Ximen Bao fue un político y filósofo que vivió en el estado de Wei entre los siglos IV y V a.C., durante la Edad Antigua de China, y alcanzó la fama gracias a dos cosas: la abolición de los sacrificios humanos que se realizaban en honor de Hebo (dios del río Amarillo) y ser considerado el primer ingeniero hidráulico del país, al represar un cauce fluvial para crear un gran embalse que proporcionase agua a un sistema de irrigación por canales para abastecer a toda una región.

Ya explicamos en otros artículos que China no fue siempre una nación unida y, como casi todos los países, tuvo que pasar un largo y turbulento proceso fundacional hasta ser tal como la conocemos hoy. Su primera fase histórica propiamente dicha, la Antigua, que sucedió al denominado Período de los Tres Augustos y Cinco Emperadores (cuyos gobernantes probablemente tengan más de mitológico que de real, aun cuando se basen en personajes auténticos), se divide en dos etapas: la de la dinastía Xia (considerada la primera de China) y la de la dinastía Shang, situándose su cronología entre los años 2020 a.C. y 1046 a.C.

Después se impuso la tercera dinastía, la Zhou, que se solapó con el Período de las Primaveras y los Otoños del 771 a.C. al 476 a.C. El tramo final del dominio de los Zhou coincidió con una época en la que otra dinastía, la Qin, unificó definitivamente China a través de una serie de coaliciones y guerras civiles que se extendieron entre los años 476 a.C. y 221 a.C., pasando a la Historia con el nombre de Período de los Reinos Combatientes a causa de una obra homónima posterior, el Zhan Guo Ce, que cuenta cómo sucedieron los hechos. Los reinos contendientes en cuestión se llaman como las familias que los gobernaban: Wei, Zhao, Han y Zhi.

Los tres primeros, procedentes de la descomposición de otro estado anterior más grande, Jin, se aliaron contra Zhei y se repartieron el territorio chino, quedando cada uno al mando de un marqués. Ximen Bao, de quien se ignora dónde y cuándo nació, entró al servicio de la corte del marqués Wen de Wei, quien reinó entre el 445 a.C y el 396 a.C. El historiador chino Sima Qian elogió a este gobernante por su afán de aprender, que le llevaba a contratar sabios para su labor regidora. Entre ellos figuraron filósofos como Bu Shang (más conocido como Zixia), que era un discípulo de Confucio, y Li Kui, autor de un código legislativo.

Li Kui jugó un papel fundamental en esta historia porque fue nombrado canciller con la misión de llevar a cabo una reforma administrativa que mejorase el nivel de vida del pueblo. Siguiendo principios enunciados por él mismo, como «los alimentos requieren trabajo, el salario requiere un servicio meritorio» o «la utilidad será recompensada», Li Kui procuró mejorar la producción agrícola organizando un sistema de canales que permitieran regar los campos sin necesidad de depender totalmente de las lluvias, para lo cual contrató a Ximen Bao.

Al parecer la aptitud de éste venía avalada por haber protagonizado importantes hazañas militares, pero en lo sucesivo no libraría sus guerras en el campo de batalla sino en el de cultivo. Cuando, hacia el año 400 a.C., fue nombrado magistrado de la región de Ye (cuya capital era la ciudad de Yecheng, al sur de la actual provincia de Hebei), Ximen Bao inspeccionó el terreno y vio que al río Zhang, por entonces un afluente del Amarillo (los cursos fluviales de la zona han cambiado y hoy alimenta al Canal Sur, un ramal artificial del Haihe), se lo podía desviar para formar un embalse que abasteciese a una red de canales. Así fue cómo acometió el proyecto bautizado los Doce Canales del Río Zhangshui (a veces Canal Zhangshui a secas o incluso Canal Ximen).

El Lüshi Chunqiu, una especie de enciclopedia compilada en torno al año 239 a.C. bajo el patrocinio de Lü Buwei, canciller de la dinatía Qin, dice que, en realidad, ese proyecto se hizo un siglo después a iniciativa de Shi Chi, un eficaz funcionario del rey Xiang de Wei, criticando a Ximen Bao por no saber cómo desviar el curso fluvial. El problema es que muchos expertos sospechan que el texto fue retocado a posteriori por motivos propagandísticos y otros intentan aunar posturas atribuyendo a cada uno una parte de los trabajos o a Shi Chi un perfeccionamiento de éstos.

El caso es que en un tramo de veinte kilómetros se excavaron doce presas, cada una con su correspondiente canal, que permitieron el mencionado desvío del río, de modo que en lugar de verter sus aguas al Amarillo en Anyang (al norte de la provincia de Henan) lo hiciera más abajo, en un meandro cerca de la actual ciudad de Tianjin (una ciudad asomada al mar de Bohai o golfo de Chihli). El Zhang nace en las montañas de la provincia de Shanxi y fluye hacia suroeste alimentando al Amarillo con un importante caudal, limoso y rico en minerales, que desde entonces, en parte, iba a estar destinado a los vastos labrantíos de Henei (más de cuatrocientos kilómetros cuadrados).

Se ignora el momento exacto en que empezaron las obras, estableciéndose un segmento entre los años 403 a.C. y el 387 a.C., durante los mandatos del marqués Wen y su sucesor, Wu. Lamentablemente para él, Ximen Bao no pudo ver los trabajos totalmente finalizados (ya dijimos que duraron un siglo) debido a la resistencia popular a colaborar y eso fue dilatando el tiempo. Y es que la mano de obra era forzada; no por parte de esclavos sino del pueblo, en un servicio de prestación personal al estado no remunerada (una versión de la corvea occidental, similar a la mita inca o a la construcción de las pirámides por los egipcios).

Pese a todos los inconvenientes, los doce canales permitieron a la región obtener abundantes cosechas año tras año, no sólo gracias al riego sino también a que redujeron la amenaza de inundaciones por desbordamiento del Zhang. Mucho después, durante la dinastía Han, hubo un proyecto para fusionar tres de los canales y la gente se negó temiendo que se estropease el legado de Ximen Bao; recurrieron al Canon de Leyes promulgado por Li Kui, según el cual no se podía cambiar una normativa sabia, y lograron hacer desistir de su intención al gobernador. Ese sistema de irrigación aguantó hasta 1959, cuando fue reemplazado por una gran presa de 1.300 millones de metros cúbicos.

Como se puede ver, Ximen Bao había alcanzado gran popularidad y dejado un magnífico recuerdo, hasta el punto de que se construyó un templo en su honor en la aldea de Beifeng y se compuso una canción popular. Pero todo eso no se debió sólo a la construcción de los Doce Canales sino también a un episodio conocido como La novia de Hebo, en el que abolió la ancestral costumbre de realizar un sacrificio humano para prevenir inundaciones del río que arruinasen cosechas y bienes.

Hebo era el dios del Huang He, es decir del río Amarillo. Es éste uno de los más grandes del mundo y, como tal, aunaba grandes beneficios con grandes catástrofes. Regaba enormes áreas de cultivo, constituyendo la clave del desarrollo de la civilización en China de la misma manera que el Nilo en Egipto o el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia. Sin embargo, también provocaba desastres materiales y humanos con sus desbordamientos, que a veces eran tan descomunales que daban origen a nuevos lechos. Por tanto, no es de extrañar que se le asignara su propia divinidad.

Cronológicamente se encuadra esa asignación en tiempos de Fu Xi, uno de los mandatarios mitológicos del Período de los Tres Augustos y Cinco Emperadores (al que también se consideraba inventor de la escritura, la caza y la pesca). El origen del culto se situaría en el Kunlun, una montaña de la mitología china llena de animales fantásticos y seres inmortales, considerada axis mundi y fuente de los cuatro ríos principales, que fluían hacia los cuatro puntos cardinales. Por cierto, el Kunlun también fue donde Fu Xi se habría casado con su hermana Nüwa, previa autorización de los dioses, porque eran los únicos humanos supervivientes de una apocalíptica inundación.

A Hebo, asimismo llamado Bingyi (etimológicamente He se traduce como río y bo como señor o conde), se le solía representar como un ser híbrido de hombre y pez a veces montado en un carro tirado por dos dragones. El problema estaba en que le pasaba los mismo que al río: concentraba en su persona la benevolencia con la imprevisibilidad y la codicia, características que devenían en destrucción. Por eso se intentaba aplacarle mediante algo tan viejo y extendido como los sacrificios humanos, tal como demuestran las inscripciones encontradas en huesos oraculares.

Las primeras documentadas tuvieron lugar durante la segunda dinastía, la Shang, y continuaron realizándose en el Período de los Reinos Combatientes. A menudo se trataba de sacrificios de animales, fundamentalmente bueyes con frente blanca, cerdos de morro respingón y ocasionalmente hasta caballos, que se arrojaban al agua vivos para que se ahogasen acompañados de otras ofrendas materiales (incluyendo valiosos objetos de jade). Pero también se podían inmolar personas, con preferencia hacia las chicas jóvenes y vírgenes de larga melena porque iban destinadas a desposarse con Hebo.

Eran subidas a una balsa que se empujaba hacia el centro del cauce, donde se hundía ahogando a su ocupante (en aquella época no era común saber nadar). A esa ceremonia se la denominaba La novia de Hebo y Ximen Bao la descubrió por casualidad, cuando, al preguntar a los lugareños de Yi cuál era su mayor problema para buscar soluciones, quedó sorprendido al oir que no le decían las inundaciones sino aquel ritual que les suponía gravosos impuestos y la tragedia de ver en peligro a sus hijas pequeñas en caso de no poder pagarlos (las familias con recursos quedaban exentas).

Pero la cosa era todavía peor, ya que de aquel gravamen sólo una pequeña parte se empleaba en financiar la ceremonia; el resto se lo embolsaban los Tres Ancianos locales, llamados San Lao, Tingbu y Wu Zhu, que se encargaban de la educación y, por tanto, ejercían una importante influencia sobre los campesinos. En connivencia con otras personas mayores de mentalidad tradicional, más una vieja chamana, los discípulos de ésta y varios funcionarios de la administración, tenían montado un auténtico negocio. Es decir, había una infame combinación de sacrificio humano, chantaje y corrupción que, además, no sólo repercutía en la economía de la gente sino también en la demografía, pues muchos padres optaban por enviar a sus hijas a otras regiones donde no hubiera ese rito.

Ximen Bao afrontó el asunto de forma astuta e indirecta. Fingió asistir interesado a uno de esos actos en una aldea y una vez reunidos todos, varios millares de vecinos, exigió examinar antes a la doncella elegida, manifestando luego que no reunía los requisitos de belleza, por lo que no se la podía inmolar so pena de desagradar a Hebo; era necesario aplazarlo todo hasta dar con una adecuada y mientras tanto mandó arrojar al río a la chamana, fingiendo luego no saber nada de su ausencia. Se había ahogado y Bao ordenó repetir con sus discípulos primero y con los tres ancianos después, todos los cuales también perecieron.

Entonces hizo llamar a los demás ancianos y a los funcionarios para continuar en esa línea. Los convocados comprendieron lo que pasaba, pues ya era un secreto a voces: habían sido descubiertos y estaban siendo ajusticiados, por lo que se arrodillaron implorándole perdón. De esa forma, Ximen Bao consiguió ganarse la confianza de la gente de Ye y su colaboración para iniciar los trabajos de los Doce Canales. La costumbre del sacrificio nupcial fue abolida (salvo esporádicos casos con animales, como vimos), si bien en otras regiones perduró con víctimas humanas hasta la época de Qin Shi Huang, unificador y primer emperador de China, que reinó del 221 a. C. al 210 a. C. El que salió perdiendo fue Hebo, que se quedó sin suministro de esposas.


Fuentes

Gregorio Doval Huecas, Breve historia de la China milenaria | Romer Cornejo (coord.), China. Estudios y ensayos en honor a Flora Botton Beja | Joseph Needham, Science & Civilisation in China | Richard E. Strassberg, A Chinese bestiary. Strange creatures from the guideways through mountains and seas | Anthony Christie, Chinese mitology | Wikipedia


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