Los antiguos griegos tenían una serie de rituales relacionados con la guerra y el combate. Entre ellos se encuentran las danzas de guerra, de las cuales la más antigua y mejor conocida, gracias a las fuentes y el arte, es el Pyrrhichios (πυρρίχιος, Danza Pírrica).
Se trataba un baile de guerra, probablemente de origen dorio, que conmemoraba la valentía y la destreza en el campo de batalla. Se empezó a utilizar como forma de entrenamiento para la guerra, con los bailarines portando todo su equipamiento militar: armadura, escudo, lanza y casco.
La utilizaban principalmente los espartanos, con la que instruían a sus niños desde los cinco años en el arte de la guerra. Pero también los atenienses, que la practicaban en la palestra como parte del entrenamiento en el gimnasio, y muchas otras ciudades del mundo griego.

Existen tres versiones míticas sobre el origen de la danza pírrica. La primera cuenta que, durante el reinado de Cronos, antes de las Guerras Titánicas y cuando Zeus aún era un bebé, los Curetes danzaban alrededor del pequeño dios haciendo un gran ruido con sus armas y escudos para evitar que Cronos, quien devoraba a sus hijos, escuchara el llanto del infante.
La segunda versión narra que, durante el entierro del rey Cízico, los más jóvenes de los Argonautas, siguiendo las instrucciones de Orfeo, danzaron armados y en formación, agitando sus espadas y escudos para ahuyentar los lamentos de los habitantes que lloraban a su monarca.
Finalmente, la tercera leyenda cuenta que, durante el asedio a Troya, Aquiles danzó la pírrica sobre una plataforma de leña antes de entregar el cuerpo de Patroclo a las llamas funerarias, o que Pirro, hijo de Aquiles, bailó este ritmo bajo las murallas de Troya, celebrando la muerte de Eurípilo.
En su diálogo Las Leyes, Platón describe la danza pírrica como una expresión de la guerra, diferente de las danzas pacíficas. Según el filósofo, esta danza, que se realizaba acompañada por el sonido del aulós, imita los movimientos defensivos para evitar golpes y proyectiles, como esquivar, agacharse, saltar y retroceder, así como los movimientos ofensivos, como lanzar flechas, jabalinas y golpes. Platón resalta la rectitud y la tensión de los cuerpos y las almas de los danzantes, que se manifiestan en la alineación de sus miembros.
La danza guerrera es diferente de la pacífica, y con razón puede llamarse pírrica; ésta imita los modos de evitar golpes y proyectiles dejándose caer o cediendo, o saltando a un lado, o levantándose o cayendo; también las posturas opuestas que son las de la acción, como, por ejemplo, la imitación del tiro con arco y el lanzamiento de jabalinas, y de toda clase de golpes. Y cuando la imitación es de cuerpos y almas valientes, y la acción es directa y muscular, dando en su mayor parte un movimiento recto a los miembros del cuerpo, ésa, digo, es la verdadera clase; pero lo contrario no es correcto.
Platón, Las Leyes, VII.815

Estrabón atribuye la creación de la danza pírrica (o al menos su musicalización) a Tales de Creta, un músico y poeta lírico que la introdujo entre los espartanos. Tales, que era originario de la isla de Creta, había recibido una invitación de Licurgo, el legislador espartano, para instalarse en su ciudad.
Sin embargo, los espartanos creían que la danza había sido creada por los Dioscuros, Cástor y Pólux, los gemelos hermanos de la mítica Helena que desencadenó la guerra de Troya.
Luciano opinaba que fue Neoptólemo, el hijo de Aquiles, quien ideó este tipo de danza pírrica, ya que él llevaba por sobrenombre Pirro (de pelo rubio).
Jenofonte también hace referencia a la danza pírrica en sus obras, donde se encuentra la descripción más antigua de sus movimientos:
Pero en cuanto terminó la libación y cantaron el himno, se levantaron primero algunos tracios, que bailaron bajo las armas al son de una flauta, saltando en el aire con mucha agilidad y blandiendo sus espadas, hasta que al fin uno de ellos golpeó a su compañero, y todos pensaron que estaba realmente herido, tan hábil y artísticamente cayó, y los paflagonios gritaron. Entonces el que había dado el golpe despojó al otro de sus brazos y se marchó cantando el Sitalcas, mientras que otros tracios se llevaban al otro, que yacía como muerto, aunque no había recibido ni un rasguño.
Jenofonte, Anábasis VI.1

También menciona una versión más ligera llamada pyrriché, que se bailaba en los banquetes y en la que también participaban mujeres:
Los paflagonios se asombraron al ver todas estas danzas ejecutadas por hombres en armas. Miso, al ver su asombro, convenció a uno de los arcadios, que tenía una bailarina, para que le permitiera traerla, cosa que hizo, después de vestirla de la manera más hermosa que pudo y de darle un broquel ligero. Bailó la danza pírrica con gran agilidad, por lo que se oyeron grandes palmas, y los paflagonios preguntaron si la mujer también atacaba con sus tropas. Los otros respondieron que fueron ellos quienes expulsaron al rey de su campamento. Así terminó el espectáculo de aquella noche.
Jenofonte, Anábasis, VII.1
La participación de mujeres en la danza pírrica se generalizó en toda Grecia, aunque en sus comienzos parece que solo Esparta permitía que las mujeres la ejecutaran, normalmente desnudas.
Ateneo de Náucratis, que escribió a comienzos del siglo III d.C. afirma que en su tiempo la danza pírrica solo se practicaba ya en Esparta, habiendo sido abandonada en el resto de Grecia:
Pero la danza pírrica no se conserva ahora entre ningún otro pueblo de Grecia; y al mismo tiempo que ha caído en desuso, sus guerras también han llegado a su fin; pero sigue en uso sólo entre los lacedemonios, siendo una especie de preludio preparatorio para la guerra: y todos los que tienen más de cinco años en Esparta aprenden a bailar la danza pírrica. Pero la danza pírrica, tal como existe en nuestros días, parece ser una especie de danza dionisíaca, y un poco más pacífica que la antigua.
Ateneo de Náucratis, El banquete de los eruditos XIV.29
En la época imperial romana, la danza pírrica se convirtió en una especie de ballet dramático interpretado por hombres y mujeres, que representaba (como la pantomima romana) temas mitológicos tomados frecuentemente, como apuntaba Ateneo, de la leyenda de Dioniso. Para estas representaciones, los emperadores contrataban bailarines que se dedicaban a ello como oficio habitual.
La danza pírrica ofrecía una imagen de porte solemne, heroico y trágico, que sobrevivió, al menos hasta la época romana, a la parodia y la burla. Los movimientos pírricos consistían en colocar un pie directamente delante del otro, o un pie “desafiando” al otro, mientras el cuerpo en su conjunto mantiene un eje erguido y perpendicular en relación con la superficie de baile.
Así, el movimiento proyecta una sensación de marcha e impulso, de firme determinación y de elegancia, con movimientos de brazos y manos que podían ser delicados o violentos, siempre manteniendo el efecto de la compostura militar y el dominio del espacio.
La danza pírrica ha dejado su huella en la cultura griega a lo largo de los siglos. Lord Byron la menciona en su poema Las Islas Griegas, elogiando su capacidad para fortalecer las almas y los corazones.
En la actualidad, son los griegos pónticos quienes han preservado la tradición de la danza pírrica, aunque en una forma más cercana a la pyrriché, sin armadura y formando un círculo o una línea recta. Esta versión, con 63 danzantes, pudo verse en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004.
Fuentes
Karl Toepfer, The Pyrrhic Movement | Goulaki-Voutira, A. (1996). Pyrrhic Dance and Female Pyrrhic Dancers. RIdIM/RCMI Newsletter, 21(1), 3–12. jstor.org/stable/41605006 | Πυρρίχιος. Ο πολεμικός χορός…(Mixani tou Xronou) | Ateneo de Náucratis, El banquete de los eruditos | Jenofonte, Anábasis | Wikipedia
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