desde el punto de vista cultural, Ballester subrayó la práctica de la covada (ritual en el que el padre simula el parto) entre los ástures, costumbre rarísima en el mundo indoeuropeo pero atestiguada también entre los corsos.
Asimismo, mencionaba el papel destacado de la mujer en las labores agrícolas y ciertos rasgos matriarcales como indicios de un sustrato cultural diferenciado.
El autor proponía un modelo explicativo basado en la ecología lingüística, según el cual las zonas montañosas tienden a conservar bolsas lingüísticas más arcaicas frente a la expansión de nuevas lenguas en las llanuras.
Así, los ástures, ocupando el territorio más montañoso de los pueblos prerromanos peninsulares, habrían preservado elementos de un sustrato pre-indoeuropeo que en otras áreas fue desplazado por las lenguas célticas.
Esta hipótesis implicaría repensar la composición étnica y lingüística del noroeste peninsular en la Antigüedad. Frente a la idea de una Hispania uniformemente indoeuropeizada (salvo el área vasco-aquitana e ibérica), Ballester sugería un panorama más complejo, con «manchas de leopardo» de poblaciones pre-indoeuropeas persistiendo en zonas montañosas entre los pueblos célticos circundantes.
El estudio conecta a los ástures con un hipotético complejo lingüístico «cántabro-pirenaico» que englobaría a iberos, aquitanos y estos grupos del noroeste. Su propuesta explicaría ciertas similitudes observadas entre el euskera y algunas hablas asturianas, así como paralelismos sorprendentes con el corso y el sardo.
Las implicaciones de esta teoría son que la indoeuropeización de Iberia pudo ser un proceso más gradual y tardío de lo que se pensaba, con importantes bolsas de población pre-indoeuropea sobreviviendo hasta la romanización.
Asimismo, planteaba la posibilidad de un continuo cultural y lingüístico pre-indoeuropeo extendiéndose por toda la cornisa cantábrica y pirenaica en épocas muy remotas, quizás desde el Paleolítico.
FUENTES
Xaverio Ballester, Sobre el origen anindoeuropeo de los ástures y maragatos. Palaeohispanica, num.2 (2002). doi.org/10.36707/palaeohispanica.v0i2.348
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.