Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer un extraordinario descubrimiento en las excavaciones que realizan en la zona arqueológica de Palenque, Chiapas: la pieza más fina de orfebrería maya hallada hasta ahora en el sitio.

Se trata de una nariguera, un adorno nasal elaborado en hueso humano, que portaban gobernantes y sacerdotes de la antigua ciudad durante ceremonias en las que encarnaban a K’awiil, el dios maya del maíz.

El sensacional hallazgo ocurrió en el Palacio de Palenque, específicamente en la Casa C, donde los arqueólogos realizaban trabajos de exploración y conservación con apoyo de la Secretaría de Cultura federal.

foto Carlos Varela Scherrer / INAH

Ahí localizaron un depósito ritual colocado hacia el periodo Clásico Tardío de la cultura maya, entre los años 600 y 850 d.C., para conmemorar la terminación de un edificio previo sobre el cual se erigió el Palacio.

Al excavar, dieron con una oquedad de 30 centímetros de profundidad que contenía carbón, huesos de animales, navajas de obsidiana y otros materiales. Entre ellos apareció la pieza estelar: el adorno nasal de hueso bellamente trabajado.

Con apenas 6 centímetros de largo y 5 de ancho, la pieza muestra una escena finamente tallada que divide el ornamento en dos partes. A la izquierda se aprecia el perfil de un personaje maya de la elite con ricas vestiduras y el glifo «oscuridad» en el brazo. A la derecha sostiene un objeto alargado y debajo aparece un cráneo sobre un envoltorio ritual.

Según los arqueólogos, la escena representa el paso del personaje al inframundo a través de un portal al cual se asoma. Una iconografía común en el arte maya de la época para simbolizar la comunicación con dioses y antepasados.

foto Carlos Varela Scherrer / INAH

El adorno nasal formaba parte del atuendo ceremonial de la realeza maya de Palenque, quienes lo utilizaban en ritos para personificar al dios K’awiil, deidad del maíz. La forma alargada del adorno buscaba emular la cabeza estilizada del dios en forma de mazorca de maíz.

De acuerdo con los expertos, la manufactura del ornamento requirió gran maestría artesanal dado lo pequeño de la pieza y la fineza de los trazos, lo que lo convierte en una muestra excepcional del arte maya del periodo Clásico.

Los palencanos buscaron reproducir la cabeza de este dios mediante la deformación craneal de manera intencional. La forma tabular oblicua y el uso del adorno nasal permitían cubrir el puente de la nariz, para que el perfil, desde la punta de la nariz hasta la frente, fuera una línea continua y casi recta, detallan los arqueólogos.

Aunque faltan análisis para determinar los procesos de manufactura, el tipo de herramientas utilizadas e, incluso, la resina que fijaba el objeto al puente de la nariz. Los arqueólogos concluyen que su importancia radica en que es un ejemplo de la sensibilidad artística maya, mientras que su mensaje iconográfico y conceptual ilumina creencias de los antiguos palencanos sobre el culto funerario y la existencia ultraterrena del ser humano.



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