¿Se imaginan una novela en la que un niño llamado Trump corre trepidantes aventuras, encuentra civilizaciones extrañas y se ve envuelto en problemas con nativos por insultarles sin querer en su desconocido idioma? Pues no la imaginen porque existe; eso sí, su protagonista no es el inefable expresidente estadounidense sino otro que se hace llamar barón Trump. Curiosamente, el hijo pequeño del magnate se llama Barron, todo lo cual ha hecho que esa decimonónica saga literaria -son dos obras- se haya convertido en objeto de fascinación en Internet y, por ende, en la prensa de Estados Unidos.
El título original es Travels and adventures of Little Baron Trump and his wonderful dog Bulger («Viajes y aventuras del pequeño barón Trump y su maravilloso perro Bulger«) y se publicó en 1889 aprovechando la exitosa estela de historias juveniles fantásticas que veinticuatro años antes había puesto de moda Lewis Carroll con su Alicia en el país de las maravillas, moda actualizada en 1889 por Mark Twain con Un yanqui en la corte del rey Arturo, sin contar a Julio Verne. No fue un éxito pero tampoco debió de resultar desastroso, puesto que en 1893 le encargaron al autor una secuela: Baron Trump’s Marvelous Underground Journey («El maravilloso viaje subterráneo del barón Trump»).
Ese autor se llamaba Ingersoll Lockwood. Era neoyorquino, nacido en 1841, hijo de un eminente militar y abogado del que, a modo de anécdota, se puede decir que fue director de la famosa penitenciaría de Sing Sing. El vástago también estudió Derecho, pero su vida profesional empezó de forma más cosmopolita, en el Reino de Hannover, a donde fue destinado como cónsul por el presidente Lincoln en 1862; era el más joven del cuerpo diplomático. Permaneció cuatro años en el país europeo y al regresar se dedicó a la abogacía, en un despacho que compartía con su hermano mayor Henry.
En el último cuarto del siglo XIX desempeñó esa profesión compatibilizándola con una incipiente carrera literaria, quizá inspirado por su esposa, Winifred Wallace Tinker, con quien se casó en 1884 y que también escribía. Ocho años después se divorciaron y ella contrajo segundas nupcias con otro abogado aficionado a la práctica de la literatura, Edward R. Johnes. Éste había publicado un poemario en 1872 y luego se dedicó a los ensayos jurídicos, mientras ella se centraba en la prosa con varios cuentos y dos novelas. En cuanto a Lockwood, decíamos que también cogió la pluma y en 1889 publicó la primera novela mencionada.
El personaje principal de Travels and adventures of Little Baron Trump and his wonderful dog Bulger es un niño alemán, acomodado pero tendente a meterse en líos, llamado Wilhelm Heinrich Sebastian Von Troomp. Vive en Castle Trump y por eso adopta adopta el apodo de barón Trump al embarcarse en un fantástico viaje, acompañado de su fiel perro Bulger, huyendo de su lujosa pero aburrida existencia. En su transcurso comprará un libro de saberes arcanos, demandará a sus tutores al considerar que están en deuda con él por todo lo que les ha enseñado (y gana) y descubrirá nuevas razas, de nombres tan extraños como los desdentados e ingrávidos Devoradores de Viento, los semiamorfos Saltadores de Hombres y los Cuerpos Redondos.
Como se ve, es un personaje de lo más peculiar, puesto que encima se empeña en vestir a la moda tradicional china y rechazar a todas las chicas que se enamoran de él porque considera que su inteligencia está muy por encima de la de ellas. También su fuerza es sobrehumana, cabría añadir, ya que no es del todo humano: él mismo dice haber nacido en la tierra de los Estornudos Melodiosos, donde se estornuda musicalmente. A pesar de lo sugestivo que pueda parecer el argumento, el público no se mostró demasiado interesado y la crítica tampoco le dedicó elogios, razones por las que esa saga no pasó a formar parte de los clásicos infantiles y/o juveniles del siglo XIX
Ahora bien, tampoco debió de ser un desastre total si, como decíamos antes, cuatro años más tarde, Lockwood publicó una continuación. Se trata de la reseñada Baron Trump’s Marvelous Underground Journey, en la que el niño protagonista viaja a una Rusia subterránea ante cuyas autoridades presume de tener un cerebro prodigioso (una constante en el libro y de hecho, su cabeza es el doble de grande de lo normal), descubre la tierra de la Gente Transparente, el pueblo de las hormigas y a los Felices Olvidadores (que, claro está, le olvidan en cuanto se marcha).
Sin embargo, el momento álgido para el tema que nos interesa en este artículo llegó en 1896, cuando salió a la venta en librerías un nuevo título: 1900 or The Last President («1900 o el último presidente«), que junto con las anteriores iba a resultar fascinante un siglo y cuarto después. Y es que al autor ni se le pasó por la cabeza que su obra literaria iba a ser recuperada y analizada minuciosamente debido a una serie de elementos que en su época no parecían revestir nada especial.
A nadie se le escapan las coincidencias nominales Donald Trump-Don y Barron Trump-Barón Trump o Castle Trump y Trump Tower (en cuyo ático está la residencia oficial del multimillonario), al igual que se recordó la denuncia de injerencia rusa en los comicios de 2016 en relación a que el barón Trump es guiado hacia el primer país que visita, Rusia, por un hombre llamado Don, al que se conoce como «el maestro de todos los maestros». Pero es que, en el argumento de 1900 or The Last President, Nueva York está a punto de colapsar después de que los ciudadanos se dividan por un presunto fraude en las elecciones presidenciales que da la victoria a un candidato populista. Y todos nos acordamos de la polémica que hubo en Estados Unidos y el asalto al Capitolio.
En la trama de esa novela aparecen elementos que nos resultan familiares, como la polémica electoral, la presidencia de EEUU, el caos político, la polarización social y la protesta de manifestantes recorriendo las calles neoyorquinas mientras destruyen tiendas y casas de ricos… incluyendo el hotel Quinta Avenida, donde hoy se alza la Trump Tower. Todo ello careció de significado para nadie y no salió de su ámbito literario hasta 2017, cuando el célebre magnate de la televisión logró ser presidente para, cuatro años más tarde, denunciar un amaño en las siguientes elecciones.
En realidad, el barón Trump se muestra muy diferente a Donald Trump porque es de mente más abierta, aunque coincide con él en ser objeto de todo tipo de insultos allá donde va. El caso es que, apunten, no han faltado mentes extravagantes dispuestas a sugerir que el expresidente es o fue un viajero espacio-temporal gracias a que su tío John fue asesorado por Nicola Tesla y que ese ir y venir entre el presente, el pasado y el futuro le sirvieron tanto para enriquecerse como para ver afectada su cordura. Otros comparan al Trump real con el villano de la película de Mario Bros o con Biff, el antagonista de Regreso al futuro. Lo cierto es que esos delirios no son del todo novedosos, pues ya los hubo parecidos antes sobre, por ejemplo, George Bush.
En 2017 un cineasta llamado Leigh Scott, fan del expresidente, anunció que buscaba financiación colectiva entre sus partidarios para llevar a la gran pantalla una adaptación de las novelas. Incluso subió un vídeo promocional a las redes, aunque no se ha vuelto a saber del asunto.
A buen seguro, Ingersoll Lockwood se hubiera quedado estupefacto de saber el éxito póstumo de su literatura, aunque sea relativo. Al fin y al cabo, en 1891 había insistido en el género fantástico infantil con Wonderful Deeds and Doings of Little Giant Boab and his Talking Raven Tabib («Maravillosas hazañas y hechos del pequeño gigante Boab y su cuervo parlante Tabib»), que no llama tanto la atención. Falleció sin dejar descendencia en 1918, en Saratoga Springs, donde pasó sus últimos años de vida autorrecluido.
Su última obra fue un libro de poemas titulado In Varying Mood, or Jetsam, Flotsam and Ligan (ya saben de dónde vienen los nombres de las morenas de La sirenita) y publicado en 1912, cuyo prefacio, escrito por él mismo, parecía firmado por el mismísimo barón Trump:
El final casi ha llegado. Sólo estoy esperando la señal para zarpar y comenzar mi viaje a las Islas de los Bienaventurados en los lejanos mares occidentales. Al principio me sentí preocupado porque mi pequeño ladrido, por muy firme que fuera, se hallaba demasiado profundo en el agua. Estaba sobrecargado de vanidades que no serían actuales y mercancías que no serían vendibles en las Islas de los Bienaventurados. ¡Por la borda! Ahora que he aligerado el barco me siento mejor.
FUENTES
Ingersoll Lockwood, Travels and adventures of Little Baron Trump and his wonderful dog Bulger
Ingersoll Lockwood, Baron Trump’s Marvelous Underground Journey
Ingersoll Lockwood, 1900 or The Last President
Jaime Fuller, Trump is the star of these bizarre victorian novels. And the Internet is losing its mind
Chris Riotta, Did an author from the 1800s predict the Trumps, Russia and America’s downfall?
Wikipedia, Novelas de Baron Trump
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