Al sureste del territorio del pueblo galo de los Heduos, en una pequeña colina que domina el Arar (nombre celta del Saona), se estableció a principios del siglo I a.C. un oppidum, una plaza fortificada, llamada Matisco (la actual Mâcon en el centro-este de Francia).
Este oppidum aseguraba un rol estratégico en la frontera que constituía el río frente al territorio de los Sécuanos, pero también un rol económico al controlar el tráfico fluvial. Los primeros indicios recogidos en 2024 confirman los datos proporcionados en investigaciones anteriores, es decir, que la ocupación gala no se limitaba a la eminencia margo-calcárea considerada como la sede del oppidum, sino que se extendía a su periferia.
En 43 a.C., tras la conquista de la Galia por los Romanos, se funda una colonia en la confluencia del Ródano y el Saona. Esta colonia tomará el nombre de Lugdunum, hoy Lyon. Se convertirá en la capital de las Galias. Matisco, no muy alejada de Lugdunum, se beneficiará de esta creación. Rápidamente, bajo el reinado del emperador Augusto (27 a.C. a 14 d.C.), surge una próspera aglomeración.
Ahora, excavaciones arqueólogicas han sacado a la luz un sector de la ciudad galo-romana. Las observaciones realizadas durante las primeras semanas de excavaciones muestran la presencia de niveles de este periodo que testimonian los esfuerzos del Estado romano por desarrollar la Galia. Si el tipo de ocupación aún se desconoce, la cerámica encontrada corresponde a los facies hallados y descritos en las excavaciones lionesas.
Durante los siglos I y II d.C. la ciudad se desarrolla: sistema de vías, monumentos, casas de habitación, necrópolis son acondicionados. Una intensa actividad económica, favorecida por los intercambios que transitan por el Saona y por las rutas creadas por los Romanos, hace de Matisco una ciudad floreciente. En esa época, el sector de la calle de Épinoches se sitúa al norte del espacio urbano tal como es posible comprenderlo hoy.
Después del desmonte de los niveles superficiales y las primeras investigaciones, aparece claramente que se construyeron varias casas de habitación, dispuestas en la pendiente que domina el arroyo de Rigolettes. Restos de muros, retazos de suelo enlosado, fragmentos de revestimientos pintados y piedras decorativas empiezan a dibujar un conjunto arquitectónico constituido por residencias urbanas.
Otro aspecto interesante de esta excavación es el descubrimiento de una red de canalizaciones de piedra. Parece que la adecuación del sitio requirió una gestión permanente de las aguas, principalmente pluviales, que eran dirigidas hacia el fondo del valle. Una importante capa de arena de varios decímetros de espesor está presente en la parte suroeste del sitio. Esta se intercala entre los niveles galos y galo-romanos.
Los estudios geomorfológicos realizados durante el diagnóstico indican que estos sedimentos se colocaron de manera natural con fenómenos hidrológicos. Probablemente, la presencia de estos niveles de arena se deba a un fenómeno de fuertes precipitaciones. La causa de esta repentina corriente podría explicarse por los trabajos de adecuación relacionados con el surgimiento de la aglomeración. Desmontes y terraplenes en la parte alta pudieron desestabilizar los terrenos cercanos. Ahora queda evidenciar las diferentes fases de desarrollo de este espacio urbano.
El esquema clásico de la evolución de las aglomeraciones antiguas, describe una reducción drástica del espacio urbano después de la crisis de mediados del siglo III; los habitantes se refugian al abrigo de murallas cuyos cimientos utilizan bloques en gran aparejo arrancados de los monumentos de la ciudad. Matisco se inscribe en este movimiento y se convierte en el castrum matisconense.
En la excavación de Épinoches, el hallazgo de monedas del siglo IV y de un fragmento de cerámica en sigillata de Argonne, producción conocida a principios del siglo V, plantea interrogantes: ¿persistencia del hábitat o ocupación esporádica en particular para recuperar materiales de construcción? Sea como fuere, a partir del siglo IV este sector se encuentra fuera de las murallas recién construidas.
Después de la Antigüedad, este espacio se ocupa esporádicamente. Sólo en el siglo XVIII, con la creación del Hotel Dieu, el urbanismo reinvierte esta zona. Esta operación debería permitir por primera vez esclarecer e ilustrar las fases del desarrollo urbano de la ciudad antigua.
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