Fundada por colonos griegos de Mileto en el siglo VII a.C. y situada en una península en el noroeste de Anatolia, la ciudad de Cícico fue una de las más pujantes metrópolis del mundo antiguo, floreciendo a la sombra del imponente macizo montañoso del Dindymus y bañada por las aguas del estrecho de Propóntide, que la conectaban con el mar de Mármara y el Egeo.

Fue incorporada al Imperio Romano en tiempos de Tiberio, constituyéndose como capital de la provincia de Misia, en la que se localizaban también otras tres importantes ciudades: Pérgamo, Lámpsaco y Nicomedia.

Un terremoto en el año 123 d.C. provocó numerosos daños en la ciudad, y el derrumbe de su templo principal. El emperador Adriano visitó la zona al año siguiente para supervisar la reconstrucción de la urbe, y la erección de un nuevo templo dedicado a su persona.

Escalones del podio del templo de Adriano en Cícico
Escalones del podio del templo de Adriano en Cícico. Crédito: Carole Raddato / Following Hadrian / Wikimedia Commons / Flickr

Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el sitio han desvelado la magnitud y la complejidad de este prodigioso edificio, cuyas dimensiones lo convirtieron en el mayor templo jamás construido en todo el mundo grecorromano.

Conocemos sus características porque todavía estaba existía en 1431 cuando lo visitó Ciriaco de Ancona (considerado el padre de la arqueología), quien realizó varios dibujos del edificio e informó de que 31 de sus columnas seguían en pie, pero el templo se estaba usando como cantera para la cercana Bursa.

Octástilo (8 por 15 columnas de orden corintio), con 120 metros de largo y una anchura de 50 metros, el Templo de Adriano superaba en tamaño incluso a los famosos santuarios de Júpiter en Baalbek o de Artemisa en Éfeso, estableciendo así un nuevo parámetro en la arquitectura de los grandes templos clásicos.

Gigantescos restos del templo de Adriano en Cícico, esparcidos por el entorno
Gigantescos restos del templo de Adriano en Cícico, esparcidos por el entorno. Crédito: Carole Raddato / Following Hadrian / Wikimedia Commons / Flickr

Su grandiosidad puede medirse por el hecho de que sus 60 columnas tenían un grosor de más de 2 metros y eran al menos 2 metros más altas que las del gran templo de Baalbek, alcanzando los 21,35 metros (por 19,35 metros en Baalbek).

La construcción duró 16 años, terminándose en 139 d.C. Por los dibujos de Ciriaco y un pasaje del cronista Juan Malalas, que escribió a mediados del siglo VI d.C. y lo consideraba una de las maravillas, se sabe que el frontón principal del templo albergaba un enorme busto de mármol de Adriano en forma de imago clipeata gigante.

Uno de los elementos más destacados de este prodigioso edificio era, sin duda, su imponente pórtico, cuyas columnas de granito rosa de más de 21 metros de altura estaban coronadas con enormes capiteles corintios, los más grandes esculpidos en la Antigüedad.

El templo de Adriano en Cícico tenía los mayores capiteles corintios jamás esculpidos
El templo de Adriano en Cícico tenía los mayores capiteles corintios jamás esculpidos. Crédito: Carole Raddato / Following Hadrian / Wikimedia Commons / Flickr

En el año 2013 los trabajos de excavación llevados a cabo en el sitio sorprendieron al mundo con el hallazgo del mayor capitel corintio jamás encontrado en el mundo clásico, una pieza monumental de 2,5 metros de altura, 1,9 metros de diámetro y 20 toneladas de peso, que evidencia la maestría y el refinamiento alcanzados por los artistas que participaron en la construcción del Templo de Adriano.

El templo fue derribado por un terremoto hacia finales del reinado de Antonino Pío, pero fue reconstruido y dedicado de nuevo a Adriano en 166 d.C., tal y como cuenta el orador Aelio Arístides, quien deja constancia de su tamaño extremo.

Para el siglo XIX, del templo, que fue considerado como la octava maravilla de la Antigüedad, ya solo quedaban las subestructuras del podio, con numerosos fragmentos de los elementos decorativos y arquitectónicos esparcidos por los alrededores, entre ellos tejas de mármol de 105 por 85 centímetros, canalones también de mármol con cabezas de león, y numerosos de los gigantescos capiteles corintios.

Reconstrucción virtual de la antigua ciudad de Cícico, con el gran templo de Adriano


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