Antes de las obras de la RN147 en el tramo Limoges-Bellac en el centro-sur de Francia, los arqueólogos del Inrap excavaron una superficie de 8800 metros cuadrados y descubrieron una antigua ocupación agropastoral y pruebas de una instalación monumental atípica del siglo III, en torno a una captación de manantial. El yacimiento proporciona información sin precedentes sobre el desarrollo del territorio de los lemovices durante la Antigüedad Tardía, una tribu gala cuya capital durante la ocupación romana era Augustoritum (Limoges).
La excavación puso al descubierto una primera ocupación antigua, claramente utilizada con fines agropastorales, caracterizada por al menos un edificio construido con materiales perecederos (agujeros de poste, fosos de arena), así como un edificio rectangular de piedra seca. Este descubrimiento ha permitido crear un repositorio regional que puede servir de base para nuevas aproximaciones a las prácticas agropastorales lemovícicas, ya que se conoce poco sobre este tipo de estructuras en la región.
Las investigaciones de campo revelaron las primeras fases de ocupación, la mayoría de las cuales estaban selladas por una capa de tierra. Los artefactos desenterrados durante la excavación ayudaron a caracterizar la función predominantemente agrícola y doméstica de estas instalaciones.
Tras esta primera fase de ocupación, el yacimiento parece haber sido abandonado antes de ser reactivado en el siglo III d.C. Numerosos fragmentos de ladrillos y tejas desenterrados muestran claros signos de calentamiento, lo que sugiere que el yacimiento había sido incendiado. La morfología del yacimiento sufrió varios cambios para adaptarse a su nueva función. Se niveló el terreno, sellando la primera ocupación. Esta importante excavación permitió recoger un gran número de fragmentos de cerámica, que pueden utilizarse para enriquecer los sistemas de referencia locales y proporcionar algunas pistas sobre el estatus de la ocupación.
Junto a estos movimientos de tierra, también se descubrió un terraplén. Este elemento insólito, formado por imponentes bloques de granito, está dispuesto en arco alrededor de un manantial. Este terraplén, una especie de «muralla o límite monumental», ha sido datado gracias a la presencia de fragmentos de cerámica de los siglos III y IV d.C. Prospecciones complementarias con radar de penetración en el suelo han permitido obtener una visión a gran escala de esta construcción, que continúa en la parcela contigua no afectada por las obras.
Los métodos de construcción utilizados sugieren una continuidad en el uso de técnicas más antiguas, que en ausencia de artefactos pueden a veces perturbar la interpretación cronológica y confirmar la dificultad de comprender la ocupación rural de finales de la Antigüedad en la región de Lemosín de manera más general.
Un yacimiento relacionado con el agua
Es evidente que el agua desempeñó un papel importante en la ocupación desde los primeros tiempos. Una cuenca inicial revestida de grandes cantos rodados, contemporánea de las primeras instalaciones antiguas, se rellenó posteriormente con la construcción del terraplén.
Sin embargo, el yacimiento de la Antigüedad Tardía se construyó en torno a un gran manantial, que sigue activo en la actualidad. Es evidente que durante esta fase se creó una captación de agua. Fue en este manantial donde se descubrió un elemento perecedero en su posición original: una cubierta de madera, retocada para ajustarse al fondo del manantial y provista de piedras planas.
Además de las numerosas muestras tomadas, que aportarán información sobre el paleoambiente, se desenterraron fragmentos de cerámica y monedas de época tardoimperial. En el relleno final de la cuenca de este abrevadero se descubrió un gran fragmento de máscara que representa el rostro de una divinidad o una medusa. Esta gran variedad de artefactos apoya la hipótesis de que el lugar fue monumentalizado ya en el siglo III.
Además, la zona excavada ya estaba claramente ocupada por personas en la prehistoria, como lo demuestran varios elementos de sílex (incluido un fragmento de daga), bien en posición secundaria o atrapados en niveles excavados en la antigüedad. También hay una fosa, probablemente neolítica, en el fondo del manantial, lo que confirma la ocupación temprana del lugar y de su manantial.
Estas instalaciones arrojan una luz poco común sobre la ocupación tardoantigua en este sector del territorio lemovícico. La organización y la gestión del campo en la Galia romana cambiaron a partir del siglo III. Este tipo de yacimiento rural ilustra sin duda una etapa de la transición progresiva hacia las ocupaciones de la Alta Edad Media.
Los diferentes estudios especializados en curso y los análisis paleoambientales realizados sobre las diferentes muestras tomadas en el yacimiento permitirán completar y precisar el escalonamiento de un yacimiento con un potencial arqueológico notable, sin precedentes en la región de Lemosín.
Fuentes
Institut national de recherches archéologiques préventives (INRAP)
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