La crecida de los ríos ha sacado a la luz una serie de fósiles hasta ahora desconocidos, y ha refrescado el registro fósil de Nueva Zelanda. Entre los hallazgos se encuentran dos rocas con grandes vértebras, posiblemente de enormes reptiles marinos que vivieron hace más de 80 millones de años.
Cuando la tormenta Gabrielle devastó la bahía de Hawke en febrero, los arroyos y ríos de los bosques de las montañosas colinas de la región se desbordaron. La presión de millones de metros cúbicos de agua de lluvia que se deslizaban por los estrechos valles arrasaron los cauces y volcaron rocas del tamaño de carritos de la compra.
El proceso ha revelado un número incalculable de fósiles nunca antes descubiertos, vínculos con nuestro antiguo pasado que, de otro modo, podrían haber permanecido ocultos durante siglos.
Muchos fósiles «nuevos» fueron encontrados en una sola salida a finales de marzo por el personal y los voluntarios que evaluaban los daños causados por la tormenta en la propiedad del Forest Lifeforce Restoration Trust en el bosque nativo de Maungataniwha, al norte de la bahía de Hawkes.

Se encuentran en las rocas del lecho alterado del arroyo Mangahouanga y habían permanecido cubiertas desde que la famosa paleontóloga neozelandesa Joan Wiffen y su equipo descubrieran allí los primeros fósiles de dinosaurios de Nueva Zelanda en 1975.
Es como si un gigante hubiera caminado por el lecho del arroyo, pateando rocas y peñascos como si fueran guijarros y dándole la vuelta a todo a su paso, explica el gestor forestal del Trust, Pete Shaw, un experimentado cazador de fósiles. En 2019 recibió el premio Harold Wellman de la Sociedad de Geociencias de Nueva Zelanda por su trabajo sobre los fósiles en el bosque nativo de Maungataniwha.
El valle de Mangahouanga es famoso entre los geólogos neozelandeses por su extensa unidad de arenisca de finales del Cretácico tardío, que contiene una plétora de fósiles de reptiles marinos y dinosaurios. Si algún lugar es el epicentro de la paleontología neozelandesa, Maungataniwha, y en particular el arroyo Mangahouanga, lo es, afirma Shaw.
Durante décadas, paleontólogos, geólogos, y buscadores de fósiles han recorrido el valle del Mangahouanga encontrando con frecuencia algo interesante o significativo. Pero nunca a la escala de esta salida. A juzgar por lo que encontramos en sólo una mañana, Gabrielle contribuirá enormemente a nuestro conocimiento colectivo sobre las criaturas que habitaron este lugar en las profundidades de la prehistoria, declaró Shaw.

Ahora trabaja con expertos de GNS Science, en Wellington, para identificar los hallazgos de su equipo en marzo.
Marianna Terezow, responsable de la Colección Paleontológica Nacional, ha identificado provisionalmente dos vértebras fósiles que podrían ser de elasmosaurus, un enorme reptil marino (que técnicamente no es un dinosaurio, sino el equivalente marino que existió en la misma época), que podía alcanzar los 14 metros de longitud, con su largo cuello en forma de serpiente.
Otras vértebras descubiertas ese día podrían proceder de un mosasaurio o de un gran pez, más grande que cualquier otro encontrado por el equipo hasta la fecha.

Aunque ya se han encontrado fósiles de mosasaurio en Nueva Zelanda, no son especialmente comunes. Los primeros descubrimientos tuvieron lugar en Waipara, seguidos de otros en Shag Point (Otago) y Haumuri Bluff (sur de Marlborough). Joan Wiffen descubrió dientes fosilizados de mosasaurio en el arroyo de Mangahouanga y en 2015 Pete Shaw descubrió parte de una mandíbula de mosasaurio con dientes gigantes y bien conservados.
GNS Science mantiene una larga relación con el Forest Lifeforce Restoration Trust. Durante la última década sus paleontólogos han trabajado estrechamente con el Trust y Pete Shaw, que dirige varias iniciativas de conservación en la zona en nombre de la fundación.
La arenisca de Maungataniwha, que es la principal unidad rocosa de la zona, aún tiene muchas historias interesantes que contar, afirma Terezow. Cada nuevo hallazgo fósil es como una página de ese libro de cuentos y es estupendo contar con personas expertas y cualificadas como Pete Shaw y sus colegas para hacer estos descubrimientos.
Fuentes
Forest Lifeforce Restoration Trust
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