En el corazón del distrito de Kyrenia, en la pintoresca bahía de Morphou, se encuentra el pequeño pueblo de Agia Irini (o Agia Eirini, Santa Irene), conocido en turco como Akdeniz. Este lugar, bajo el control de facto de la República Turca del Norte de Chipre, alberga uno de los descubrimientos arqueológicos más fascinantes del Mediterráneo: el llamado Ejército de Terracota Chipriota.
El hallazgo, realizado por la Expedición Sueca a Chipre en 1929, sacó a la luz un santuario antiguo con más de dos mil figuras de terracota que datan del periodo entre 650 y 500 a.C.
La historia del descubrimiento de este tesoro arqueológico comienza en el verano de 1929 cuando el sacerdote local, Papa Prokopios, visitó el museo en Nicosia. Había capturado a un saqueador en su campo en el pueblo de Agia Irini y llevó con él uno de los objetos sustraídos, la parte superior de una estatua de terracota del siglo VI a.C.
Inmediatamente la pieza llamó la atención de la Expedición Sueca a Chipre, liderada por Einar Gjerstad, que rápidamente solicitó los derechos de excavación y comenzó su trabajo en el campo de Prokopios en noviembre del mismo año.
Las excavaciones revelaron un santuario que había estado en uso ininterrumpido desde la Edad de Bronce Tardía, alrededor del 1200 a.C., hasta el final del periodo Arcaico de Chipre. La fase más significativa del sitio corresponde a los siglos VII y VI a.C., de la cual datan la mayoría de las figuras encontradas.
A sólo medio metro bajo la arena, los arqueólogos descubrieron unas dos mil figuras de terracota tumbadas y de pie, dispuestas en semicírculo, recordando la formación de un teatro. Estas figuras representaban sacerdotes, guerreros, personas comunes, y animales, destacándose tanto por su diversidad como por su tamaño, siendo las más grandes de tamaño natural.
Los arqueólogos descubrieron que el santuario de Agia Eirini pasó por varias fases de construcción y renovación. Originalmente, consistía en un complejo de casas rectangulares hechas de ladrillos de barro sobre sólidos cimientos de piedra.
Estas casas estaban dispuestas alrededor de un gran patio abierto, donde las casas del oeste y norte probablemente servían como residencias y almacenes para los sacerdotes, mientras que las del centro y sur se utilizaban con fines cultuales.
El complejo albergaba objetos de culto como mesas de ofrendas, grandes pithoi (jarros de almacenamiento), vasos de libación, un hacha de culto de piedra y figuras de toros de terracota. La naturaleza de las ofrendas y la disposición de los objetos sugieren que el culto estaba dedicado a deidades agrarias que protegían las cosechas y el ganado, simbolizando la fertilidad y la abundancia.
Con el tiempo, el antiguo santuario se cubrió y enterró bajo tierra y se erigió uno nuevo en la cima. Este nuevo santuario se diferenciaba del anterior por ser un temenos abierto de forma irregular, rodeado por un períbolo (jardín o huerto de los sacerdotes). En este nuevo recinto se encontraron numerosas ofrendas de terracota, principalmente figuras de toros, alrededor de un altar cubierto de capas de ceniza y restos carbonizados, lo que sugiere la práctica de sacrificios de sangre.
Durante el periodo Cypro-Geométrico III, el santuario experimentó otra transformación. Las paredes del períbolo se elevaron y se erigió un nuevo altar rectangular, desplazando las antiguas ofrendas a un depósito cercano.
Las ofrendas votivas también evolucionaron, introduciendo ahora figuras antropomórficas y minotauros junto a las tradicionales figuras de animales, indicando una antropomorfización creciente de la deidad venerada, que también empezó a ser vista como una divinidad guerrera.
El apogeo del santuario de Agia Eirini llegó durante el periodo Cypro-Arcaico I, cuando se amplió el temenos para dar cabida a más estructuras. Dos de estas, en la parte sur, probablemente servían como recintos para árboles sagrados, una característica reminiscentemente minoica. Aquí se encontraron figuras con máscaras de toro, interpretadas como sacerdotes, lo que ofrece pistas sobre los rituales del culto, que incluían música, como lo sugieren las numerosas figurillas con tamborines y flautas.
Las ofrendas continuaron siendo en su mayoría figuras de terracota dispuestas en semicírculos alrededor del altar, con las más pequeñas situadas más cerca del altar y las más grandes detrás, de modo que todas fueran visibles durante las ceremonias.
A principios del periodo Cypro-Arcaico II, el santuario fue inundado repetidamente, lo que llevó a su eventual abandono alrededor del 500 a.C. Sin embargo, hubo un breve renacimiento del culto en el siglo I a.C., aunque a una escala mucho menor y con menos recursos.
Se desconoce la deidad a la que estaba consagrado el santuario, y bajo qué forma se la adoraba. Los arqueólogos creen que una piedra ovalada o bétulo encontrada en las capas más recientes pudo ser el objeto de culto, siendo trasladada de unas fases del santuario a otras según se ampliaba.
El lugar cayó en el olvido hasta que Papa Prokopios cultivó maíz, sin saberlo, sobre las antiguas esculturas de terracota. Quienes sí debían saber que allí enterrado había algo valioso eran los saqueadores. Su fortuito descubrimiento llevó así a la revelación de uno de los más importantes conjuntos de artefactos arqueológicos de Chipre y del Mediterráneo.
En 1931, la mitad de los objetos encontrados fueron enviados a Suecia con el permiso del gobierno colonial británico. Por ello, muchas de las figuras de terracota descubiertas en Agia Eirini se encuentran en el Medelhavsmuseet (Museo del Mediterráneo) de Estocolmo, donde se exhiben como testimonio del pasado glorioso del santuario, la rica herencia cultural de Chipre y el trabajo de los arqueólogos suecos. La otra mitad se encuentra en el museo de Nicosia en la isla de Chipre.
FUENTES
Einar Gjerstad, et al., The Swedish Cyprus Expedition
Kristian Göransson, The Swedish Cyprus Expedition, The Cyprus collections in Stockholm and the Swedish Excavations after the SCE
Medelhavsmuseet, Cyprus, 7000 Years of History
Wikipedia, Agia Irini
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