El faraón Jasejemuy gobernó el antiguo Egipto durante la II Dinastía, en el siglo XXVII a.C. entre los años 2727 y 2700 a.C. Unificó el Alto y el Bajo Egipto tras un periodo de agitación y estableció su capital en Hieracómpolis, al sur del país. Jasejemuy fue el primer faraón egipcio que se sabe que mandó hacer estatuas de sí mismo.

Durante su vida encargó dos estatuas casi idénticas en las que se le representa sentado, que se convirtieron no solo en las primeras estatuas esculpidas en piedra que representaban a un faraón egipcio, sino en las más antiguas en representar a una figura histórica. Una de las estatuas es de piedra caliza y la otra de esquisto. Muestran a Jasejemuy vestido con la larga túnica del Heb Sed y la corona blanca del Alto Egipto.

El Heb-Sed era la fiesta de renovación real, la celebración más importante de los soberanos egipcios, cuyo propósito era la renovación de su fuerza física y su energía sobrenatural.

La estatua de Jasejemuy en Museo Egipcio de El Cairo | foto Darer101 en Wikimedia Commons

La corona blanca, llamada Hedjet, era una especie de sombrero alargado que identificaba al monarca del Alto Egipto. Se desconoce de que estaba hecha, aunque los arqueólogos han sugerido varios materiales, desde cuero hasta fibras vegetales. Nunca se ha encontrado una corona blanca en ninguna tumba, lo que sugiere que podían pasar de un faraón a otro. En las dos estatuas de Jasejemuy la parte superior parece estar rota.

Las estatuas miden aproximadamente 62 centímetros de altura. Ambas son similares en su concepción, con el brazo izquierdo de Jasejemuy cruzando horizontalmente la parte delantera de su cuerpo por debajo de la túnica. El otro brazo descansa sobre la parte superior del muslo, con el puño cerrado saliendo de la túnica (el puño tiene un agujero, posiblemente para sujetar un cetro u otro objeto similar) en un gesto de autoridad. Ambas manos están igualmente rotas en una de las estatuas, la que se conserva en el Museo Ashmolean de Oxford.

A la conservada en el Museo Egipcio de El Cairo le falta la mitad de la cabeza, pero conserva el resto en considerable buen estado. En ambas la base de la estatua representa una campaña militar del rey contra los habitantes del Delta, simbolizada en la parte frontal derecha por un grupo de papiros que brotan de la cabeza de una figura atada que es golpeada con una maza.

Detalle de la estatua del Ashmolean Museum de Oxford | foto Geni en Wikimedia Commons

En los lados de la base están grabados los cuerpos de los enemigos abatidos, que caen en todas direcciones, y en el panel frontal se indica el total: 47.209 (un número hoy considerado exagerado) y el nombre de Horus del rey, Khasekhem, tallado toscamente en la piedra delante de los pies. El nombre está orientado como podría verlo el rey sentado encima, es decir, al revés con respecto a cualquiera que se acerque a la estatua.

Aunque las estatuas pueden conmemorar un acontecimiento real o una serie de acontecimientos, también son iconos de la realeza. El rey, como instaurador del orden, se sitúa por encima de sus enemigos, los representantes del caos, y los domina. Así, la imagen presenta el cumplimiento con éxito de uno de los principales deberes del rey y transmite un mensaje claro.

Las dos estatuas fueron descubiertas enterradas en el recinto del templo de Hieracómpolis, por los arqueólogos británicos Quibell y Green en las excavaciones realizadas en 1897-98. Una tercera estatua, de la que solo se conserva la cabeza, se guarda en Museum of Fine Arts de Boston.

Detalle de la estatua del Museo Egipcio de El Cairo | foto Jon Bodsworth en Wikimedia Commons

Antes de su reinado las estatuas solían reservarse a las divinidades, pero Jasejemuy elevó el estatus del faraón al hacerse representar a sí mismo en forma esculpida, iniciando una tradición que duraría 3.000 años.

Representar al faraón en forma de estatua ayudaba a consolidar su posición como dios viviente. La naturaleza idéntica de las estatuas reforzaba la idea de una realeza singular y divina.

Jasejemuy optó por representarse a sí mismo en una majestuosa postura sentada, que sería adoptada por los faraones durante siglos. La base estable que proporcionaba el trono de bloques daba equilibrio y simetría a las enormes figuras de piedra. Al sentar a las estatuas también se aprovechaban eficazmente los bloques de piedra en los que estaban talladas.

La base de las estatuas registra 47.209 enemigos del norte muertos | foto Joukowsky Institute for Archaeology & the Ancient World, Brown University

La postura proyecta un aura de poder y control omnipotentes. Aunque está sentado, el faraón parece dispuesto a levantarse en cualquier momento para golpear a los enemigos de Egipto. Sin embargo, la quietud de la postura implica razón, sabiduría y compostura, características del líder ideal.


Fuentes

Ancient Egypt and Archaeology Web Site | Ezra Ivanov, Strange Mythology of the Ancient Egyptians | E.O. Blunsom, The Past And Future Of Law | Toby A.H. Wilkinson, Early Dynastic Egypt | Gay Robins, The Art of Ancient Egypt | Wikipedia


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