En 2019 los arqueólogos descubrieron en la necrópolis de Carmona (la antigua Carmo romana) en Sevilla, un mausoleo familiar datado en el siglo I d.C. que contenía ocho nichos, seis de ellos con una urna de cenizas cada uno. Una de ellas contenía además un líquido rojizo, que tras un estudio arqueoquímico, permitió identificarlo como vino blanco, y considerarlo el vino más antiguo conservado en estado líquido.

La ciudad de Carmona, conocida en la antigüedad como Carmo, forma parte de la región de la Bética, una de las provincias más importantes del Imperio Romano. Durante la rehabilitación de una vivienda en esta histórica ciudad, se descubrió una tumba colectiva perteneciente a la necrópolis occidental de Carmo. Esta tumba, datada a principios del siglo I d.C., contenía ocho nichos, de los cuales seis albergaban urnas cinerarias con restos cremados y diversos objetos típicos de los rituales funerarios romanos.

Lo que hizo excepcional este descubrimiento fue la urna del nicho 8. Esta urna, una olla osuaria de vidrio con asas en forma de M, estaba dentro de una caja ovalada de plomo con una tapa plana abombada. En su interior se hallaron cinco litros de un líquido rojizo, que se presume formaba parte del contenido original junto con los restos óseos cremados. Dada la importancia simbólica del vino en el mundo romano antiguo y su estrecha relación con los rituales funerarios, los investigadores plantearon la hipótesis de que este líquido podría ser vino.

(a), (b) Cámara funeraria. (c) Urna en el nicho 8. (d) Caja de plomo que contiene la urna. (e) Líquido rojizo contenido en la urna.
(a), (b) Cámara funeraria. (c) Urna en el nicho 8. (d) Caja de plomo que contiene la urna. (e) Líquido rojizo contenido en la urna. Crédito: Daniel Cosano et al.

Para confirmar la naturaleza del líquido, se llevaron a cabo varios análisis químicos. Utilizando espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente (ICP-MS), los investigadores pudieron determinar los elementos químicos presentes en las sales minerales del vino como potasio, calcio y magnesio, comunes en los vinos de la antigüedad. Además, emplearon cromatografía líquida de alta resolución acoplada a espectrometría de masas (HPLC-MS) para identificar los polifenoles, compuestos presentes en las uvas y, por ende, en el vino. La presencia de ciertos polifenoles y el perfil de las sales minerales permitió a los investigadores identificar el líquido como vino blanco.

La conservación excepcional del vino en estado líquido es un testimonio de las técnicas avanzadas de almacenamiento y preservación de los romanos, así como de las condiciones únicas del entorno que permitieron su conservación durante casi 2000 años. En la época romana, evitar la putrefacción del vino era uno de los mayores problemas a los que se enfrentaban los vinicultores, explican los investigadores. Sin embargo, conseguían alargar la vida útil del vino utilizando diversos aditivos; uno de los más utilizados en la región bética era el yeso.

Otra forma de prolongar la vida útil del vino en la época romana consistía en añadir mostos cocidos que contenían grandes cantidades de azúcares para aumentar el contenido de alcohol. Otra posibilidad era suministrar cloruro sódico al vino, posiblemente para potenciar su sabor. La sal también es un eficaz conservante y estabilizador del vino. Los vinos finos que se producen actualmente en la denominación de origen Jerez son probablemente los que más se parecen a los que se obtenían originalmente en la Bética romana.

Anteriormente, el vino más antiguo conocido conservado en estado líquido era la botella de Speyer, datada en aproximadamente 1700 años. Sin embargo, este nuevo hallazgo en Carmona supera esa edad, proporcionando una muestra directa y tangible de la producción y el consumo de vino en la antigua Roma.

Según los investigadores, el uso del vino en los rituales funerarios romanos es bien conocido y está documentado. Por lo tanto, una vez depositados en ella los restos incinerados, la urna debió de llenarse de vino en una especie de ritual de libación en la ceremonia de enterramiento o como parte del rito funerario para ayudar al difunto en su transición a un mundo mejor.

Y concluyen que los resultados obtenidos en este trabajo sugieren firmemente que el líquido rojizo de la urna de cenizas era originalmente vino que se descompuso con el tiempo, y que tenía unos 2.000 años de antigüedad, por lo que se trata del vino más antiguo encontrado hasta la fecha.


FUENTES

Daniel Cosano, Juan Manuel Román, et al., New archaeochemical insights into Roman wine from Baetica. Journal of Archaeological Science: Reports, vol.57, September 2024, 104636. doi.org/10.1016/j.jasrep.2024.104636


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