En Frisinga (a 30 kilómetros al norte de Múnich), los arqueólogos encontraron una tumba con los restos de un hombre que tiene una prótesis de hierro en el brazo. La pieza metálica revela hasta qué punto se había desarrollado la medicina en el siglo XV.
Incluso para los arqueólogos experimentados, este hallazgo es algo especial: un esqueleto al que le faltan partes de los dedos de la mano izquierda. Las huellas en los huesos conservados indican una posible amputación. Los restos de la mano se encuentran en una sofisticada construcción de hierro y metal no férreo: una prótesis de mano de hierro de la Edad Media.
Fue descubierta durante unas obras de canalización en una tumba cercana a la iglesia parroquial de San Jorge de Frisinga. La datación por radiocarbono del esqueleto reveló que el portador de la prótesis -un hombre de entre 30 y 50 años- debió de morir entre 1450 y 1620. Esto significa que ya en aquella época los médicos pensaban en cómo hacer la vida más fácil a los amputados.
En Europa Central se conocen actualmente unas 50 prótesis comparables de finales de la Edad Media o principios de la Edad Moderna. Se trata tanto de prótesis simples e inmóviles como de prótesis con componentes mecánicos.
Tras ser recuperada y documentada en los talleres de restauración de la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos de Baviera (BLfD), el raro hallazgo de Frisinga fue sometido a una limpieza a fondo, radiografiado, estabilizado y examinado en busca de restos de cuero y tejidos.
La prótesis hueca de la mano izquierda completaba cuatro dedos. Los dedos índice, corazón, anular y meñique están formados individualmente de chapa metálica y son inmóviles. Las réplicas de los dedos están ligeramente curvadas y se encuentran paralelas entre sí. Presumiblemente, la prótesis estaba atada al muñón de la mano con correas, explica el Dr. Walter Irlinger, jefe del departamento de conservación de monumentos arqueológicos del BLfD.
Cómo perdió el hombre la mano y para qué se utilizó la prótesis es hasta ahora un misterio para los científicos. Lo que sí se sabe es que el pulgar de la mano seguía intacto, un hueso del pulgar está corroído en el interior de la prótesis. Al parecer, la construcción estaba recubierta de cuero; en el interior de los dedos, un restaurador encontró tela arrugada. En el interior de la mano de hierro se ha conservado un tejido similar a la gasa, que probablemente servía para amortiguar el muñón de la mano.
El final de la Edad Media y el principio de la Edad Moderna fueron testigos de numerosas guerras en Europa Central. Como sede de un obispo y más tarde de un estado libre, Frisinga adquirió gran influencia en la Edad Media. No obstante, la ciudad fue varias veces escenario de ofensivas militares, por ejemplo durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Presumiblemente, esto provocó un aumento de las amputaciones y una mayor demanda de prótesis. La «mano de hierro» más famosa la llevaba desde 1530 el caballero Götz von Berlichingen, que perdió la mano derecha de un cañonazo durante el sitio de Landshut. A diferencia de la mano de hierro de Frisinga, su prótesis era móvil y tenía un diseño técnico excepcionalmente complejo.
Fuentes
Bayerisches Landesamt für Denkmal Pflege
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