Hammurabi, sexto rey de la primera dinastía de Babilonia, no sólo ha pasado a la historia por su famoso código legislativo sino también por haber sido el creador del Imperio Babilónico. Éste se extendía desde los territorios que dominaba la ciudad hasta la vecina Mesopotamia, cuyos diversos reinos fueron absorbidos. Sin embargo, tras su muerte, ese imperio se iría disolviendo y uno de los primeros episodios de esa disgregación fue una secesión que su hijo y sucesor, Samsu-iluna, intentó en vano recuperar: la de Māt Tamtim, el País del Mar.
Samsu-iluna subió al trono en el año 1749 a.C. y pronto se encontró con una rebelión en Larsa liderada por Rin-Sim II, un usurpador que se hizo con el poder aprovechando la debilidad que aparentaba el nuevo monarca babilonio. Samsu-iluna movilizó su ejército y consiguió derrotar y ejecutar al insurrecto, aunque a costa de un alto precio: tener que destruir otras ciudades que se habían unido a Rin-Sim II, como Ur, Uruk, Isin y Esunna, sembrando el descontento general en Mesopotamia, que creyó ver en Elam (una ciudad sumeria en cuyas tierras se había librado los combates) una posible salvadora y eso la empujó a intentar una invasión de Babilonia.
Los elamitas fracasaron, pero ya se había abierto la caja de los truenos y el siguiente golpe vino de la mano de un oscuro personaje llamado Iluma-Ilum, nombre acadio que significa Mi Dios es [realmente] Dios (cosa curiosa porque alude a la deidad de forma genérica, sin especificar). Era un hombre que aseguraba ser hijo del fallecido Damiq-ilishu, rey de Isin, una ciudad de la Baja Mesopotamia vecina de Nippur. La historia del lugar había transcurrido de forma bastante tormentosa, alternando períodos de independencia con otros de sometimiento a otros, caso de Acad, Ur, Larsa y finalmente Babilonia. Estaba en la órbita de esta última cuando Iluma-Ilum se alzó en armas contra ella.
Dada la ausencia de ciudades realmente importantes, el subversivo monarca situó la capital en Uruku, una urbe que no se ha identificado aunque hay quien cree que se trataba de Ur -otros apuntan a Lagash-, y logró resistir los ataques que Samsu-iluna lanzó contra él para recuperar esa zona. De este modo, se asentó en el trono y fundó la que ha pasado a la posteridad como I Dinastía del País del Mar, pues éste fue el nombre que se dio a sus dominios en el siguiente milenio: una región pantanosa situada en la franja costera del Golfo Pérsico que constituía el extremo meridional del Imperio Babilónico.
Se encontraba al norte de la actual confluencia de los ríos Éufrates y Tigris, donde ahora se origina el Chat el Arab, el cauce fluvial que viaja doscientos kilómetros más hasta la desembocadura, pero que en aquella época era el límite litoral porque el mar ha retrocedido desde entonces, de ahí la denominación.
Según las pocas fuentes disponibles, fundamentalmente la Crónica de los reyes antiguos, Iluma-ilun reinó nada menos que seis décadas y se mantuvo libre del dominio babilónico, si bien a costa de grandes esfuerzos porque Samsu-iluna emprendió contra él tres campañas bélicas, librando al menos dos batallas de consideración (que perdió, evidentemente).
El empeño babilonio se explica por la riqueza del País del Mar, cubierto por fértiles marismas que tanto servían para la fabricación de adobe como propiciaban el crecimiento de bosques de palmeras datileras, además de disponer de profusos bancos pesqueros y una ubicación estratégica para el comercio con su entorno de ultramar, a saber, Dilmun y Magan (aproximadamente los actuales Baréin y Omán) y Meluhha (el valle del Indo, con centro en Harappa), todo lo cual lo convertía en un sitio codiciado en aquel segundo milenio antes de Cristo.
No obstante, el acceso a través de esos vastos limos no resultaba fácil y favorecía el mantenimiento de cierta independencia, por lo que, después de una larga guerra que duró desde 1720 a.C. a 1684 a.C., Isin retuvo las marismas y la costa del Golfo, originando así el País del Mar propiamente dicho. Una vez libre de amenazas, Iluma-ilun pudo centrar su atención en la administración; de su política en ese sentido hay constancia de que derribó las murallas de Isin para poder ampliarla; por contra, construyó las de Sippar junto con un templo, emulando lo que había hecho antes Samsu-iluna.
Además documentos de Nippur escritos en su nombre demuestran que también consiguió hacerse con el control de esa ciudad, aunque se perdió al final de su reinado, que terminó hacia el año 1724 a.C. Según la Lista Real A, le sucedió Ittili, que en la Lista Real B aparece como Itti-ili-nībī (nombres pseudosumerios, como adoptaron todos los reyes de ese linaje en un esfuerzo de culturización sumerizante, a pesar de que la población hablaba la lengua acadia) y a continuación hubo otros diez gobernantes.
Babilonia, que al perder el País del Mar se había quedado sin salida marítima, empezó a ser superada por la nueva potencia, Asiria. No obstante, fueron los casitas los que acometieron la conquista de la región en tiempos de Ulamburiash primero y Agum II después, allá por el siglo XV a.C., resultando victoriosos y unificando así Mesopotamia meridional durante un tiempo. El último representante de la dinastía, Ea-gâmil, tuvo que escapar y buscar regugio en Elam, dando paso a una nueva estirpe, la Casita, que se mantuvo hasta el año 1155 a.C.
Empezó entonces la Dinastía de Isin, la cuarta babilónica, en la que hubo once reyes (entre ellos Nabucodonosor I) hasta 1026 a.C. Al año siguiente, Simbar-shimpak, un militar de origen casita enviado a Mesopotamia para poner orden decidió aprovechar la inestabilidad por la que pasaba Babilonia -una crisis sucesoria agravada por razias arameas y la creciente presencia de Asiria-, para convertirse así en el primero de la II Dinastía del País del Mar. Luego en un golpe de audacia, se apoderó de Babilonia misma creando la V Dinastía Babilónica, ambas identificadas en una.
No hay mucha información sobre Simbar-Shimpak más que la que proporcionan cuatro documentos: dos copias posteriores de una inscripción real conocida como Trono de Enlil o Inscripción real de Simbar-Šhipak, una escritura de su duodécimo año de reinado, una inscripción de propiedad en una daga y otra en una punta de flecha.
En cualquier caso, esa casta apenas duró veinte años porque en 1008 a.C. a Simbar-Shipak le sucedió Ea-mukin-zeri, que sólo reinó unos meses, y a éste Kashu-nadin-ahhe, cuyo mandato cubrió un bienio.
Luego, se impuso otra dinastía, la de Bazi, seguida de la Elamita. Por fin, en el 732 a.C. llegó el turno de la X Dinastía, llamada Asiria porque para entonces el Imperio Babilónico cayó en manos asirias. Nabu-mukin-zeri fue su primer representante, aunque los más famosos llegaron al final: Senaquerib, Asarhaddón y Asurbanipal. El último, Kandalanu, dejó el trono en el 627 a.C. para que empezase la XI Dinastía Neobabilónica, también llamada Caldea debido a que este pueblo semítico del centro mesopotámico, liderado por Napopolasar, sometió a los asirios; su hijo fue el gran Nabucodonosor II.
Precisamente era una tribu caldea la que dominaba entonces en el País del Mar, la Bit Yakin, la más grande y poderosa de las cinco que formaban ese pueblo, que se convirtió en una pesadilla para los monarcas asirios por su indomabilidad. Como es sabido, el Imperio Neobabilónico cayó en el 539 a.C. ante los persas de Ciro II el Grande y Mesopotamia nunca más volvió a ser independiente; con Cambises II el País del Mar pasó a ser una provincia más del Imperio Persa.
FUENTES
Elena Cassin, Jean Bottéro, Jean Vercoutter, Los imperios del Antiguo Oriente. El fin del segundo milenio
Odette Boivin, The First Dinasty of the Sealand in Mesopotamia
Mario Liverano, El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía
Georges Roux, Mesopotamia. Historia política, económica y cultural
Joaquín Sanmartín, José Miguel Serrano, Historia Antigua del Próximo Oriente. Mesopotamia y Egipto
Albert Kirk Grayson, Assyrian and Babylonian chronicles
J. A. Brinkman, A political history of post-Kassite Babylonia, 1158–722 B.C.
Wikipedia, País del Mar
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