Los arqueólogos que excavan un túmulo de hace 2.000 años en la localidad de Cheia, en Rumanía, realizaron un insólito hallazgo: un cráneo de lobo depositado por ladrones de tumbas para protegerse de la venganza del espíritu del difunto.
En la actualidad, el túmulo es casi invisible a simple vista, ya que se encuentra en un campo cultivado y ha sido arado. Sin embargo, recientes estudios geofísicos indican que su diámetro pudo alcanzar los 75 metros.
La tumba se encuentra en el pueblo de Cheia, en la parte central de Dobruja, en el sureste de Rumanía. La región ha sido objeto de investigación por parte de una expedición rumano-polaca desde 2008. Entre otras cosas, los arqueólogos encontraron dos tumbas. La primera, situada en el centro del túmulo, fue saqueada en la antigüedad.
Interesante e inusual fue el cierre de la zanja de robo. Allí se depositaron varias piedras, con un cráneo de lobo encima. Probablemente se trataba de una especie de procedimiento ritual-mágico para cerrar el espacio robado con el fin de impedir la salida y la posible venganza del espíritu robado, dijo el responsable de la investigación por parte polaca, el doctor Bartłomiej Szymon Szmoniewski, del Instituto de Arqueología y Etnología de la Academia Polaca de Ciencias. Por parte rumana, dirige la investigación la doctora Valentina Voinea, del Museo de Historia Nacional y Arqueología de Constanza.
Los ladrones no lo robaron todo de la tumba. En la zanja se encontró un fragmento de una lámpara de aceite de arcilla rota durante el robo, cuya otra parte estaba en la cavidad funeraria.
En la propia cavidad funeraria, dijo el Dr. Szmoniewski, se conservaban elementos parcialmente quemados de una estructura de madera, que habían sido clavados y decorados con herrajes de bronce.
Probablemente se trataba de una caja de madera que contenía el cuerpo del difunto junto con las ofrendas funerarias, que fue quemada in situ, como demuestra la fuerte combustión de las paredes y el fondo de la fosa. La fosa se cubrió después con tablones de madera y se rellenó. En Hârșova, llamada Carsium en la época romana en el bajo Danubio, se han descubierto túmulos con enterramientos de cadáveres muy similares, dijo el arqueólogo.
No quedaba mucho del esqueleto, ya que el difunto había sido quemado durante el enterramiento -se conservaban los huesos humanos quemados-.
Los investigadores también hallaron un gran número de nueces quemadas, conservadas enteras y como cáscaras, partes de piñas de pino y otros restos vegetales.
La presencia de semillas de nuez quemadas en la sepultura es una interesante costumbre conocida de las tumbas de la época romana temprana. En el contexto sepulcral, las nueces se interpretan como una especie de regalo funerario, un alimento especial para el alma. En el valle del río Casimcea, en Dobruja, donde estamos llevando a cabo nuestra investigación, éste es el primer hallazgo de este tipo, señaló el responsable de la investigación.
Este no fue el único enterramiento descubierto en el túmulo. El otro estaba situado a cierta distancia del centro. En él, los arqueólogos hallaron un esqueleto que estaba en una estructura de madera, probablemente en un ataúd, cuyos restos se encontraron tanto encima como debajo del esqueleto.
Según explicó el Dr. Szmoniewski, el difunto tenía un unguentarium de cristal -una especie de recipiente para fragancias líquidas y artículos de tocador- colocado sobre el abdomen, y en la boca había una moneda de bronce (un as) del reinado del emperador Adriano, acuñada entre 125 y 127 d.C.
La moneda en la boca de la persona enterrada alude a una antigua costumbre llamada el óbolo de Caronte, cuando una moneda colocada en la boca debía utilizarse como pago a Caronte por transportar el alma del difunto a través del río Aqueronte en el Hades, explica el científico.
Ambos enterramientos datan de mediados del siglo II d.C. Se trata de un descubrimiento importante para los científicos, ya que hasta ahora no se habían descubierto túmulos en la región.
El insólito hallazgo de un cráneo de lobo en la boca de la zanja de robo de una de las tumbas puede indicar que el robo fue llevado a cabo por los getas, un pueblo que habitaba la zona incluso antes de la aparición de griegos y romanos, opina el Dr. Szmoniewski. Por otra parte, los enterrados en las dos tumbas descubiertas -según el científico- eran probablemente romanos que llegaron a la zona durante el periodo de colonización romana.
Fuentes
Nauka w Polsce, Szymon Zdziebłowski
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