Seguramente a la mayoría de los lectores Tesalónica les sonará a una ciudad de Grecia, también llamada popularmente Salónica a secas (es la segunda en tamaño del país tras Atenas), o a los famosos equipos de fútbol y baloncesto de ésta, el PAOK y el Aris. Se trata, además, de la capital de la provincia helena de Macedonia y el nombre no se le puso por casualidad: así se llamaba una hija de Filipo II, hermanastra por tanto de Alejandro Magno, que llegó a reinar y fundar la dinastía Antipátrida por su matrimonio con Casandro, hijo del diádoco Antípatro.
Decíamos que el padre de Tesalónica era Filipo II, rey de Macedonia, un estado de pueblos dispersos que lograron unirse y helenizarse, y que él convirtió en el más poderoso de Grecia aun cuando el resto de territorios fueron muy reticentes a someterse porque consideraban bárbaros a los macedonios.
Pero éstos terminaron por dominar la Hélade y, aunque fue Alejandro quien la sometió definitivamente, su padre ya le había entregado buena parte del trabajo hecho.
De hecho, Filipo eligió el nombre de su hija en un momento en que estaba exultante porque su ejército, que estaba enzarzado la Tercera Guerra Sagrada (que enfrentaba a la Liga Antifictiónica de Delfos -Macedonia, Tebas y Beocia- con la alianza que formaban Fócida, Atenas, Esparta, Feras y Aquea) acababa de ganar a los fócidos de Onomarco en una batalla -probablemente la de Krokion Pedion o Campo de Azafrán, considerada la más sangrienta de la historia antigua griega-. Fue en tierras tesalias, cerca de la actual Almyrós (Magnesia) y Tesalónica significa «victoria en Tesalia».
Sin embargo, el monarca no tuvo a la niña con su célebre esposa Olimpia sino con una consorte originaria de Feras (ciudad de Tesalia) llamada Nicesípolis. No se trataba de la única, pues sabemos que el rey macedonio tuvo varias más: Filina (tesalia también y madre de Filipo III), Fila (originaria de Elimea), Audata (de Iliria) y Meda de Odesa (de Tracia), aparte de la mencionada Olimpia (de Épiro).
Todas eran nobles y su marido las habría tomado como esposas por razones políticas, pese a que se ha dudado de si eran esposas o concubinas, generalmente a causa de las dudas sembradas por autores como Plutarco o Marco Juniano Justino, que buscaban desprestigiar a alguna.
De Nicesípolis apenas hay más datos que su sangre azul. Se cree que era sobrina de Jasón de Feras, tagos (señor absoluto) de Tesalia, personaje que fue asesinado cuando estaba preparando un gran ejército para invadir Persia, un plan que quizá inspiró a Filipo y Alejandro. En cualquier caso, Nicesípolis falleció veinte días después de dar a luz a su hija, en un año incierto entre el 352 y el 345 a.C., y aunque Plutarco insiste en su Moralia en que Olimpia estaba celosa de sus compañeras tesalias, lo cierto es que era muy amiga de Nicesípolis, razón por la cual se ocupó de la crianza de la recién nacida.
Lo hacía con otras princesas de la familia, aunque Tesalónica era la más pequeña. Tanto que no pudo conocer a su hermanastro Alejandro, mayor que ella y que había sido enviado a Mieza para ser educado por Aristóteles, lo que llevó a Olimpia a cuidarla en palacio prácticamente como si fuese propia.
Todavía era una niña -seis o siete años- cuando Alejandro sucedió a su padre, recogió el testigo de Jasón de Feras y acometió la conquista del Imperio Persa. En poco más de una década moría y ella, ya adulta, pasaba a ocupar su lugar como consorte de su sucesor en el trono macedonio.
Era algo no previsto. Filipo había arreglado el matrimonio de sus hijas, pero no le dio tiempo al de Tesalónica porque ésta era demasiado joven cuando él murió. Tampoco su hermanastro lo había hecho para evitar originar rivales políticos, y Olimpia estaba centrada en casar a su hija Cleopatra -ésta sí, hermana plena de Alejandro- en segundas nupcias con alguno de los generales de su vástago (Cleopatra moriría asesinada cuando ya estaba prometida a Ptolomeo). Por tanto, pese a tener ya edad conyugal, Tesalónica seguía soltera y su situación se complicó con la inestabilidad que surgió por heredar el imperio alejandrino.
En ese sentido, ante el peligro que corría, Olimpia abandonó Pella para atrincherarse en la fortaleza de Pidna con su nuera Roxana, la esposa bactriana -¿o sogdiana?-de Alejandro, el hijo de ésta, Alejandro IV y su esposa Deidameia. Y es que Casandro, hijo de Antípatro (uno de aquellos generales que se disputaban la herencia y que han pasado a la historia con el nombre de diádocos), marchaba al frente de sus tropas para hacerse con el trono macedonio, que su progenitor no le había legado a él sino a su hermano Poliperconte.
Tras triunfar el golpe de estado con la ayuda otros generales (Ptolomeo, Lisímaco y Antígono), Casandro asesinó a Olimpia y mandó confinar a Alejandro IV y Roxana en Anfípolis. Pero no bastaba con obtener el poder; debía legitimarlo de alguna forma y la mejor que encontró fue entroncar con la dinastía Argéada, la de Filipo II y Alejandro Magno, tomando como esposa a Tesalónica, a la que también encontró refugiada en Pidna, hacia el 315 a.C. No se sabe por qué la eligió a ella en vez de a Cleopatra, que era descendiente directa; quizá ésta era su primera opción y le falló o puede que prefiriese alejar la sombra de Alejandro, al que siempre había detestado.
En cualquier caso, de buen grado o más probablemente por la fuerza, Tesalónica pasó a co-gobernar una Macedonia que su esposo se ocupó de ampliar militarmente hacia norte y oeste, así como de hacer prosperar en el ámbito económico a través del comercio. Por otra parte, Casandro se aseguró de evitar deslealtades de forma taxativa: entre los años 310 y 309 a.C. ejecutó a Roxana por matar a las otras mujeres de su difunto marido, las persas Estatira II y Parisátide (además de la hermana de la primera, Dripetis).
Casandro no se atrevió a hacer otro tanto con Alejandro IV… abiertamente, porque sí mandó envenenarlo de forma encubierta y junto con otra muesca en su cuenta criminal, la de Heracles, el primogénito bastardo de Alejandro Magno, logró despejar cualquier obstáculo legítimo que se opusiera a su coronación como rey macedonio en el 305 a.C. Tuvo que luchar contra otros diádocos por detentar la corona, pero lo hizo exitosamente hasta que en el 297 a.C. falleció de hidropesía. Llegó entonces el momento de Tesalónica.
Aunque Casandro la hubiera obligado a casarse con él, siempre la trató respetuosamente y puso su nombre a una ciudad, fundada en el Golfo Termaico sobre la antigua Terma y las villas de su entrono (es la actual Tesalónica que reseñábamos al principio); se convirtió en la urbe más rica y poblada de Macedonia, por encima de la capital, Pella, que estaba a unos cuarenta kilómetros. Asimismo, en lo personal, Casandro y Tesalónica tuvieron dos hijos a los que pusieron el nombre de sus respectivos padres, Filipo IV, Antípatro II, y un tercero cuya referencia es obvia, Alejandro V. Fue el mayor el que heredó el lugar de su padre.
Sin embargo, no estuvo en el trono más que unos meses porque falleció ese mismo año en Elatea, víctima de una enfermedad. El historiador romano Justino dice que, mientras se debatía si el siguiente hermano debía sucederle, Tesalónica impuso que ambos compartieran el poder y Antípatro, creyendo que su madre sentía favoritismo hacia Alejandro, la asesinó en el 295 a.C.
Que la víctima fuera ella en vez de su hijo menor permite deducir que era la regente de su difunto marido, siguiendo la tradición macedonia. Alejandro pasó, pues, a ser rey; pero acabó muriendo a manos de Demetrio I Poliorcetes, hijo del general Antígono I Monoftalmo, y se impuso la dinastía Antigónida.
Ahora bien, el recuerdo de Tesalónica pervivió en el imaginario popular en forma de hermosa leyenda. Cuenta ésta que Alejandro lavó los cabellos de su hermanastra con agua de la Fuente de la Inmortalidad, que había encontrado en uno de sus viajes, volviéndola inmune a la muerte. Cuando él falleció ella trató de quitarse la vida lanzándose al mar, pero como no podía morir se convirtió en sirena y detenía los barcos que pasaban para obligar a los marineros a contestar a la pregunta «¿Está vivo el rey Alejandro?». Si daban la respuesta correcta, «Aún vive, reina y conquista el mundo», les dejaba seguir; si no, se transformaba en una furiosa gorgona y los echaba a pique.
Fuentes
Plutarco, Vidas paralelas. Alejandro y Julio César | Plutarco, Obras morales y de costumbres (Moralia) | Justino, Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo | Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica | Daniel Ogden, Polygamy, prostitutes and death : the Hellenistic dynasties | Elizabeth Donnelly Carney, Women and monarchy in Macedonia | William Smith, Dictionary of Greek and Roman biography and mythology | John D. Grainger, Antipater’s dynasty: Alexander the Great’s regent and his successors | Waldemar Hackel y Peter G. Tsouras, Who’s who in the Age of Alexander and his sucessors. From Chaironeia to Ipsos (338-301 a.C) | Wikipedia
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