Por las películas bélicas de Hollywood casi todo el mundo sabe que los soldados estadounidenses, y también los de otros ejércitos, llevan colgadas al cuello unas placas metálicas que contienen información sobre su identidad.
Sin embargo no se trata de algo moderno sino muy antiguo, que utilizaban entre otros los romanos, cuyos legionarios portaban el signaculum.
El signaculum era una pequeña placa de plomo que los soldados romanos llevaban colgada al cuello dentro de una bolsita de cuero. En ella estaban escritos los datos personales que permitían identificarlo en caso de fallecimiento, y un sello que servía para autentificarla.
Los orígenes exactos del signaculum son inciertos, pero se cree que fue utilizado por el ejército romano desde la época de la República Romana (509-27 a.C.). La bolsa se generalizó durante el Imperio Romano (27 a.C.-476 d.C.) y por las fuentes históricas se sabe que la placa estaba hecha de plomo.

Los soldados recibían el signaculum al alistarse, después de pasar la probatio que los calificaba como aptos para servir en las legiones, y tras inscribirse en los registros de personal.
Una vez que obtenía el signaculum y se lo colgaba al cuello pasaba a denominarse signatus (marcado) y prestaba el sacramentum militare (juramento militar) que completaba la admisión en las legiones.
El término signaculum deriva de la palabra latina signum, que significa “signo” o “marca”. El signaculum de un soldado era un objeto personal que le identificaba como miembro del ejército romano y servía como símbolo de su lealtad al Imperio Romano. Con él podía ser identificado tras su muerte en el campo de batalla, incluso si hubiera sido mutilado.
El tamaño y la forma de la bolsa en la que se llevaba el signaculum variaban, pero solía ser lo bastante pequeña como para llevarla cómodamente alrededor del cuello, con unas medidas aproximadas de 8-10 cm de largo y ancho. El cuero solía curtirse y tratarse para hacerlo resistente al agua y más duradero.

La bolsa se cerraba con un cordón, y su exterior solía estar adornado con elementos decorativos, símbolos o incluso pequeñas placas de metal. Estos adornos servían tanto para fines estéticos como funcionales, ya que también podían utilizarse para identificar la unidad o el rango del soldado.
El signaculum era algo más que un objeto práctico, tenía una importancia simbólica y emocional para los soldados romanos. Representaba su lealtad al Imperio Romano y servía como recordatorio de su deber.
En el Acta Maximiliani, un relato de la vida del mártir Maximiliano de Numidia que murió en el año 295 d.C., se cuenta como al intentar reclutarlo se niega porque el servicio militar va en contra de sus convicciones religiosas:
No acepto el signaculum; si de todos modos me lo dan, lo romperé porque no significa nada. Soy cristiano; no me está permitido llevar el plomo al cuello después de haber recibido el signo de mi Señor Jesucristo
Acta Maximiliani II
A finales de la Antigüedad, cuando el servicio en el ejército se convirtió en algo forzoso, se dejó de utilizar el signaculum y se recurrió a otro método del que los reclutas no podían simplemente desprenderse, el tatuaje.
El escritor Flavio Vegecio Renato, en su Epitoma rei militaris, se refiere a una persona tatuada como signatus, equiparándolo así con la antigua práctica del signaculum.
Sed non statim punctis signorum inscribendus est tiro delectus verum ante exercitio pertemptandus, ut utrum vere tanto operi aptus sit possit agnosci. (…) Signatis itaque tironibus per cotidiana exercitia armorum est demonstranda doctrina. / El recluta no debe ser tatuado con los alfileres de la marca oficial tan pronto como haya sido seleccionado, sino que primero debe ser probado a fondo en ejercicios para que pueda establecerse si está realmente capacitado para tanto esfuerzo. (…) Así pues, una vez tatuados los reclutas, se les debe enseñar la ciencia de las armas en el entrenamiento diario.
Vegecio, Epitoma rei militaris I.8
De esa manera se desalentaba la deserción, ya que cualquier exsoldado o desertor era así fácilmente identificable.
Fuentes
Karen R. Dixon, Pat Southern, The Roman Cavalry | Conor Whately, An Introduction to the Roman Military. From Marius (100 BCE) to Theodosius II (450 CE) | Tim Copeland, Life in a Roman Legionary Fortress | Adrian Goldsworthy, El ejército romano | Wikipedia
Discover more from La Brújula Verde
Subscribe to get the latest posts sent to your email.