Heródoto, el historiador griego del siglo V a.C., describió en sus escritos varias costumbres de los escitas, un pueblo nómada que habitó la estepa euroasiática entre los siglos VIII y IV a.C., como que bebían la sangre de sus enemigos y utilizaban cabelleras humanas como trofeos.
Entre ellas, mencionó la insólita práctica de que algunos escitas utilizaban la piel de enemigos vencidos en combate para forrar los carcajes donde guardaban sus flechas. Este relato resultaba tan brutal que durante mucho tiempo los arqueólogos lo pusieron en duda, al no poder confirmarlo con evidencia directa.
Un escita bebe la sangre del primer hombre que haya abatido. Lleva las cabezas de todos los que ha matado en la batalla a su rey; si lleva una cabeza, recibe una parte del botín, pero no otra cosa. Corta el cuero cabelludo alrededor de las orejas, agarra el cuero cabelludo y sacude la cabeza. Luego raspa la carne con la costilla de un buey, amasa la piel con las manos y, una vez flexible, la guarda como toalla de mano, la sujeta a la brida del caballo que él mismo monta y se enorgullece de ella, pues quien tiene más cabelleras como toallas de mano es considerado el mejor hombre. Muchos escitas incluso hacen prendas de vestir con estas cabelleras, cosiéndolas como si fueran abrigos de piel. Muchos también quitan la piel, con uñas y todo, de las manos derechas de sus enemigos muertos, y hacen cubiertas para sus carcajs; la piel humana era, como resultó, gruesa y brillante, la piel más brillante y blanca de todas, se podría decir. Muchos desollaban también la piel de todo el cuerpo y la transportaban a caballo estirada sobre un armazón de madera.
Heródoto, Historia, 4.64
Sin embargo, recientes investigaciones han logrado arrojar luz sobre este aspecto de la cultura escita gracias a la aplicación de modernas técnicas de análisis científico. Un equipo analizó 45 muestras de cuero arqueológico halladas en enterramientos escitas de 13 yacimientos ubicados en Ucrania, la mayoría datados en el siglo IV a.C.
Para identificar la especie animal de donde provenía cada muestra de cuero, los investigadores emplearon una técnica conocida como «zooarqueología por espectrometría de masas» o ZooMS. Este novedoso método consiste en analizar las proteínas y moléculas preservadas en el cuero mediante espectrometría de masas, para comparar luego los resultados con una base de datos de referencia y determinar así la especie con precisión.
ZooMS resultó ser una herramienta ideal para este trabajo, ya que permitió identificar la especie aun cuando el cuero se encontraba muy deteriorado y habían desaparecido las plumas y otros rasgos externos que habitualmente se usan para dicho propósito mediante microscopía. Gracias a ello, se pudo obtener información inédita sobre el aprovechamiento de recursos animales por parte de los nómadas escitas.
Los análisis revelaron que la mayoría de las muestras provenían de especies domésticas como ovejas, cabras, bóvidos y caballos, animales fundamentales en la economía pastoral escita. El cuero de ovejas y cabras era el más frecuente, probablemente por sus cualidades duras pero flexibles, ideales para prendas, calzado y recipientes. Algunas muestras también correspondían a pieles de animales silvestres cazados, como zorros, ardillas o felinos.
De forma asombrosa, dos de las muestras analizadas resultaron ser restos de carcajes de flechas compuestos parcialmente por piel humana, confirmando así la polémica afirmación de Heródoto.
Nuestros resultados parecen confirmar la afirmación de Herodoto. Las proteínas de las muestras 7 y 21, procedentes de aljabas halladas en el enterramiento 2 de Ilyinka kurgan 4 y en el enterramiento 2 de Bulhakovo kurgan 5, indican un origen humano, según los análisis ZooMS y LC-MS/MS. Por lo que sabemos, el único otro caso registrado de uso de piel humana en un carcaj se identificó en el enterramiento 1 de Yakovlevskiy kurgan 3 (siglo IV a.C.) en Rusia mediante contrainmunoelectroforesis, dicen los arqueólogos.
Aunque macabras para nuestra visión moderna, otras costumbres escitas descritas por Heródoto también han sido corroboradas por hallazgos arqueológicos. Por ejemplo, la reciente reinvestigación de uno de los cuatro mayores kurganes reales escitas del sur de Ucrania, el túmulo de Aleksandropol, llevó al descubrimiento de una gran zona de banquetes funerarios en las inmediaciones del kurgan y, dentro de ella, 11 enterramientos acompañantes de hombres, mujeres y niños, todos los cuales parecen haber sido asesinados y enterrados allí como parte de los ritos funerarios del ocupante real del túmulo.
Estos detalles se corresponden estrechamente con la descripción que hace Heródoto del funeral de un rey escita (Heródoto 4.71-72). La descripción de cómo los dolientes se automutilaban durante los entierros de los reyes para expresar su dolor también ha sido confirmada por la excavación del túmulo funerario de Chortomlyk.
Aquí se encontraron seis falanges de dedos humanos, dos de ellas con marcas de corte, pertenecientes a tres o cuatro personas diferentes, lo que sugiere que los escitas lloraban a sus reyes cortándose los dedos.
Fuentes
Brandt LØ, Mackie M, Daragan M, Collins MJ, Gleba M (2023) Human and animal skin identified by palaeoproteomics in Scythian leather objects from Ukraine. PLoS ONE 18(12): e0294129. doi.org/10.1371/journal.pone.0294129
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