Durante varios siglos desde la Edad Media hasta el siglo XIX el perfil de la Acrópolis de Atenas no fue como lo conocemos hoy. Una singular torre se alzaba en lo alto sobre el resto de edificios, en el lado occidental cerca de los Propileos.
Fue construida a principios del siglo XIII por los cruzados francos, que tras la toma de Constantinopla habían establecido un ducado en la ciudad griega.
En 1204, tras la infame Cuarta Cruzada, la ciudad cayó bajo control franco y fue gobernada por el borgoñón Othon de la Roche. De la Roche se estableció como primer duque de Atenas y se esforzó por reforzar su posición fortificando lugares estratégicos clave, incluida la Acrópolis.
La torre pudo ser construida por De la Roche o posteriormente por la familia Acciaioli, que gobernó el ducado de Atenas entre 1388 y 1458 y convirtió el complejo de los Propileos en un palacio. Se levantó utilizando elementos arquitectónicos griegos antiguos, sobre todo los restos de los propios Propileos, la monumental puerta de entrada a la Acrópolis.
A lo largo de los años tuvo varias funciones, ya que se utilizó como torre de vigilancia, almacén de sal, prisión e incluso faro.
Durante el dominio otomano posterior la torre era conocida como el arsenal de Licurgo, y se pensaba que era mucho más antigua, del siglo IV a.C., según dejó escrito el médico y arqueólogo francés Jacob Spon. En 1822, durante la guerra de independencia griega, sufrió daños por el fuego de la artillería, quedando reducida a sus muros exteriores.
Estaba situada en la esquina occidental de la Acrópolis junto a los Propileos. Pinturas y fotografías del siglo XIX muestran una entrada de la torre a unos seis metros por encima del arquitrabe de los Propileos, a la que se accedía mediante una escalera exterior de madera. También otra puerta a ras de suelo en la cara oeste, lo que indicaría que la parte inferior no estaba conectada con los pisos superiores, usándose posiblemente como prisión o almacén.
Tenía base cuadrangular de 8,7 por 7,8 metros, con muros de 1,75 metros de ancho en la base y una altura de 26 metros, lo que permitía dominar desde su cima toda la llanura central del Ática y las montañas circundantes.
El lado norte tenía una pequeña torreta cuadrada que sobresalía de la muralla, sobre la que podían encenderse fuegos de faro visibles desde Acrocorinto, la acrópolis de la ciudad de Corinto en el Peloponeso. En el periodo otomano aquí había dos pequeños cañones que se utilizaban para dar señales de alarma.
Su presencia en la Acrópolis se empezó a cuestionar a partir de 1834, cuando el gobierno griego del rey Otón se comprometió a limpiar el lugar de todo lo que no perteneciera a la época clásica. Aun así, la torre no se incluyó en el proyecto por su valor estético y su papel simbólico de conexión con la Europa occidental. Muchos la consideraban una imposición extranjera sobre la Acrópolis, pero otros. críticos del plan de eliminación de la torre, consideraban que tenía valor estético y había pasado a formar parte del conocido perfil de la Acrópolis.
Finalmente, en 1875, el gobierno griego decidió demoler los restos de la torre para devolver a la Acrópolis su aspecto clásico. El empresario y arqueólogo alemán Heinrich Schliemann, famoso descubridor de Troya que deseaba obtener permisos de excavación en Grecia, corrió con los gastos de la demolición.
La demolición le costó a Schliemann 465 libras (equivalentes a 46.943 libras actuales), y fue la última eliminación hasta la fecha de un edificio de la Acrópolis. Hoy sólo queda visible en la Acrópolis una pequeña parte de los cimientos de la torre.
Fuentes
Jean Baelen, L’Acropole pendant la guerre d’Indépendance | Lock, P. (1987). The Frankish Tower on the Acropolis, Athens: The Photographs of William J. Stillman. The Annual of the British School at Athens, 82, 131–133. jstor.org/stable/30103084 | William St Clair, Who Saved the Parthenon? A New History of the Acropolis Before, During and After the Greek Revolution | Wikipedia
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