Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México hizo un importante descubrimiento mientras realizaba trabajos de mejoramiento en la zona arqueológica de Tulum, Quintana Roo. Al remover una gran roca que bloqueaba la entrada de una cueva oculta dentro del área amurallada de la ciudad maya, descubrieron los restos óseos de varios individuos.
Según los arqueólogos, al retirar la roca que cerraba la entrada de la oquedad, se observó que la misma se encontraba literalmente partiendo los restos óseos de un individuo, dejando la parte inferior de su cuerpo en el exterior y la superior al interior de la misma. Ello indicaría que pudo quedar atrapado cuando intentaba acceder a la cavidad.
Al explorar más a fondo la cueva, los investigadores encontraron al menos dos cámaras pequeñas que contenían al menos ocho entierros, la mayoría de adultos.
Los restos óseos se encontraban en buen estado de conservación debido a las condiciones ambientales dentro de la cueva. Los huesos fueron llevados a los laboratorios del INAH en Quintana Roo para su análisis.
También se hallaron los restos óseos de varios animales asociados a los entierros humanos, incluyendo mamíferos como perros domésticos, ratones, zarigüeyas y venados. Había también huesos de aves, reptiles como tortugas y lagartos, peces como tiburones y barracudas, crustáceos y moluscos.
Algunos huesos exhibían marcas de corte o habían sido elaborados como artefactos como punzones y mangos de abanicos, propios de la cultura maya de la zona.
El coordinador del proyecto de investigación arqueológica, José Antonio Reyes Solís, informó que en la parte superior de la pared frontal de la cueva se encontró un caracol marino pegado con estuco a la roca madre, como parte de una decoración realizada por los mayas prehispánicos.
Gran cantidad de fragmentos de cerámica del periodo Postclásico Tardío (1200-1550 d.C.) fueron encontrados asociados a los entierros.
En tres de los entierros se halló un pequeño molcajete del tipo decorado con incisiones, que ha sido intervenido por una restauradora para su preservación.
De acuerdo al coordinador del proyecto Antonio Reyes Solís, excavar dentro de las estrechas cámaras de la cueva representó un reto por la falta de luz y las condiciones ambientales adversas.
Sin embargo, el uso de nuevas tecnologías como escáneres láser y fotografía de alta resolución permitirá generar modelos tridimensionales precisos de la cueva y su contexto arqueológico.
Este hallazgo aporta nueva información sobre las prácticas funerarias y ofrendatorias de los antiguos mayas en Tulum. Los trabajos de investigación en la cueva continúan con el objetivo de esclarecer detalles sobre la cultura local en el Postclásico Tardío.
Fuentes
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México
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