Quizá hayan oído hablar de 1914. Es el año de comienzo de la Primera Guerra Mundial, sí, pero también hay una banda ucraniana de death metal que se llama así porque emula a la sueca Sabaton, cuyas canciones tratan sobre historia militar; en su caso se centran en la Gran Guerra, de ahí el nombre que eligieron. En el último y aplaudido álbum, Where fear and weapons meet, lanzado en 2021, incluyen un tema de curioso título, Corps d’autos-canons-mitrailleuses (ACM); así se denominaba una unidad militar belga que combatió en el Frente Oriental al lado de los rusos hasta que en 1918, tras la Revolución Bolchevique, tuvo que retirarse en una larga odisea de más de tres meses a través de Asia.

Las potencias europeas (Reino Unido, Francia, Prusia, Rusia, Austria y los Países Bajos) reconocieron la independencia de Bélgica -hasta entonces holandesa- por el Tratado de Londres de 1839, pero con la condición de que se mantuviera perpetuamente neutral, obligando a las partes signatarias a resguardar dicha neutralidad en caso de invasión. Alemania rompió ese compromiso el 4 de agosto de 1914, cuando su ejército entró por la fuerza en el país ante la falta de respuesta a un últimátum para que se le franquease el paso hacia territorio francés.

Las tropas belgas se retiraron hacia el oeste para unirse a franceses y británicos, estableciendo una línea de defensa en Yser (Flandes occidental) y otra en el Marne que estabilizaron la contienda a finales de año; eso sí, quedando la mayor parte del país en poder de los germanos, que reprimieron con inusitada dureza todo intento de resistencia civil. Al empezar 1915, el plan de las potencias centrales de realizar una guerra rápida y breve había fracasado; máxime teniendo en cuenta que los rusos, de acuerdo con Francia, les habían abierto un segundo frente en Prusia Oriental.

Hindenburg y Ludendorff consiguieron salvar el este con victorias en Tannenberg y los Lagos Masurianos, lo que, unido a la entrada del Imperio Otomano en la contienda contra la Triple Entente (Reino Unido, Francia y Rusia), daba un respiro a la Triple Alianza (Imperio Alemán, Imperio Austro-Húngaro y Reino de Italia) para iniciar una contraofensiva en la frontera rusa.

El zar Nicolás II hizo un llamamiento desesperado pidiendo ayuda y uno de los que lo atendieron fue el rey Alberto I de Bélgica. Ahora bien, pese a estar ocupado, ese país seguía teniendo el estatus de neutral, así que no podía intervenir directamente en la guerra más que para defender su propio suelo.

Por esa razón se organizó una unidad, oficialmente formada por voluntarios, que viajaría al Frente Oriental para incorporarse a las fuerzas del Ejército Imperial Ruso: el Corps Expeditionnaire des Autos-Canons-Mitrailleuses Belges en Russie o Cuerpo Expedicionario Belga de Vehículos Blindados en Rusia. Estaba formado por trescientos treinta y tres hombres veteranos de la batalla de Yser, aunque luego se engrosaron sus filas con un centenar más hasta sumar cuatrocientos cuarenta y cuatro, al mando del mayor Collon. Vestían un uniforme exclusivo de color negro, diseñado por el modisto francés Paquin, aunque el gélido clima ruso les obligó a usar también abrigos y gorros autóctonos.

Como indica su nombre, estaban equipados con cincuenta y ocho vehículos blindados, algo en lo que el ejército belga fue pionero pero que pronto se reveló poco útil en los empantanados campos de trincheras del Frente Occidental. Era el caso de las bicicletas armadas, de las que se les entregaron ciento veinte unidades, y las motocicletas, de las que recibieron veintitrés; pero, sobre todo, de una docena de Automitrailleuse Minerva, básicamente automóviles de la marca homónima (también los hicieron Mors y Peugeot) a los que se les instalaba una capa de blindaje de cuatro mm. y doble rueda en el eje trasero para aguantar el peso. Dos estaban armados con ametralladoras Hotchkiss M190 y tres con cañones navales de 37 mm; el resto eran de mando, carga o ambulancias.

El primer contingente, los tres centenares de voluntarios y su vehículos, embarcaron en Calais y viajaron hasta Arkhangelsk (una ciudad ubicada en la desembcadura del Mar Blanco) a bordo del buque británico Wray-Castle, ya que con ellos fue también un cuerpo similar enviado por la Royal Navy, la RNAS Armoured Car Section.

Llegaron a mediados de octubre y de allí pasaron a Petrogrado, quedando acantonados en el municipio de Peterhof. El 6 de diciembre desfilaron ante el zar y un mes más tarde marcharon hacia Galicia (no la región española sino otra ubicada en los Cárpatos, entre las actuales Polonia, Ucrania y el noreste de Rumanía).

A lo largo de 1916 tomaron parte en la Ofensiva Brusílov, la mayor operación militar rusa de la guerra y una de las más sangrientas de la historia. Dirigida por el general Alexei Brusílov, pese a la abrumadura superioridad humana y técnica empleada que causó al enemigo tres cuartos de millón de bajas, terminó estancada debido al terreno cenagoso por el norte y montañoso por el sur, permitiendo a alemanes y austrohúngaros enviar refuerzos que detuvieron a los rusos. Durante dicha ofensiva, los belgas combatieron en las batallas de Vorobievka, Tsebrov y Ozerna, invernando en esta última localidad ucraniana.

En diciembre llegaron los refuerzos que, como decíamos antes, resultaban una exigua broma comparados con las cifras que se manejaban (los británicos habían regresado a su país en el verano de 1915, siendo disuelto su cuerpo). Ya completada la exigua tropa, en el verano de 1917 volvió a entrar en liza en las batallas de Konioukhy y Kozova, resultantes de la Ofensiva Kérenski, cuyo objetivo era evitar que las potencias centrales moviesen fuerzas hacia el Frente Occidental antes de la llegada de los estadounidenses.

Esa ofensiva, que empezó en julio y, como la anterior, empezó bien pero terminó deshaciéndose por el desánimo de los soldados, fue la última realizada por Rusia, ya que la Revolución Bolchevique terminó poniendo fin a la participación rusa en la contienda.

Por el Tratado de Brest-Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918, Rusia entregaba a las potencias centrales Polonia, Finlandia, Estonia, Lituania, Livonia, Curlandia, Ucrania y Besarabia, al igual que dejaba Ardahan, Kars y Batumi en poder de los otomanos, permitiendo así a los germanos enviar las tropas que necesitaban en Occidente.

Los integrantes del Corps Expeditionnaire des Autos-Canons-Mitrailleuses Belges se habían fajado con distinción y recibieron cinco condecoraciones. Sin embargo, su presencia no sólo era ya innecesaria sino que se veía con desconfianza; al fin y al cabo, al derivar la revolución en guerra civil, tener en casa un ejército potencialmente contrario resultaba peligroso para ambas partes, por lo que el mando belga ordenó su repatriación inmediata. A finales de diciembre de 1917 se concentraron en Kiev, donde destruyeron sus vehículos para evitar que los usasen los bolcheviques, pero descubrieron que no podían irse por Murmansk (en el noroeste de Rusia) al estar la ruta vigilada.

A mediados de febrero partieron hacia Moscú, desde donde viajaron por ferrocarril -primero en el Transiberiano y después en el Transmanchuriano-, atravesando Siberia, China y Manchuria hasta Vladivostok. Ese traslado no fue precisamente rápido, pues emplearon casi tres meses.

Por fin embarcaron en el Sheridan, atravesaron el Pacífico y volvieron a pisar tierra en San Francisco (EEUU) el 12 de mayo. Tuvieron que cruzar el país de oeste a este y en Nueva York volvieron a la mar a bordo del navío La Lorraine, que les llevó a Burdeos. Era el 23 de julio de 1918 y terminaba aquel largo periplo.

No todos pudieron ver de nuevo su hogar, ya que once habían caído en batalla y otros cuatro fallecieron en circunstancias diversas, aparte de los cuarenta que resultaron heridos; en cambio, únicamente perdieron un vehículo en combate.

Algunos alcanzaron cierta fama posteriormente, como Julien Lahaut (que, irónicamente, sería secretario general del Partido Comunista Belga), Marcel Thiry (poeta que se alistó junto a su hermano Óscar), Achille Vanderstichel (introductor de la marca Citroën en Bélgica), Henry George (ciclista y oro olímpico), Henri Herd (campeón mundial de lucha libre), Théo Halleu (constructor y fundador del Standard de Lieja) y hasta aristócratas (Guy d’Aspremont Lynden, Yves d’Oultremont).

El 16 de julio tuvo lugar la despedida oficial en el campo de adiestramiento de artillería de la comuna francesa de Eu (Normandía), procediéndose a la disolución del Corps Expeditionnaire des Autos-Canons-Mitrailleuses Belges en Russie. Trece años más tarde se concedió a todos los veteranos, ellos incluidos obviamente, la Médaille Commémorative de la Guerre 1914–1918. El último combatiente de la unidad murió en 1992.


Fuentes

Michael Barden, WWI – Belgium Armoured Car Division in Russia (en The Philatelic Database) | Norman Stone, The eastern front, 1914-1917 | Louise E. Heenan, Russian democracy’s fatal blunder. The summer offensive of 1917 | Lily Portugaels, Constant-le-Marin et les autos-canons de 1914-1918 (en La Libre Belgique) | Wikipedia


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