Hace cien años, el Conde de Vega del Sella sentó las bases para entender los concheros prehistóricos de Asturias. Ahora, un siglo después, un equipo internacional de investigadores ha puesto a prueba ese modelo centenario utilizando técnicas geoarqueológicas de vanguardia.

Los resultados, publicados recientemente en la revista Quaternary Science Reviews, arrojan nueva luz sobre cómo se formaron estos enigmáticos yacimientos del Mesolítico asturiano y plantean interrogantes sobre los modos de vida de los cazadores-recolectores costeros de hace 9.000 años.

El estudio, liderado por Carlos D. Simões de la Universidad del Algarve, se ha centrado en dos yacimientos emblemáticos: El Alloru y El Mazo. Mediante análisis micromorfológicos y de microfacies de carbonatos, los investigadores han podido examinar al microscopio la estructura interna de estos depósitos cementados que cuelgan de las paredes de las cuevas, inaccesibles hasta ahora a los métodos arqueológicos tradicionales.

a) localización de la amplia zona asturiana en Europa Occidental y primer plano en el núcleo de concentración de yacimientos, con localización de los yacimientos objeto de estudio (en negro) y yacimientos excavados por Vega del Sella mencionados ion el texto (en gris) ; b) Picos astures recuperados durante la excavación en 2013 de la Unidad 104 de El Alloru.
a) localización de la amplia zona asturiana en Europa Occidental y primer plano en el núcleo de concentración de yacimientos, con localización de los yacimientos objeto de estudio (en negro) y yacimientos excavados por Vega del Sella mencionados ion el texto (en gris) ; b) Picos astures recuperados durante la excavación en 2013 de la Unidad 104 de El Alloru. Crédito: L. Teira / J. P. Ruas

Los resultados obtenidos contradicen en varios aspectos el modelo propuesto por Vega del Sella en 1923. Según el Conde, estos concheros se habrían formado por la acumulación de desechos arrojados al interior de las cuevas, mientras que las áreas de habitación estarían en el exterior. Sin embargo, las evidencias microscópicas revelan una historia más compleja.

En primer lugar, los cementos carbonatados que aglutinan estos depósitos no se deben a la percolación de agua por las paredes, como sugería Vega del Sella, sino que corresponden a formaciones de toba calcárea asociadas a surgencias de agua. Esto implica que, durante el Holoceno temprano, el nivel freático era más alto que en la actualidad y existía una intensa actividad de manantiales en estas cuevas costeras.

Por otro lado, el análisis detallado de la estratigrafía microscópica muestra fases sucesivas de acumulación de restos y períodos de estabilidad, lo que contradice la idea de una formación continua del montículo de conchas. Más aún, las evidencias indican que la formación de toba y la acumulación de restos antrópicos fueron procesos simultáneos.

Ejemplos de concheros típicamente asturianos: a) parches colgantes de restos cementados en el roquedo de El Andriz; barra de escala = 1m (80 cm visibles); b) cornisa colgante del roquedo de La Llosa; barra de escala = 1m; c) grandes restos cementados colgantes de la cueva de Fronfría; barra de escala = 1m; nótese los taludes que descienden hacia el karst interior en todos estos ejemplos, con acumulación de rocas en el fondo; d) detalle del depósito cementado de la cueva de Peñavilla, donde se aprecia la abundancia de conchas de moluscos y un canto rodado (flecha amarilla) adherido a la pared (escala en cm); e) detalle de otra mancha de Peñavilla adherida a un pequeño saliente de la pared de la cueva, mostrando conchas de moluscos con un pico asturiano in situ
Ejemplos de concheros típicamente asturianos: a) parches colgantes de restos cementados en el roquedo de El Andriz; barra de escala = 1m (80 cm visibles); b) cornisa colgante del roquedo de La Llosa; barra de escala = 1m; c) grandes restos cementados colgantes de la cueva de Fronfría; barra de escala = 1m; nótese los taludes que descienden hacia el karst interior en todos estos ejemplos, con acumulación de rocas en el fondo; d) detalle del depósito cementado de la cueva de Peñavilla, donde se aprecia la abundancia de conchas de moluscos y un canto rodado (flecha amarilla) adherido a la pared (escala en cm); e) detalle de otra mancha de Peñavilla adherida a un pequeño saliente de la pared de la cueva, mostrando conchas de moluscos con un pico asturiano in situ. Crédito: Carlos D. Simões et al.

Quizás el hallazgo más sorprendente es que los cementos biogénicos y diagenéticos revelan condiciones freáticas, es decir, que estos depósitos se formaron bajo el agua. Esto plantea un escenario radicalmente diferente al propuesto hace un siglo: en lugar de montículos de desechos expuestos al aire, estaríamos ante depósitos sumergidos en charcas o pozas dentro de las cuevas.

Estas nuevas evidencias obligan a replantearse cómo utilizaban estos espacios los grupos mesolíticos. Lejos de ser meros vertederos, las evidencias microcontextuales sugieren que las conchas eran procesadas y consumidas también en el interior de los abrigos. Esto abre la posibilidad de que estos espacios fueran utilizados como áreas de habitación, al menos de forma temporal, y no solo para arrojar desperdicios.

El estudio también aporta información valiosa sobre las condiciones paleoambientales en la costa cantábrica durante el Holoceno temprano. Los indicios de un nivel freático más elevado y una mayor actividad de manantiales coinciden con el período de rápido ascenso del nivel del mar tras el fin de la última glaciación. Esto habría transformado radicalmente el paisaje costero que habitaron estos grupos de cazadores-recolectores marinos.

Abrigo de El Alloru: a) plano topográfico del yacimiento; el abrigo principal está situado al oeste del afloramiento calizo; obsérvese la existencia de otros abrigos menores a su alrededor; b) vista hacia el abrigo principal, oculto por la vegetación de la parte posterior, mostrando la excavación arqueológica en la zona al aire libre; c) aspecto del conchero cementado en la parte posterior del abrigo antes de la toma de muestras; las líneas amarillas discontinuas marcan los límites del bloque extraído para el análisis micromorfológico; d y e) perfiles oeste y este, respectivamente, de la Prueba 1, mostrando las unidades estratigráficas (etiquetas blancas) y las muestras micromorfológicas (etiquetas negras).
Abrigo de El Alloru: a) plano topográfico del yacimiento; el abrigo principal está situado al oeste del afloramiento calizo; obsérvese la existencia de otros abrigos menores a su alrededor; b) vista hacia el abrigo principal, oculto por la vegetación de la parte posterior, mostrando la excavación arqueológica en la zona al aire libre; c) aspecto del conchero cementado en la parte posterior del abrigo antes de la toma de muestras; las líneas amarillas discontinuas marcan los límites del bloque extraído para el análisis micromorfológico; d y e) perfiles oeste y este, respectivamente, de la Prueba 1, mostrando las unidades estratigráficas (etiquetas blancas) y las muestras micromorfológicas (etiquetas negras). Crédito: Carlos D. Simões et al.

Los hallazgos de este estudio obligan a reconsiderar los modelos de formación de concheros prehistóricos en otras regiones costeras del mundo. El estudio de los concheros asturianos ofrece una ventana única a un período crucial de la prehistoria europea, cuando los últimos cazadores-recolectores desarrollaron formas de vida cada vez más sedentarias basadas en la explotación intensiva de los recursos marinos.

El trabajo publicado en Quaternary Science Reviews no cierra el debate sobre la formación de los concheros asturianos, sino que abre nuevas líneas de investigación. Los autores señalan la necesidad de ampliar estos estudios a otros yacimientos de la región para confirmar si el patrón observado en El Alloru y El Mazo es generalizable. Asimismo, plantean la urgencia de desarrollar nuevas estrategias de conservación para estos frágiles depósitos, amenazados por la erosión costera y el aumento del nivel del mar.

En definitiva, este estudio no solo revisa un modelo centenario, sino que propone una nueva visión de cómo los grupos humanos del Mesolítico interactuaban con su entorno costero. Una visión que nos acerca un poco más a comprender la vida cotidiana de aquellos pioneros pescadores y mariscadores que poblaron las costas cantábricas hace nueve milenios, sentando las bases de una larga tradición marinera que ha llegado hasta nuestros días.


FUENTES

Carlos D. Simões, Eneko Iriarte, et al., Carbonate microfacies reveal how Asturian shell middens formed in the Mesolithic. Quaternary Science Reviews, Volume 342, 15 October 2024, 108898. doi.org/10.1016/j.quascirev.2024.108898


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