Corría el año 30 a.C. cuando la victoria de Octavio en la batalla de Accio puso fin a la Tercera Guerra Civil, pasando Egipto a ser una mera provincia romana. Con ese nuevo estatus político-administrativo desapareció la dignidad del faraón egipcio y fue sustituida por la de un procónsul. El último, que reinaba asociado a su madre Cleopatra como corregente, se llamaba Ptolomeo XV Filópator Filómetor César, pero ha pasado a la Historia con el apodo que le pusieron sus propios súbditos en Alejandría: Cesarión, es decir, «Pequeño César», por ser el presunto hijo de Julio César.
Decimos presunto porque, pese a que generalmente se da por cierta esa paternidad, en realidad no está tan claro. Las fuentes que así lo atestiguan son posteriores y el propio César nunca lo reconoció oficialmente -aunque sí parece que permitió que el niño usara su nombre-, seguramente por los problemas legales que ello implicaba a efectos testamentales.
Quizá por ello no faltaron autores que lo negaron; entre los más significativos estaba Cayo Opio, amigo íntimo de César y secretario suyo, quien escribió un panfleto tratando de demostrar la falsedad de la filiación.

En cualquier caso, ya en su época se dio por cierto que Cesarión era hijo suyo, engendrado durante el encuentro que César mantuvo con Cleopatra durante el sitio de Alejandría, en el contexto de la lucha sucesoria entre la reina egipcia y su hermano Ptolomeo XIII, ya que ambos permanecieron dos meses juntos al acabar las hostilidades y recibir ella la corona asociada con otro hermano, el pequeño (tenía doce años) Ptolomeo XIV. Cleopatra dio a luz en la propia Alejandría en junio del 47 a.C. y se estableció con su amante en el Horti Caesari, una de las dos villas que éste tenía en Roma.
La razón para ese traslado a la capital de la república sería esperar que el recién nacido fuera declarado heredero y sucesor, por tratarse del único hijo biológico conocido de César. Sin embargo, ya dijimos que él nunca lo reconoció legalmente, lo que incrementó las acusaciones de bastardía y la imposibilidad de esa condición hereditaria, habida cuenta que Cesarión no tenía la ciudadanía romana. Algo que quedó todavía más patente en el 44 a.C., cuando César adoptó a su sobrino nieto Octavio; el mismo año en que fue asesinado.
La muerte del dictador provocó el regreso a Egipto de Cleopatra, que se llevó consigo a su vástago. Recaló en Alejandría, donde apenas cinco meses después falleció el joven faraón Ptolomeo XIV -probablemente envenenado por ella-, ocupando así su lugar en el trono y nombrando corregente a su hijo, a pesar de que éste no tenía más que tres años; el Senado romano lo suscribió.

El niño recibió el nombre de Ptolomeo XV, pero su madre le añadió el cognomen César, del que ya vimos que deriva el apodo popular. Eran, según dijo ella misma y como mostraba la iconografía, equivalentes a la diosa Isis y su vástago Horus.
No vuelve a haber noticias del personaje en ocho años; una constante, por otra parte, ya que apenas tenemos datos biográficos suyos más allá de los estrictamente relacionados con Cleopatra y César; si acaso, que ya en su adolescencia tuvo como tutor a un griego llamado Rodón.
Hasta la iconografía es escasa, reducida básicamente a una estatua complementaria de otra encontrada en el puerto de Alejandría en 1997, un relieve del templo de Hathor en Dendera en el que se le muestra junto a su madre como un faraón adulto, su efigie infantil en algunas monedas…. La mayor parte de las representaciones artísticas son muy posteriores.

Salvo una referencia en el 36 a.C., las llamadas Donaciones de Antioquía (llamadas así por haberse hecho en esa ciudad, donde se reunieron Marco Antonio y Cleopatra acompañada de su prole), Cesarión no vuelve a ser nombrado documentalmente hasta el 34 a.C., en las Donaciones de Alejandría. Constituían éstas un conjunto de legados por los que Marco Antonio repartía tierras entre los hijos de Cleopatra (aparte del que nos ocupa, tuvo otros tres con el romano: Alejandro Helios, Cleopatra Selene y Ptolomeo Filadelfo) y proclamaba la ruptura de su matrimonio con Octavia (se había casado con la reina egipcia pese a que la bigamia era ilegal en Roma).
Por las Donaciones de Alejandría, Marco Antonio entregó Armenia y Partia (que no había sido conquistada aún) a Alejandro Helios, Cirenaica y Libia a Cleopatra Selene II, y Siria y Cilicia a Ptolomeo Filadelfo. También nombró faraón y Rey de Reyes a un Cesarión ya adolescente, de catorce años, en calidad de corregente pero subordinado a su madre (la iconografía le muestra siempre en una posición más baja, mientras que Marco Antonio aparece a la misma altura), además de reconocerlo oficialmente como hijo de Julio César y autodesignarse tutor suyo. Incluso le añadió la distinción de Divi filius, o sea «hijo de un dios», algo sin precedentes.
Todo ello fue la guinda que colmó la paciencia de Octavio, que hasta entonces era su socio en el triunvirato junto a Lépido (y que, irónicamente, más adelante emplearía también el título Divi filius). Y es que a la ofensa que se infligía a su hermana y al hecho de que Libia, que Marco Antonio había entregado a su hija, era de su jurisdicción, se sumaba el reconocer la paternidad de César, lo que suponía un peligro para su ambición de hacerse con el poder por el ascendiente que pudiera ejercer el niño sobre el ejército y sobre el pueblo de Roma mismo; llevando las cosas al extremo,estaba el riesgo de que incluso considerase un usurpador al propio Octavio.

Consecuentemente, en el año 33 a.C. no sólo no se renovó el triunvirato sino que Octavio se las arregló para hacerse con el testamento de Marco Antonio, que estaba depositado en el templo de Vesta, y hacerlo público. El documento reveló que su autor no legaba nada a su esposa Octavia ni a las hijas que tuvo con ella pese a ser las herederas legales según el derecho romano. Como esperaba, el escándalo provocó la declaración de guerra a Egipto y ya explicamos antes que la contienda terminó con victoria octaviana. Marco Antonio y Cleopatra, tras la derrota en Accio, se quitaron la vida y el destino de sus vástagos dio un vuelco.
Alejandro Helios, Cleopatra Selene y Ptolomeo Filadelfo tuvieron que desfilar encadenados en el triunfo militar que se celebró en Roma y a continuación fueron entregados a Octavia, que ya cuidaba de los hijos de anteriores matrimonios de Antonio. De los dos niños no se sabe nada más; ella fue casada con el rey númida Juba II. En cuanto a Cesarión, inicialmente su madre le informó de que debería asumir la corona en solitario más adelante, quizá porque ella esperaba que Octavio la dejara marchar al exilio con su amante; al fin y al cabo, así lo había hecho con Lépido a pesar de haberse alzado en armas.
Sin embargo, Octavio no estaba dispuesto a dejar peligrosos cabos sueltos; como dijo su maestro Arrio Dídimo, no es bueno que haya tantos césares . Por eso se mostró implacable cuando Cesarión cometió el error de escuchar el consejo de Rodón de que confiase en la magnanimidad del romano. Cleopatra le había puesto a salvo en un barco que, remontando el Nilo, le llevó primero a Coptos y luego a Berenice, en la costa del Mar Rojo, desde donde podría solicitar asilo en Arabia o la India. En vez de eso, en el año 30 a.C., recién alcanzada la mayoría de edad, regresó a Alejandría, donde Octavio ordenó su muerte. Su madre y Marco Antonio le habían precedido en ello.
Fuentes
Plutarco, Vidas paralelas | Dion Casio, Historia romana | Suetonio, Vidas de los doce césares | Adrian Goldsworthy, César | Duane W. Roller, Cleopatra, biografía de una reina | Ernle Bradford, Cleopatra | Wikipedia
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