La formación en línea surgió como un arreglo táctico estándar que revolucionó la forma en que los ejércitos se enfrentaban en batalla. Esta formación, que encontró sus raíces en la falange antigua y el muro de escudos medieval, implicaba disponer a soldados de infantería en varias filas, típicamente de dos a cinco, siendo tres la más común.
La formación en línea ofrecía una formidable extensión frontal para el fuego de voladura, permitiendo a los soldados desatar una devastadora ráfaga de proyectiles sobre sus enemigos. Sin embargo, esta ventaja venía acompañada del costo de la maniobrabilidad y la vulnerabilidad a los ataques de caballería. A pesar de estos inconvenientes, la formación en línea demostró su valía durante la Era de la Razón, especialmente en manos del genio militar Federico el Grande y sus adversarios durante la Guerra de los Siete Años.
Para mantener la integridad de la línea, los soldados se posicionaban en proximidad cercana unos de otros, generalmente a la distancia de un brazo, con suficiente espacio para presentar sus armas, disparar y recargar. Cada fila estaba separada por aproximadamente medio metro, y el éxito de la formación dependía en gran medida de la disciplina y entrenamiento de las tropas. Los suboficiales desempeñaban un papel crucial en mantener el orden y asegurar que los soldados apuntaran correctamente sus armas.
Aunque la formación en línea demostró ser efectiva en proporcionar un fuego concentrado, tenía sus limitaciones. El movimiento en esta formación era lento y engorroso, y cualquier ruptura en la cohesión podría significar un desastre, especialmente en terrenos irregulares o boscosos. Como resultado, las tropas a menudo se movían en columnas y solo se desplegaban en formación en línea al llegar a su destino.
Una de las debilidades más evidentes de la formación en línea era su vulnerabilidad a los cargos de caballería, especialmente desde los flancos y la retaguardia. A menos que la unidad pudiera cambiar rápidamente a una formación en cuadro, tales ataques a menudo resultaban en la destrucción completa de la línea.
Durante las Guerras Napoleónicas, el Ejército Británico adoptó una formación de línea de solo dos filas para compensar su desventaja numérica y maximizar su potencia de fuego. Esta línea demostró su valía en la Batalla de Balaklava, donde el 93º Regimiento, conocido como la “Delgada Línea Roja», mantuvo con éxito su posición contra un feroz ataque de caballería rusa, un logro sumamente inusual.
Fuentes
Theodore Ayrault Dodge, A History of the Art of War from Its Revival After the Middle Ages to the End of the Spanish Succession War | Wikipedia
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