En 1911 se produjo un extraordinario descubrimiento arqueológico en la pequeña localidad costera de Clacton-on-Sea (Essex, Inglaterra). Samuel Hazzledine Warren, un prehistoriador aficionado, que había estado buscando herramientas de piedra simples en un sedimento paleolítico descubrió lo que al principio pensó que era un trozo de cornamenta de animal.

Pero pronto se dio cuenta de que aquello era una punta de lanza de madera fragmentada, y así la presentó a la Sociedad Geológica de Londres. Durante mucho tiempo los académicos dudaron, considerando que los primeros homínidos carecían de las habilidades necesarias para fabricar una lanza, y que dependían de la búsqueda de carroña para obtener alimentos. El descubrimiento de Warren se consideraba una sonda de nieve para encontrar cadáveres congelados.

Pero el hallazgo de un orificio circular en una escápula de caballo excavada en Boxgrove cambió estos puntos de vista, ya que se consideró que había sido creado por una punta de lanza y es 100.000 años más antiguo que la lanza de Clacton.

Otra imagen de la lanza de Clacton | foto Annemieke Milks / University College London

Esta consiste en una punta afilada hecha con la rama de un tejo. Estaba rota en dos piezas principales cuando se encontró, pero al reconstruirla se la pudo identificar como una lanza de madera finamente trabajada que data de hace más de 400.000 años. Esto la convierte en el utensilio de madera trabajado más antiguo que se conoce.

Medía 38,7 centímetros de largo por 39 milímetros de diámetro, aunque la desecación durante las primeras décadas de almacenamiento la redujeron a 36,7 centímetros de longitud por 37 milímetros de diámetro. Se la estabilizó en 1952 gracias a un tratamiento de impregnación de cera.

El lugar donde se halló la punta de lanza de Clacton contenía depósitos de sedimentos antiguos, que permitieron la datación radiométrica y al análisis del entorno conservado en estos sedimentos. Gracias a ello los arqueólogos determinaron que la lanza se fabricó durante un periodo interglaciar en Gran Bretaña conocido como Hoxniense. Durante esta fase más cálida, hace entre 430.000 y 360.000 años, Gran Bretaña habría estado cubierta de bosques de pinos, abedules, robles y otros árboles.

Reconstrucción de un Homo heildelbergensis en el Smithsonian Natural History Museum | foto Ryan Somma en Flickr

Además los investigadores sugieren que se pudo fabricar con una herramienta curva de sílex, del mismo tipo que las encontradas en el yacimiento.

Su descubrimiento aportó pruebas claras de que los homínidos que habitaban Gran Bretaña durante el periodo interglaciar Hoxniense utilizaban herramientas complejas para cazar y sobrevivir en estos bosques.

Antes de este hallazgo, los artefactos de madera más antiguos de Gran Bretaña databan de hace sólo 12.000 años. La lanza de Clacton retrasó en más de 400.000 años el registro del trabajo de la madera.

Otra imagen de la lanza de Clacton expuesta en el National History Museum de Londres | foto Chemical Engineer en Wikimedia Commons

El estilo y la elaboración de la punta de la lanza también dieron pistas sobre su creador. Los arqueólogos llegaron a la conclusión de había sido fabricada por el Homo heidelbergensis, una especie humana primitiva y posible antepasado de los neandertales. El H. heidelbergensis mostraba una inteligencia y unas capacidades equiparables a las de los humanos modernos, como el lenguaje, la fabricación de herramientas complejas y la caza coordinada.

La lanza de Clacton inició una oleada de investigaciones sobre artefactos antiguos de madera en toda Europa. Pero no fue hasta 1994 cuando se descubrió otro ejemplo tan antiguo de fabricación de herramientas de madera en un importante yacimiento de Alemania llamado Schöningen. Allí se descubrió un tesoro de lanzas de madera que datan de hace 300.000-400.000 años, junto con una serie de huesos de animales procedentes de la matanza de caballos y otros animales de caza mayor.

Debido a que de la lanza de Clacton solo se conserva la punta, se considera que las lanzas de Schöningen, también fabricadas por Homo heidelbergensis, son las más antiguas que se conservan completas. Fueron talladas en madera de abeto y pino, miden entre 2 y 3 metros de largo y tienen bases delgadas que podían encajarse en un mango de madera para conseguir la máxima fuerza y precisión al lanzarlas por encima de la presa.

Una de las lanzas de Schöningen | Foto Axel Hindemith en Wikimedia Commons

En muchos sentidos, las lanzas de madera de Schöningen ayudan a ampliar la historia contada por primera vez por la lanza de Clacton. Ambas reflejan la ingeniosa fabricación de herramientas transmitida a las primeras poblaciones humanas, que dependían de la caza coordinada para sobrevivir. También demuestran que, hace al menos 400.000-300.000 años, los homínidos habían desarrollado lanzas arrojadizas avanzadas y otras tecnologías para cazar animales de forma sistemática en toda Europa.

Sin embargo, aunque Schöningen ofrece una gran colección de lanzas, la de Clacton sigue teniendo un significado especial. Representa una de las primeras evidencias de herramientas de madera tan sofisticadas utilizadas para la caza por los primeros humanos.

El descubrimiento en 1911 de esta punta de madera tallada desencadenó una serie de investigaciones que, en última instancia, condujeron a yacimientos como Schöningen, que aportaron más detalles sobre las capacidades de nuestros primeros antepasados humanos.


Fuentes

L. Allington-Jones, The Clacton Spear: the last one hundred years | Peter A. Bostrom, “Organic” Projectile Points Worldwide: Recent to 450,000 year ago | Clacton: Lower Palaeolithic (The Prehistoric Society) | Wikipedia


  • Comparte este artículo:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.