En el año 27 a.C. Marco Agripa, el general y amigo íntimo del emperador Augusto, estableció en el Portus Iulius (Puerto Julio) en Miseno la base de la flota romana, la conocida como Classis Misenensis.

Estaba situada en el extremo occidental del golfo de Pozzuoli cerca de Nápoles y desde allí, cuando era prefecto a cargo de la flota, Plinio el Viejo pudo observar el inicio de la fatídica erupción del Vesubio que sepultó Pompeya y Herculano. Zarpó inmediatamente para intentar ayudar y, como es sabido, nunca regresó.

Agripa también había construido un acueducto, el Aqua Augusta, que proporcionaba agua a ocho de las ciudades del entorno de la bahía de Nápoles, entre ellas Pompeya, Herculano, Estabia y Nola.

El acueducto, del que todavía pueden verse restos de la estructura original en algunos sitios, comienza en la actual Serino y discurre durante 96 kilómetros hasta el Portus Iulius.

El objetivo principal del acueducto era, por tanto, estratégico, ya que podía proporcionar agua a la base de la flota aun incluso si era sitiada. Para ello, al final del acueducto, en un promontorio frente al cabo Miseno, se construyó una gran cisterna que pudiera almacenar toda el agua necesaria para resistir un largo asedio, y para abastecer a los barcos de la armada.

Fue excavada en la roca volcánica de la pared del acantilado y tiene 15 metros de altura por 72 de longitud y 25 de ancho, lo que resulta en una capacidad de 12.600 metros cúbico (12,6 millones de litros de agua).

Se construyó como una basílica hipóstila (sostenida por columnas), de planta rectangular y con cuatro filas de doce pilares cruciformes cada una que dividen el espacio interior en cinco larguísimas naves y trece patios.

Las 48 columnas totales sostienen una bóveda de cañón cubierta por una azotea de opus caementicium y pavimentada con opus signinum impermeable. Por su semejanza con una catedral ha recibido el apelativo de la catedral del agua.

El poeta toscano Francesco Petrarca, que la visitó en el siglo XIV, le puso un nombre más evocador: Piscina Mirabilis. Claro que él pudo verla ya con la hilera de otras doce pequeñas cámaras con bóvedas de cañón que se habían añadido a comienzos del siglo II d.C. para aumentar la capacidad.

En una de estas cámaras aun se conserva un mosaico con forma de laberinto en el suelo, y un panel con incrustaciones blancas de azulejos polícromos de piedra caliza.

La entrada a la cisterna se realizaba mediante dos escalinatas sostenidas por tres arcos, una en el ángulo noroeste (todavía hoy accesible) y otra en el sureste.

En el interior, justo en el centro de la nave central, hay una pila excavada en el suelo con 1,1 metros de profundidad y provista de un desagüe en uno de sus extremos. Servía como piscina limaria para la decantación, la limpieza y el vaciado periódico de la cisterna.

El agua era extraída desde el exterior por los orificios de las bóvedas de cañón, bombeándola mediante artefactos hidráulicos colocados en la azotea.

La erupción del Vesubio en el año 79 d.C., que sepultó Pompeya, Herculano y Estabia, no afectó al acueducto, y el agua siguió llenando la Piscina Mirabilis.

Pero cuatro siglos después, en 472 d.C., una nueva erupción hizo que se derrumbase la arcada de Pomigliano d’Arco. Tres kilómetros y medio del acueducto se vinieron abajo, interrumpiendo el suministro a todas las ciudades salvo a Nola y Acerrae.

La mala situación económica de la época impidió realizar las reparaciones necesarias y la cisterna de Miseno quedó definitivamente fuera de uso.

Así, una de los mayores depósitos de agua del Imperio Romano se fue deteriorando paulatinamente con el paso del tiempo, aunque llegó hasta nuestros días en relativamente buen estado.

Tras varias intervenciones desde principios del siglo XX, como excavaciones arqueológicas y trabajos de consolidación de los muros y restauración, la Piscina Mirabilis está abierta al público, con visitas organizadas por el Parque Arqueológico de los Campos Flegreos.


Fuentes

Piscina Mirabilis (Web Oficial) | G. De Feo, S. De Gisi, C. Malvano, O. De Biase, The greatest water reservoirs in the ancient Roman world and the “Piscina Mirabilis” in Misenum. Water Supply 1 July 2010; 10 (3): 350–358. doi.org/10.2166/ws.2010.106 | Wayne F. Lorenz, Giacinto Libertini, et al., Prominent features of the Augustan aqueduct in the Naples bay area | La Piscina Mirabilis, la più grande cisterna dell’antichità (Napoli Turistica) | Wikipedia


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